Mad, entre otras cosas, significa ‘loco’, tanto en danés como en inglés. No parece que la versión ciclista de apellido danés tenga mucha relación con ese término en lo que a su desempeño en la carretera se refiere. Pedersen es uno de los grandes ciclistas del momento en pruebas de un día. Pero también uno de los velocistas más rápidos y potentes del pelotón. En esa locura (madness), el ciclista, que supone uno de los puntales del Lidl Trek, ha sumado cuatro victorias en contrarreloj individual, disciplina que domina y a la que dedica menos atención que a las clásicas y vueltas grandes. Más que nada porque en estas últimas la crono no se prodiga mucho estos días.
El rol de estrella que parece haber asumido dentro del pelotón internacional no deja de ser interesante, porque su biografía, reflexionada a la inversa tendría sentido. Alaphilippe ya era una estrella cuando se proclamó campeón del mundo en dos ocasiones. Qué decir de Van der Poel en estos momentos. O de Evenepoel, que venía de llevarse la Vuelta a España en su mágico 2022. Digamos que el arco iris venía a refrendar lo que sabíamos, que esos ciclistas y muchos otros que lo han logrado estaban en la cima del ciclismo y con este logro se confirmaba.
Pero también hay casos en el lado contrario. Como fue el de Óscar Freire, sobre todo en la primera ocasión que alzó los brazos en 1999, Romans Vainsteins o Mads Pedersen. Aquello sí que fue un Mundial de locos, con un tiempo de perros (en Yorkshire para más datos) y una escapada en la que un voluntarioso Küng quiso asegurar metal, mientras el rapidísimo italiano Matteo Trentin, que dos años antes se había apoderado de cuatro etapas en la Vuelta, se relamía pensando en batir a un desconocido danés que respondía al nombre de Mads Pedersen. No hubo mucha historia, a decir verdad, puesto que en la llegada el entonces ya corredor de Trek Segafredo se impuso con relativa facilidad.
Visto en perspectiva, era normal. No era precisamente un corredor cualquiera, pero es que Pedersen empezó su biografía por arriba, comenzó la casa por el tejado, y después de haberse alzado con el mayor prestigio que un ciclista puede conseguir a nivel individual, ha construido una carrera repleta de éxitos y de presencia en los mejores escenarios. Con el ejemplo de otros campeones mundiales como Astarloa, que más allá de pasear el arco iris por aquí y por allá, poco más logró después. Mads sigue a día de hoy, cuatro temporadas y una pandemia después protagonizando momentos y victorias de ensueño.
En 2023 ha dado un paso más. En Flandes fue de los más fuertes, estando en la fuga del día durante más de 80 kilómetros. Resistiendo en el podio final, adelantado únicamente por las dos bestias Pogačar y Van der Poel. Se impuso al sprint ante Van Aert, nada menos. En Roubaix, apenas unos días más tarde, fue cuarto, a un suspiro de pelear por la tercera plaza. También en fuga, valiente. Era lo que le restaba por demostrar, ya que en crono y al sprint poco tiene que enseñarnos. En el Giro completó la triple corona, ya que en Tour y Vuelta había acumulado victorias. Nápoles fue la ciudad que le vio entrar en ese selecto club.
Ha ganado el Tour de Dinamarca, la Kuurne Bruselas Kuurne, la Gante Wevelgem, etapas en París Niza, la anteriormente conocida como Clásica de Hamburgo y suma más de una treintena de victorias. Es un ciclista de mucha más calidad y merece aumentar ese registro. Aún tiene tiempo por delante, es de 1995 y aún hay ciclismo en sus piernas para regalarnos. Eso sí, no todo es ganar. Y las demostraciones que hace o la constancia que nos deja entrever son también méritos que hacen una auténtica ‘locura’ de corredor. En tándem con su pupilo Skjelmose, darán miedo pronto. Al tiempo.
Fotos: ASO / Ballet / López