Caso Jorgenson: en defensa del Movistar Team

Sí, han leído bien. Yo, persona muy crítica con algunas facetas del Movistar Team, voy a salir en su defensa. Estoy de acuerdo con Sergio Quintana en su artículo sobre Matteo Jorgenson y creo que no sólo hay respetar el paso por un equipo, por muy imperfecto que sea, que te ha dado la oportunidad de arrancar en la élite. Que ha sido Movistar, y no el equipo de al lado, quien ha apostado por ti. De una manera mejor o peor, eso es discutible, pero en cuya elección también habrá tenido como responsable el propio ciclista o el entorno al que él mismo haya permitido opinar. Tras la victoria del estadounidense en París-Niza, no cesan las escrituras acerca de comparaciones con su tiempo en Movistar.

Además del ventajismo clásico, hay que recordar que el ahora corredor del Visma ha cumplido un año más. 24 veranos cuenta el nombre más recurrido en la semana ciclista. El problema viene por querer comparar los métodos de Visma y Movistar. Steven Kruijswijk, al parecer, afirmó que Matteo (Jorgenson) antes «hacía todo solo». El propio interesado y centro de los comentarios lo afirmó en primera persona, que tenía que costear bastantes facetas del día a día del ciclista. Hablar en ficción sirve de bien poco, pero el corredor de California bien podría haber firmado un rendimiento similar con el maillot de Movistar. Porque, si ponemos la lupa sobre las diferencias, tampoco han sido tantas. Veamos.

Las campanas se lanzan al vuelo con un ciclista que ha ganado la París-Niza. Totalmente de acuerdo en que es un buen test, una gran carrera, se ha competido bien y la victoria debe saber muy dulce. Buenos síntomas, buena evolución. Pero si echamos la vista atrás, este ciclista firmó un inicio de campaña bastante similar en 2023. Sí, un paso por detrás. Tenía un año menos, hasta entonces era prácticamente un chaval sin historial. Fue octavo en Niza, pero observemos quiénes le precedieron. La carrera fue bien diferente, con expectativas distintas y con rivales muy diferentes. Dos plazas por delante de él fueron a parar a Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, a otro nivel para todos los ciclistas. La forma en la que se corrió entonces nada ha tenido que ver con la actual.

En 2023 perdió 50″ con el Jumbo-Visma en la contrarreloj por equipos. Que Movistar es más débil que los neerlandeses en ese terreno es una evidencia, sí. En 2024 ha cedido 38″ con el UAE. ¿Es ésa la gran aportación? La sexta etapa de 2024 ha sido finalmente la clave: casi un minuto de ventaja de Jorgenson con los demás favoritos. Medio minuto le faltó a Evenepoel para la gran remontada, nótese. En esa jornada, hubo dudas en la persecución, el duelo mental entre Roglic, al que todos suponían una mejor condición física, y Evenepoel benefició que el hueco se abriese entre una cabeza de carrera que ya contaba con tres integrantes, colaborando todos con gran interés.

Uno, Skjelmose, por la etapa; McNulty por el amarillo; y Jorgenson por meterse en una general que finalmente se llevó. Que nadie piense que esto es menosprecio a la victoria de Matteo, ni muchísimo menos. Sólo que ésta no se ha producido de poder a poder. Es más, coronó la cota que le vio atacar con apenas 15 segundos con el grupo de favoritos. ¿En Movistar hubiese pasado lo mismo? Seguramente le hubiesen cantado la orden de aguantar, de no precipitarse en el ataque. Vale, sí. La mentalidad ofensiva no ha sido la característica más observada en los azules. Pero a nivel físico, y sé que es muy impopular decir lo que voy a decir, tampoco se ha visto en carrera nada muy distinto. En las clásicas, tampoco.

Es más, los resultados fueron mejores en el ‘Opening Weekend’ con Movistar en 2023, con quienes obtuvo un 18º lugar en Omloop. Con los españoles fue 4º en E3 justo detrás de los tres monstruos (Van Aert, Van der Poel y Pogacar) en una carrera para recordar. Y en Flandes, 9º. Sí, ha ganado en Niza y es fantástico.

Pero la diferencia no es tan abismal (aVismal, como le leí a alguien) como para volvernos locos. Que Movistar no esté a la altura del Visma en muchas facetas es una evidencia tal que nadie la pone en cuestión. El problema viene en querer comparar etapas. Movistar fue un paso previo como para un futbolista del Real Madrid el paso por el Sevilla. De equipo bueno a equipo top. A veces nos olvidamos de dónde venimos. Y cometemos el error de morder la mano que nos da (o nos daba) de comer.

Veamos el caso Nairo Quintana como ejemplo claro. Salió mal de la estructura telefónica, por mucho que se empeñe la comunicación de ambas partes en hacernos creer lo opuesto. El tiempo ha unido coordenadas y ahora han unido su presente de nuevo. Nada en contra de que las perspectivas (y los intereses) giren y se alineen. Por eso, todo ese cierto desprecio que se desprende de las declaraciones no sólo del propio Matteo Jorgenson, sino de algún que otro compañero actual de equipo es absolutamente injusto. Que Movistar cometa sus errores o no alcance por diversos motivos las capacidades del Visma no quiere decir que no haya que aplaudir que ellos fueron quienes un día decidieron dar una chance a un chaval norteamericano del que poco se conocía fuera de círculos híper especializados.

Reconozcamos que al menos tuvieron el olfato o la oportunidad de ficharle y darle la oportunidad de debutar en la élite. Si no es casualidad que haya subido un punto su rendimiento teniendo un año más y habiendo hecho más efectivo el trabajo o llamémosle equis, tampoco lo será que con los españoles haya ganado experiencia en el Tour de Francia, por ejemplo. Apuesta que hicieron por él a sabiendas de que Jorgenson abandonaría el equipo a final de temporada en 2023.

La práctica normal en esta y otras escuadras hubiese sido guardar esa plaza para algún ciclista que se fuese a mantener en el equipo en un futuro. Y no lo hicieron, sino que apostaron por el estadounidense. Por interés quizá, no me cabe duda, y es lógico. Pero fue beneficioso para el ciclista. Es más, no tuvo muy lejos vencer una etapa mítica como la de Puy de Dôme. Veremos este año, cuando el ciclista tiene planificado regresar al calor de julio, cuántas veces se encuentra tan cerca de la victoria. O qué papel protagonista juega o no.

Por todo ello, y seguro que mucho más, reconocer la grandeza de la figura del ciclista no comprende la inherente crítica a Movistar. Porque el rendimiento del ciclista tampoco era mucho peor sólo un año antes. Porque resistir los ataques de un Evenepoel que parecía por momentos haber pactado el botín con el de Visma tampoco es un síntoma de nada más que haber resistido las aceleraciones a ritmo de un ciclista que en subida es muy superior a muchos, pero muy inferior todavía a algunos otros. Esos que marcan la diferencia a día de hoy. Por lo tanto, Jorgenson sigue en la misma mesa que estaba, que era ese escalón inferior a los grandes, donde las igualdades son bastante amplias, y donde existe aún una gran nómina de ciclistas por explotar en una dirección o la contraria. Todos por debajo del yugo de Vingegaard y Pogacar, en otra dimensión.

Jorgenson entre ellos. A quien también se podría cuestionar la decisión de pasar a formar parte del Visma con toda la competencia real que va a tener para ser líder en muchas de las carreras en las que pertenecer a Movistar iba a ser un lastre. Todos sabemos más cuando venimos del futuro, es decir, a toro pasado. Pero igual que se puede caer en la crítica fácil a Movistar, se podría caer en la simpleza de criticar la marcha de varios ciclistas jóvenes con supuestas aspiraciones para subordinarse en el sol que más caliente (paga). Porque reclutar una estrella tras otra a base de talonario tiene mérito en la oficina comercial por haber atraído esos niveles de inversión. Lo difícil es obtener talento de la nada. ¿Quién era Oier Lazkano antes de llegar a Movistar? ¿Y Einer Rubio? ¿O Iván Romeo? El tiempo nos dirá. Pero seamos justos mientras.

Fotos: Getty / ASO