De alguien que lleva la silueta de Napoleón en el hombro se esperaba más. Es tiempo para que pase por el diván la decepción que Remco Evenepoel trajo a la Vuelta y a sus aficionados con el inexplicable desfallecimiento del Tourmalet. El botín final no es más que un premio de consolación para las ambiciones de este ciclista, que también disfruta ese otro escenario de presión cero y máxima libertad para dar rienda suelta a su creatividad. Cualidad que transforma en exhibiciones, en etapas memorables y, cómo no, en victorias. Tres etapas, maillot de la montaña, dorsal rojo de la combatividad y el 12º puesto en la clasificación general final.
Sumamos las dos etapas en el Giro de Italia, el rosa, la consecución de la Lieja, San Sebastián y el Mundial de crono. El maillot de campeón de Bélgica que sustituye al arco iris, el UAE Tour, dos etapas en la Volta, otra en Suiza, siendo podio de ambas. Para un ciclista normal, el balance sería magnífico, a la espera de ver qué sucede con Lombardía, clásica en la que el ciclista de Soudal Quick Step tomará la salida con ganas de revancha. Será la primera coincidencia con Tadej Pogačar, con expectativa en ese anhelado duelo de campeones.
El problema de Remco es que es Remco. Y ningún otro. Una figura muy recordada y enfundada en el maillot belga fue Philippe Gilbert. Su 2011 fue de impresión, con el triplete de las Ardenas, victoria en el Tour acompañada del maillot amarillo. Doce años más tarde, se puede afirmar que el balance de resultados de Evenepoel tras finalizar la Vuelta es excelente de forma comparativa con la mayoría de sus rivales, también con esas referencias históricas que podamos tomar. Pero este ciclista es mucho más que un clasicómano o cazador de etapas.
Desde ese prisma, su balance tiene que ser muy bueno. Ha alcanzado las 50 victorias gracias a las 13 que suma en 2023, cerca de las 15 que firmó un año antes. El contrapeso en la balanza está en el peso que se le quiera conceder a su objetivo real, que era pelear la victoria en el Giro de Italia en primer término y en la Vuelta a España después. En la primera abandonó de rosa en una imagen un tanto extraña que costó digerir, y en la segunda perdió las posibilidades de dar el campanazo ante los ‘jaque mate’ de Jumbo en el Aubsique de forma sorpresiva.
Se puede interpretar su 2023 como un paso atrás en las vueltas de tres semanas, es cierto. Las sombras que la alta montaña produce sobre su rendimiento ocasional sugiere oportunidad a las voces críticas para espetar eso que tan poco gusta oír a sus fans, que Remco no está preparado para retos de ese estilo. Palos en la rueda que están basados en cuestiones próximas a ser objetivas. Ganó la Vuelta 2022, cierto. El problema de fondo viene por el modelo de Vuelta en el que venció. Entre sus rivales no se encontraban Vingegaard, Pogačar o el mejor Roglič. El recorrido de 2022 no incluía las montañas crueles que sí la edición de 2023.
Habrá circunstancias que hayan tenido su influencia en ello y que atenúen el impacto del resultado. Pero los datos son los datos, y el 12º puesto en la Vuelta deja un regustillo que para alguien de esta calidad no puede ser un buen resultado. Las victorias en alta montaña han sido exhibiciones en toda regla ante rivales de nuevo inferiores en envergadura, aunque de importancia. Bardet, Caruso, Poole y todos esos ciclistas de claro cariz escalador se han visto superados claramente por esta bestia belga. En puertos que recordaban más a ‘mortirolos’ como Larrau o Cruz de Linares que a puertos tipo Tour. Precisamente en ellos fue donde entregó la cuchara.
De ese día hay muchas cosas que reseñar. Puede que de una forma inteligente, Evenepoel se dejó ir al observar que no había posibilidad de agarrarse a un clavo ardiendo en cuanto a la lucha por la general. Si ya era difícil soportar la presión y ataque de los tres Jumbo estando por delante de ellos en tiempo, sería imposible teniéndoles a más de diez minutos. Cruzó la meta del Tourmalet en una grupeta con más de 27 minutos de retraso. La imagen no fue buena. El Tourmalet lo subió bromeando y sonriendo con sus compañeros de grupo. Aliviado quizá.
En los laterales, matrículas y maillots y banderas de Bélgica, caravanas que se habían cruzado Francia (y mira que es grande) para ver a su héroe en acción. Joao Almeida hizo gran parte de la etapa en solitario, sufriente, derrotado pero nunca entregado. A la larga la carrera de Evenepoel fue mejor que la del portugués. Pero ese día la actitud no dio la sensación de ser la correcta. Al menos disimula el gesto, simula que no estás guardando el esfuerzo para el día siguiente, empatiza. Por respeto a todos esos aficionados que se habían desplazado y soñaban con verle alzar los brazos como campeón que es. Una mera perspectiva.
La exhibición de Belagua no fue un espejismo. El líder del Soudal tenía mucha fuerza en las piernas. El acelerón que fuerza llegando a la cima de Larrau fue imponente. Bardet no pudo más que aceptar su papel secundario aquel día. Fue una Vuelta de altos y bajos para el belga, cuyo equipo terminó la primera etapa a oscuras, lo que afectó a su estado de ánimo. Ganna se creció para robarle la contrarreloj, mientras que su victoria en Arinsal se vio ensombrecida por el accidente pasada la línea de meta.
De camino al Tour 2024 tiene que sacar lecturas positivas, y es que el foco no estará puesto en él, pese a que sus rivales no caerán en la trampa y procurarán eliminarle lo antes posible. Más aún un Jumbo Visma que sale reforzadísimo de esta edición. Las dudas en alta montaña se irán disipando, si bien su problema no viene en la acumulación de montañas, sino en la ausencia de una contrarreloj normalizada que permita a los hombres completos optar a la victoria en rondas de tres semanas.
Por tanto, si nos vamos a sacar conclusiones, la temporada de Evenepoel no se puede decir que sea mala, puesto que sus éxitos en escenarios de primer nivel avalan un buen botín. Nada que ver con casos como el de Van Aert, con el que se ha caído en algunas comparaciones. Eso sí, es innegable que se ha enfriado el feeling del concepto de Remco como candidato a las vueltas de tres semanas. La réplica belga de Tadej Pogačar, con todos los matices, se ha conseguido, el de Soudal es protagonista en todo tipo de territorio.
Faltan peldaños para que el todavía campeón del mundo se asiente a esas alturas. Ya tiene una grande en el palmarés, ha resucitado la candidatura de los belgas a este tipo de pruebas y se le visualiza como un ciclista más hecho, pese a sus resonantes declaraciones a la prensa y ese carácter hinaultesco. Landa viene a reforzar en montaña las dudas que Soudal y Remco puedan ofrecer. El año posterior a tantos éxitos suele ser complicado por la ubicación de los listones. Veremos 2024, el año posterior al enfriamiento en Grandes.
Fotos: Unipublic / Sprint Cycling Agency / ASO – Delobel
Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.