El crecimiento de Iván Romeo (Movistar)

Tengo que reconocer que me equivoqué con Iván Romeo. Apoyado en mi ignorancia de su trayectoria anterior, consulté a personas que sí conocían su evolución en el mundo junior, desde el que ha saltado, como dicta la moda, al World Tour. El análisis que me transmitían y en cierta medida compré fue que el paso del actual ciclista del Movistar era precipitado y que se trataba de un fichaje de relleno.

No me parecía mala solución ir construyendo un equipo de futuro dentro del equipo de élite. Así han ido surgiendo talentos que están protagonizando el World Tour como Rui Costa, Carapaz o Amador. No todos terminan por explotar, pero en el caso de Romeo, ser integrante del Hagen Bermans de Axel Merckx ya era toda una garantía en sí. Con el tiempo, si el proyecto perdura, sería interesante la creación de una división Development, como muchos otros compadres del World Tour.

Pues visto el desarrollo y desempeño del vallisoletano a lo largo de la temporada, debo admitir que no podía estar más equivocado. Es un ciclista con arrojo, valiente y que no se lo piensa a la hora de embarcarse en las eternas y casi siempre ingratas escapadas. Poderoso en el plano, batiéndose con ciclistas mucho más hechos de tú a tú, dando la sensación de ser uno más en el pelotón. Mucho que aprender, seguro. Pero dentro de una temporada bastante modesta por parte del Movistar, ha sido un soplo de aire fresco que ha aportado sus granitos de arena para sostener el equipo.

Aún le siguen pesando los esfuerzos de 200 kilómetros. Sin opción a entrar en los grupos de las grandes vueltas, las clásicas son su terreno. No ha podido terminar muchas, pero al menos ya ha puesto sus pies en las clásicas belgas o las canadienses. Por algún lado se tiene que empezar, la experiencia no es algo que venga en bote, sino que se debe adquirir con el paso de las carreras, los días y las derrotas. Romeo contará con al menos 51 días competición en 2023, más de 6000 kilómetros en las piernas en la máxima categoría y un bagaje importante en abandonos (13).

Lo más importante es haberle visto ganar en el Tour de l’Avenir. Su quinta etapa finalizaba en Lac d’Aiguebelette y el español alzaba los brazos en su meta. Triunfo en el lugar que puede hacerlo, enfrentándose a sus iguales, que es la ventaja de esta carrera, que nos proyecta a presente las realidades del futuro. Ganar aquí no garantiza nada, y sino que nos hablen las esperanzas de naranja que se hicieron con la general y llenaron ahí su apetito de triunfo. Lo que hizo Romeo es un muy buen indicio de que hay madera, bastante más de la que yo mismo me pensaba.

En esa constante renovación que acontece en Movistar, Iván podría ser el relevo de esos hombres franquicia que tantos años de buen servicio han aportado, Rojas, Erviti, Valverde y todo ese ejército de buenos ciclistas que han supuesto la columna vertebral de esta estructura durante más de década y media. Lo normal es que todas estas leyendas acaben integrando diversas capas del staff técnico y de ese modo puedan guiar a futuras figuras como Iván Romeo en ese arduo camino que es el ciclismo profesional.

La próxima temporada será el momento de dar un paso más con este ciclista. Importante que se olviden en su equipo de los esquemas que hicieron crecer a Induráin hace ya más de 30 años. Ciclistas como Lenny Martinez, Cian Uijtdebroeks y todos los ilustres pertenecientes a la generación de 2003 están ya en los mejores escenarios brillando y dejando su impronta. El ciclismo ha cambiado mucho desde que los gestores del progreso de Romeo comenzaron en esto. Esperemos que ello también les dé conocimiento y consciencia de que las fórmulas de antaño no aplican en generaciones que están rompiendo todos los moldes.

Fotos:  Le DL/Tess Hinault // Getty Sport / Movistar