Más «carpe diem» y menos comparaciones

El ciclismo no escapa a la tan actual moda de buscar la comparación y la etiqueta a todo lo que sucede. En otros deportes ya nos hemos acostumbrado a la búsqueda del “Messi belga” (o armenio, peruano, tanzano o polinesio); del “Jordan blanco”, la “nueva Williams”, el “Schumacher británico” o la “sucesora de Nadia Comaneci”. Actualmente, la necesidad de poner etiquetas a cada uno de los eventos y personajes que destacan en nuestro deporte se ha convertido en algo casi patológico.

En pocos meses, ya tenemos a dos Eddy Merckx (Evenepoel y Van Aert) o seis monumentos ciclistas (con la inclusión por parte de muchos de la Strade Bianche en el firmamento de las clásicas). Leyendo algunos artículos, foros y reflexiones, parece que dentro de diez años tendremos en los libros de historia a varios pentacampeones del Tour, Giro y Vuelta, y a varios corredores superando a De Vlaeminck en la hazaña de ganar los cinco (o seis) monumentos. Las matemáticas no salen.

Cierto es que los aficionados ciclistas estamos ávidos de reverdecer viejos laureles y de poder apasionarnos con cada carrera, después de décadas de luces y sombras en el espectáculo deportivo. Los años de las calculadoras, el puestómetro y el conservadurismo, nos han hecho estallar de emoción con una nueva generación ciclista en la que el espectáculo está por encima de todo.

Por ello, creo que debemos sentirnos afortunados por la generación de “bichos” que tenemos actualmente en el pelotón, y disfrutar de esta nueva (o vieja) manera de afrontar la temporada. No necesitamos comparar o exigir resultados similares a los d las antiguas leyendas del deporte. La comparación puede llevar a decepciones futuras e incluso condicionar las carreras de los deportistas. ¿Qué haremos si Evenepoel fracasa en sus primeras grandes vueltas? ¿Qué se le exigirá a Wout Van Aert si en dos años no está disputando un pódium del Tour? ¿Cuántas críticas empezarán a recibir las locuras de van der Poel si no gana ningún monumento? ¿Qué pasará si Tadej Pogacar naufraga en las próximas grandes vueltas? ¿Cuántas cosas se dijeron en 2020 sobre la decadencia de Egan Bernal a los 23 años de edad?

Convertir a los deportistas en mega estrellas rutilantes puede ser bueno para el negocio, pero también hace que muchos se cansen de ello antes de tiempo. Ejemplo palmario de esto es Peter Sagan, un corredor que lo ha ganado (casi) todo, y que con 31 años, después de un tiempo con peores resultados de los habituales, parecía estar falto de ilusión y para algunos hasta “acabado” (otra etiqueta que gusta poner a la ligera).

Disfrutemos de lo que nos dan estos ciclistas en la carretera mientras dure, sea poco o mucho. Cada jornada en la que nos hacen levantarnos frente a la pantalla sintiendo ese loco palpitar del corazón acelerado por el que tanto amamos el ciclismo es una bendición. La grandeza de su palmarés o la extensión de su carrera y su lugar final en la historia, solo los podrá poner el tiempo. Mientras, carpe diem.

Foto: @ACampoPhoto