Este clásico ciclista italiano, Wladimir Belli, nació paradójicamente en Suiza. En una de esas regiones de habla italiana por rozar la frontera con el país transalpino, cercano a los dominios del Giro de Lombardía. Italiano de Suiza con nombre ruso, un clásico en las mejores historias. Mientras Gianni Bugno dibujaba en el Giro de Italia de 1990 la que sería su primera bandera sobre una grande. A la postre la única, Wladimir Belli lucía título en el Giro Bio, esa carrera de futuros primeros espadas que año tras año dejaba una historia por contar.
Se impuso a dos históricos del ciclismo italiano de los 90 como Ivan Gotti y Marco Pantani, ahí es nada. Dos ciclistas que le superarían de lleno a lo largo de su carrera profesional. Es más, Belli sería el único gran ciclista de esa generación al abordaje que encabezaba el ‘Pirata’ que no se llevaría una maglia rosa a casa.
Buen escalador, basó en su regularidad en la montaña y las escapadas su rendimiento en las clasificaciones generales. Así alcanzó su mejor posición histórica en el Tour, que fue el 9º de 1999. Era la primera temporada que esquivaría el mes de mayo como un objetivo. Festina, vacío de líderes tras el famoso caso que le descabezó, recurrió al de Sorengo para conformar un equipo de transición. Un par de escapadas entre el calor del mes de julio le reengancharon a la lucha después del hundimiento de la gran esperanza de los franceses. Que era el indescriptible Christophe Moureau. Belli supo escalar posiciones y utilizar su resistencia en las grandes etapas para instalarse ahí, en ese grupo de invisibles que entró en el top ten a base vivir una carrera paralela a los focos desde la lejanía.
Le fue mejor en su tierra. No fue un ciclista de grandes victorias, es cierto. Una etapa en el Tour de su Suiza natal fue el mayor botín que adquirió, ya en el atardecer de su dilatada trayectoria que le mantendría en el gran grupo durante 15 temporadas y media. En 1996 rompió una de las máximas del Giro del Trentino, al ganarlo a base de regularidad y después rendir bastante a medias en el Giro. En 1997 se presentó en la salida del mismo en Venecia. Con menos competición acumulada a lo largo de esos primeros meses del año y favorecido por alguna baja en la general se coló en el 6º puesto. Sin saberlo, estaba tocando techo. Al menos en lo que a vueltas de tres semanas se refería.
No deja de ser curiosa su relación con el Giro. En montaña era uno de esos ciclistas que se veía a la sombra de otros. Ante ataques de Simoni, de Garzelli, de Pantani, de Gotti. En un segundo plano, iba ahí, resistía las acometidas de tantos y tantos escaladores en una generación magnífica que se añora a punto de cumplir el primer cuarto de siglo XXI. Lo que no sería capaz de lograr es una victoria de etapa, tampoco un día en rosa, como comentábamos, pero lo peor en su historial es la sensación de fracaso que supuso la edición de 2001. Garzelli, vencedor un año antes, Casagrande, su compañero de equipo por el que había sacrificado sus opciones en el año 2000. Pantani y algún otro favorito se encontraban fuera de juego en la clasificación general.
Sus rivales por el podio eran un inalcanzable Gilberto Simoni, en estado de gracia, y los españoles Abraham Olano y Unai Osa, a la postre segundo y tercero de aquella extraña edición. El trentino jugaba en otra liga, pero los ciclistas de ONCE y Banesto estaban a su claro alcance. Olano vivía su particular despedida de las grandes tardes de ciclismo. Al tiempo que el vencedor del Tour del Porvenir se veía en manos a mano con la propia maglia rosa. Pero el podio era cuestión de resistir, de regularidad, eso en lo que Belli era un maestro. Estaba fuerte. También valiente y le sirvió para ser protagonista en el Passo de Santa Barbara, último y durísimo escollo antes de alcanzar la meta de Arco, en descenso.
Su punta de velocidad le daría para ser segundo en meta tras el colombiano Carlos Alberto Contreras, del Selle Italia en el que Wladimir dejaría de dar pedales allá por la primavera de 2007. En el Passo Pordoi, tras uno de esos clásicos tappones del Giro, el entonces corredor del Fassa Bortolo se clasificaría tercero en la general. Pasaba a ser uno de los grandes favoritos a cosechar un podio que parecía más alcance que nunca, a la sombra de su compañero Dario Frigo, que le quitaba presión a la vez que añadía opciones a su equipo. Intentando dejar atrás a Olano, a Honchar, a Gotti, no le daría para ganar la etapa. Es más, en Arco el Giro de Italia expulsa a Belli por haber propinado un puñetazo a un aficionado.
El tifoso resultó ser familia del líder, Gibo Simoni, que corría en casa. La escena no dejó de ser clásica, con un mar de gente a ambos lados de la calzada. Las rampas imposibles del Santa Barbara (de quien sólo nos acordamos cuando truena) y los clásicos pesados gritando a su oreja. La reacción, desmedida y recogida en televisión, no dejó otra salida a la organización y a los jueces que descalificar al italiano, que jamás volvería a ese nivel de implicación en una general. Oportunidad perdida también en 2002. Cuando la baja por un motivo similar de su compañero, líder y gran favorito para ganar debido a la eliminación de todos sus grandes rivales por diversas circunstancias, le dejó como única opción del Fassa Bortolo de resucitar un Giro que se les había evaporado de la noche a la mañana.
Belli se encontraba a un minuto de la maglia rosa virtual, un Tyler Hamilton que era el gran favorito en las quinielas, cuando iban a dar comienzo las etapas duras de verdad y que a la postre decidieron el Giro. Camino de Conegliano (15ª etapa) y tras disputarse la primera contrarreloj, los Fassa estaban a tiro de dominar el Giro. Sin embargo, Casagrande empujó al colombiano Freddy González por disputarle los puntos de la montaña y provocó su caída. Lo que no sabía Cecco era que la caída real iba a ser la suya. Quien sería descalificado en meta y perdía así su gran ocasión de no ser junto a Belli el único gran corredor de la generación en no llevarse un Giro.
Su compañero, Wladimir, también abandonó la carrera y no tomó la salida al día siguiente. Estaba siendo un Giro de eliminación y Belli era una nueva víctima. La lluvia tendría algo que ver. Y el mal fario también. Estaba visto que el destino no quería relacionarle con el podio del Giro y así tendría que ser. Un año más tarde acompañó a su gran amigo al equipo Lampre, en el que viviría sus últimos tiempos en primera línea de combate. Después sucumbió a un descenso progresivo en los clásicos equipos italianos de la época como el Domina Vacanze y el Selle Italia de Gianni Savio. Ahí, mediada la temporada 2007, terminó una historia de casis que le dejaron también en una curiosidad, su gran rendimiento y motivación en las carreras suizas. Tres veces tercero en el Tour de Suiza y dos en Romandía.
Foto de portada: Sirotti