Situémonos en la coyuntura actual del ciclismo femenino “profesional” (después comprenderemos por qué entrecomillamos): existen dos tipos de equipos, los WorldTour y los Continentales, a diferencia del caso masculino, donde encontramos una clasificación intermedia de los equipos, los ProTeam.
La UCI no suele ser muy imaginativa y tiende a reproducir las fórmulas del ciclismo masculino en el femenino, con sus éxitos y con muchos fracasos y decisiones que los aficionados e involucrados no entendemos, y que en nada ayudan a promocionar el deporte al que dedicamos tantas horas y pasiones.
Todos los deportes, si quieren gozar de buena salud, han de construir una base muy amplia que pueda alimentar de deportistas a las capas más elevadas de la pirámide competitiva. Las figuras ciclistas no suelen salir de la nada, sino de un intenso trabajo con muchísimos niños y jóvenes que aprenden y se forman en categorías y competiciones inferiores.
Cuando la UCI se decidió a promocionar y hacer visible el ciclismo femenino no eligió la vía del trabajo e inversión a largo plazo, si no que buscó una solución rápida, “obligando” a los equipos World Tour masculinos a crear sus equivalentes femeninos, produciéndose una inflación en el mercado de corredoras (no siempre con el nivel adecuado) que deja a los equipos continentales sin efectivos y con equipos WT que ocupan el sitio de los modestos en las competiciones más prestigiosas, y por ende con más posibilidades de visualizaciones y retorno publicitario. No construir una base sólida crea un gigante con los pies de barro que puede desmoronarse en cualquier momento.
¿Para qué inventar algo nuevo si podemos ahorrar energías y copiar? Pues nada, metemos también equipos Pro en el ciclismo femenino, independiente del grado de madurez e implantación internacional de este. El año 2025 es la frontera en que la UCI ha decidido “profesionalizar” (otra vez comillas) el ciclismo femenino, introduciendo la categoría Pro Tour y las exigencias contractuales respecto a las corredoras, su estatus de trabajador profesional y una serie de condicionantes mínimos para los equipos, que deben cumplir.
Mientras tanto se ha dejado decidir a las Federaciones de cada país cuándo quieren dar ese paso de “profesionalización”, y ya se sabe que en España el quijotismo suele ser moneda de cambio y es normal pasar de 0 a 100, o a la inversa, en cualquier criterio, sin grises intermedios. Se ha decidido, por tanto, que los criterios de profesionalización se aplican ya en la próxima temporada 2024.
¿Qué implica esa profesionalización? Pues lo primero exigencias contractuales con las corredoras, un salario mínimo y seguridad social como cualquier otro trabajador en todos los ámbitos de nuestra vida diaria. Siguen las exigencias de equipamiento, bicis de entreno, autocaravana, tres coches de equipo y furgón. Director, mecánicos, médico, fisio, y staff también con contratos de trabajadores, no como en la actualidad que se paga por servicio prestado.
Estas exigencias, que van en la línea de dignificar y profesionalizar el ciclismo femenino, pueden convertirse (y es muy probable) en un arma de doble filo y detener e incluso involucionar el desarrollo de este, especialmente en España.
La primera pregunta es evidente (aunque no su respuesta) ¿Cómo se financia un equipo de ciclismo? Básicamente existen dos vías de conseguir el ansiado pecunio: vía esponsorización y vía subvenciones públicas.
La esponsorización implica que una serie de partners pongan su dinero para obtener un rendimiento publicitario o, en su caso, ventajas fiscales asociadas.
Las subvenciones públicas vienen a compensar sectores donde la inversión privada no llega, por falta de visualización y rendimiento económico, especialmente en fases iniciales de desarrollo de actividades deportivas o culturales.
Viendo el panorama español en el ciclismo femenino, es evidente que los equipos continentales existentes tienen como principales espónsores a ciudades, provincias, comunidades autónomas, etc, mezclado con ayudas económicas o materiales de proveedores del sector a los cuales les interesa promocionar su imagen y productos, asociándolos a las corredoras, aunque el retorno no compense la inversión realizada a corto y medio plazo. Es un modelo mixto que ha funcionado razonablemente bien hasta el día de hoy.
¿Por qué entrecomillábamos la “profesionalización” al principio del artículo? Pues porque la palabra profesional implica cobrar por tu trabajo, y no es el caso de la mayoría de corredoras continentales.
Si tenemos en cuenta las nuevas exigencias contractuales hacia corredoras, staff y las de medios materiales a los cuales hay que añadir, obviamente, los gastos de desplazamientos y funcionamiento general, el precio estimado de salida para un equipo continental femenino en la próxima temporada rondaría el medio millón de euros. Esta cantidad es muy difícil, por no decir imposible de obtener con esos modelos mixtos actuales, donde los máximos presupuestos existentes están en torno al cuarto de millón.
¿Cómo podemos obtener más dinero? Pues la esponsorización es la respuesta, pero requiere la rentabilidad publicitaria y esta se logra con visualizaciones. Más minutos de televisión, más citas en la prensa, garantizan que el usuario visualice y se decante por la compra del producto esponsorizado, que es lo que busca cualquier empresa.
No hay que olvidar las ventajas fiscales. En países europeos como Francia, Alemania o Bélgica o fuera de nuestro continente en otros como EEUU o Canadá, éstas más que triplican las dadas en España (excepto en Navarra, donde casi duplican a las del resto del país ¿por qué creen que hay muchos equipos que la eligen como sede?).
También debemos recordar que, en países como Italia y Alemania, los deportistas de deportes minoritarios o mal remunerados suelen optar a trabajos públicos oficiales como policía, bomberos, etc, donde gozan de condiciones especiales con gran tiempo para entrenos y competiciones.
Entonces ¿qué situación tienen los equipos continentales femeninos en nuestro país? Pues de clara desventaja respecto a otros países, no hay tantas carreras, no hay ventajas fiscales, no hay trabajos públicos complementarios (y en algunos casos encima son incompatibles), sin contar que el deporte femenino es el hermano pobre del masculino.
El tema de número de carreras organizadas es un gran problema, ya que, comparado con Bélgica, Países Bajos o Francia, no tenemos tantas ni en categorías inferiores, ni en élite, como para generar una masa de corredoras que permita el aprendizaje y una gran selección de donde salgan las grandes corredoras del futuro. Si encima nos cargamos los equipos continentales que pueden salir a competir al exterior, pues ustedes me dirán, blanco y en botella.
Como decíamos la decisión de profesionalizar el ciclismo femenino ha sido fijada por la UCI para 2025, pero se deja a las federaciones nacionales adelantar la regulación a esta temporada (España lo ha hecho) con lo cual el año que viene nos podríamos encontrar con la siguiente paradoja:
Los equipos continentales femeninos actuales españoles no pueden participar en la Vuelta porque no pueden conseguir las condiciones contractuales exigidas. En cambio, un equipo belga, por ejemplo, que no pague a sus corredoras sí pueda ser de la partida, ya que para la federación belga es totalmente legal. Lo dicho… quijotismo histórico.
¿Por qué creen ustedes que en España no hay equipos continentales masculinos? Pues por falta de calendario y de visualización para los espónsores. Podemos comparar con el caso belga o francés, totalmente diferente. La federación conoce este hecho, que no soluciona, y ahora ¿qué pasa? pues que adoptamos el mismo modelo para el ciclismo femenino, que aún es más minoritario, sabiendo que el fracaso está asegurado.
Entonces, ¿por qué lo hacemos? Pues quien esto redacta no tiene ni idea, lo que sí que sabe es que ya hay equipos históricos, que son la base del ciclismo femenino español, como Sopela y Bizkaia Durango que desaparecen, pero no solo desaparecen como continentales, si no que ni tan solo sacaran equipo nacional, ya que no hay calendario y mejor no hablar de retorno publicitario y visualizaciones para las marcas.
Mal futuro para nuestras féminas… ¿dónde van a aprender? ¿dónde van a desarrollarse y crecer? Pues muchas opciones no van a tener.
Crear un comité consultivo donde estuviesen representados los equipos, los directores, los organizadores y, sobre todo, las corredoras, seria la vía aconsejable a seguir y no tomar decisiones federativas unilaterales, que tienen muchas consecuencias, pero no precisamente las del desarrollo y promoción del deporte femenino.
Déjenme sacar ventaja de la coyuntura de escándalos asociados al fútbol femenino español para sacar este corolario: “Lo que nuestras deportistas no necesitan es ayuditas y caridad, ellas saben hacer perfectamente su trabajo, lo que sí necesitan es que no se le pongan palos en las ruedas (expresión que en el caso del ciclismo conviene perfectamente)”.
Esperemos que la federación española reconsidere o, al menos, suavice su posición, por el futuro de todos.
Foto de portada: ASO / López
Xavier Palacios es más que un aficionado al ciclismo. Su pasión por la bicicleta le lleva a restaurar, cuidar el aspecto mecánico y haber ejercido como tal para algunos equipos. Desde su Andorra natal nos transmite sus opiniones sobre varias categorías del ciclismo: masculino, femenino, cicloturismo, historia…