Mortirolo. Un coloso relanza el Giro

Olvidado tras diversos enfrentamientos en el Medievo y durante las dos guerras mundiales, Vincenzo Torriani puso nuevamente de actualidad el Mortirolo a finales del siglo pasado. Por fortuna, en estas nuevas batallas, las armas con las que combatirían estos hombres serían sustituidas por bicicletas. Un camino forestal que se convirtió en mito gracias a la memorable ascensión protagonizada por Marco Pantani en 1994.

Si bien la primera ascensión en el Giro de Italia al Passo dello Stelvio data de 1953, y el estreno en dicha carrera del Passo di Gavia se realizó en 1960, el Passo di Foppa o Mortirolo no se incluyó en el trazado de la corsa rosa hasta 1990. Eso, a pesar de que estamos hablando de un puerto muy cercano a estos dos colosos y con una altitud máxima muy inferior; por tanto, la climatología no debía marcar tanto su inclusión como podía incidir con la del Stelvio o Gavia.

Y es que el Passo di Foppa no pasaba de ser hasta aquel año 1990 una mera pista forestal que unía las localidades del valle de Valtellina (Sondrio) con las del valle de Corteno (Brescia). La cercanía con esos dos mentados gigantescos puertos, junto con la posibilidad de endurecer aún más la carrera con la inclusión de este Mortirolo, llevó a Vincenzo Torriani a meterlo en el trazado.

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El topónimo “Mortirolo” obedece al parecer a que en estos lugares se desarrolló una batalla que enfrentó a las poblaciones locales contra las tropas de Carlomagno, allá por el año 773. Igualmente, estos parajes también fueron escenario de enfrentamientos durante las dos guerras mundiales que asolaron Europa en el siglo XX.

Para gustos, los colores. El paisaje que se divisa es el típico alpino de montañas altas y medias, con bosques y praderas. La ascensión en muchos momentos se desarrolla bajo la sombra. Sin embargo, para quien escribe, las vistas que ofrece la ascensión al Mortirolo, siendo preciosas, no se acercan a la majestuosidad que se alcanza remontando las rampas de Gavia y Stelvio. Al ser un puerto menos alto, está bastante cubierto de vegetación y la vista no puede recrearse tanto como en los anteriormente mencionados.

Lo que caracteriza definitivamente al Mortirolo, por tanto, es el durísimo porcentaje de sus rampas. Precisamente porque ese paso no estaba concebido para ser ninguna carretera, sino que fue concebido como pista forestal para el tránsito de otro tipo de vehículos. Además, durante la ascensión por la vertiente del valle de Valtellina, encontraremos varios tramos con una pendiente bastante asequible… lo que da idea de la “compensación” que es necesaria en otros tramos para que los datos al final de la subida sean los que son. Y son estos.

Desde Mazzo di Valtellina, en los Alpes réticos, para franquear el alto enclavado a 1.852 metros de altura, hay que superar un desnivel de 1.306 metros. Se dispone para ello de solamente 12.400 metros de muy estrecha carretera. Estamos hablando, por tanto, de un porcentaje medio del 10,5%, y con picos de hasta el 20%.

A diferencia también del Stelvio y del Gavia, no hay en la cima del Passo di Foppa ningún establecimiento comercial que contribuya a la mítica de ese puerto. No es posible comprar “souvenirs” allá arriba. Si bien es verdad que las curvas están perfectamente señalizadas, y las rampas son los recuerdos donde están escritos todavía los nombres de los ciclistas más importantes de las últimas ediciones del Giro. El lugar más destacado en este sentido es la curva número 11 de la ascensión desde Valtellina. Allí, en la zona de Piaz de l’acqua, está enclavada la escultura realizada por Alberto Pasqual que muestra a Marco Pantani mirando hacia atrás, y que fue inaugurada en 2006. Ahí también se han colocado varias placas de recuerdo.

No hemos sido capaces de encontrar, en las investigaciones para este artículo, ningún artífice especial de la inclusión del Mortirolo en la historia del Giro de Italia. Intentamos buscar una especie de George Steinés, el periodista de “L’Auto” que en 1910 descubrió para el Tour de Francia el paso del Tourmalet, pero no lo conseguimos hallar.

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Así que, a falta de ese personaje, la inclusión del Mortirolo hay que considerarla por ahora como una de las últimas contribuciones de Vincenzo Torriani, el gran capo del Giro en la década de los ochenta, a la épica del Giro. La grava se convirtió en asfalto, pues todavía el ciclismo no había descubierto aún el retorno al “sterrato” que comenzó tres lustros después. Pero quizás, además de este éxito, en la inclusión de este puerto haya también algo de “prueba y error”. Nos explicamos. En la primera introducción de este paso, la de 1990, se subió desde Monno. Fue en la décima séptima etapa, que discurrió entre Moena y Aprica, un domingo 3 de junio. Leonardo Sierra lo coronó en primera posición. Pero durante la bajada, el escalador venezolano se fue al suelo en varias ocasiones. Así, en la siguiente edición, el Mortirolo se franqueó en sentido inverso: se disminuía de esa manera el peligro de la bajada y se aumentaba la dureza. Es esta, la que parte desde Mazzo di Valtellina, la que hoy día está considerada ascensión “tradicional” al Mortirolo, y la que se convirtió casi de inmediato en una de las grandes escaladas históricas del Giro de Italia, incluso pese a ser tan reciente su incorporación a la historia de esta carrera.

De esta manera, en una época donde el ciclismo de grandes vueltas se reducía a Tour, Tour y sólo Tour, un coloso italiano ponía en vanguardia a la corsa rosa: el Mortirolo. En el 91, ascendido ya por la vertiente que se considera tradicional, Franco Chioccioli despejaba dudas atacando en sus duras rampas y sentenciando el Giro a su favor frente a Claudio Chiapucci y Marino Lejarreta.

Se volvería a subir en el 94, provocando que Miguel Induráin cuidara su peso y afinara quizás hasta más de la cuenta llegando a sufrir ante un Pantani desatado que, tras coronar en cabeza el Mortirolo, sentenciaría la etapa en Santa Cristina para ganar en Aprica. De esta manera, Marco Pantani realizó este día seguramente la contribución más significativa a la construcción del “mito” del Mortirolo. Resulta muy difícil olvidar aquella etapa celebrada el domingo 5 de junio de 1994. A la escalada de Pantani se unieron las imágenes de un Miguel Induráin pasándolo realmente mal en una gran vuelta. Cosa nunca vista hasta ese momento desde que el villavés arribara a la élite del ciclismo mundial. Al día siguiente, en la portada de La Gazzetta dello Sport, el periodista Candido Cannavò escribirá: «Tú, muchacho moreno, que vino de quién sabe dónde, inventaste un nuevo Giro, distorsionando las jerarquías de la técnica, la experiencia, la tradición».

El Mortirolo se volvería a subir los años 96 y 97, con dos claros protagonistas, Tonkov y Gotti. Etapa para Gotti y Giro para Tonkov en el 96 y etapa para Tonkov y Giro para Gotti en el 97. Una novedad: el final de etapa del año 97 no fue Aprica sino Edolo, justo tras el descenso. De la edición de 1996, inolvidable para quien escribe el momento en que Abraham Olano se descolgaba del grupo de los favoritos en una de sus duras rampas.

En el año 99, la etapa estaría marcada por la expulsión de Pantani por hematocrito alto. El público allí congregado, para una etapa que en principio iba a ser un baño de multitudes para el de Cesenatico, veía cómo coronaban el Mortirolo Gilberto Simoni, Ivan Gotti y Roberto Heras, siendo este último el ganador en Aprica. El salmantino es el primer y por ahora último ganador español en esta meta y atravesando este puerto. Nunca más volvería a subir Pantani el Mortirolo, cual si de una maldición se tratara.

Cinco años pasaron, hasta 2004, en los que la organización de la corsa rosa no volvió a introducir este puerto en la carrera. Fue en una etapa corta, en la que se subía casi de salida, para completar la etapa con Vivione y meta en Presolana. Se vivía una etapa vibrante en medio de la pugna en Saeco entre sus líderes Simoni y Cunego. Simoni y Garzelli se escapan de lejos, pero no es suficiente para Simoni; etapa para Garzelli y Giro para Cunego que limita pérdidas.

Para entonces, Pantani había muerto meses antes, el 14 de febrero. Casi 10 años después de su histórica subida del 94. Un puerto que dio mucho al genial escalador italiano, pero al que sin duda aquella majestuosa escalada de Pantani lo elevó a la categoría de mito.

La siguiente subida, en 2006, valdría para que Ivan Basso demostrara su superioridad en el Giro, atacando con un fuerte ritmo en el Mortirolo y desprendiéndose de todos sus rivales a excepción de Simoni, al que descolgaría en Aprica. Etapa y Giro para Basso.

En 2007 descansaba el coloso, para volver en 2008 con un final de etapa novedoso en Tirano tras subir Gavia, Mortirolo y Aprica. El Giro llegaba en un pañuelo con Contador dejando dudas y Ricardo Riccò amenazando el rosa del de Pinto. Sin embargo, una magistral actuación del gregario de Contador, Toni Colom, que coronaría en solitario el Mortirolo para ayudar posteriormente a Contador, no ocultaba una subida decepcionante en la que los rivales de Contador casi no probaban, en el quizás peor día de Riccò en el Giro, con un Contador sólido que casi aseguraba su triunfo en esta jornada.

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Tras otro parón en 2009, el Mortirolo volvía a ser decisivo en 2010. El líder, un sorprendente David Arroyo, que había aprovechado una fuga bidón camino de L´Aquila, ponía muy caro el Giro tras ceder en la subida del Mortirolo ante el empuje de Ivan Basso. Arroyo se lanzaba en el descenso y estaba a punto de enlazar, cediendo finalmente en Aprica y perdiendo el liderato a manos de Basso. La etapa en Aprica era para Scarponi y el bravo Arroyo se colocaba segundo. A pesar de que quedaba la etapa del Tonale, el Mortirolo, con su subida y su descenso, había posicionado el Giro. Las tres primeras posiciones ya no cambiarían a final de Giro: Basso, Arroyo y Nibali.

En 2012 se subía por Tovo (Valtellina), vertiente durísima, en la que el líder Purito atacaba, aunque tímidamente, para distanciar a su rival Hesjedal, si bien todo iba a decidirse en el tramo entre el Mortirolo y el Stelvio (final de la etapa) y en la subida final. Joaquim Rodríguez mantenía el liderato, pero apenas si podía sacar tiempo a un Hesjedal que lo remataba en la crono final para llevar el Giro a Canadá.

En 2015, el Mortirolo iba a ser testigo de una subida antológica por parte del líder Alberto Contador. Cortado el madrileño por una caída en el descenso previo a Aprica, recuperaba más de un minuto a todo un grupo de corredores, con Aru, Landa y Kruijswijk a la cabeza. Tras contactar, atacaba y dejaba a Aru… Landa ganaba la etapa, pero Contador, a pesar de ceder en Aprica, llegaba con Kruijswijk y sentenciaba un Giro que por momentos durante la etapa se le había puesto muy muy cuesta arriba.

Su ubicación al principio de la etapa, en la edición del Giro de 2017, propició que su ascensión resultara una de las más descafeinadas y no tuvo mayores consecuencias en la general, siendo coronado en primera posición por el murciano Luis León Sánchez.

Ya más recientes en la retina figuran las dos últimas ascensiones. La subida durante la edición del Giro 2019, entre la tempestad, resultó muy espectacular. Fue Giulio Ciccone quien lo cruzó en primera posición, en una etapa en la que Richard Carapaz mantuvo la maglia rosa. Y en 2022, subido desde Edolo, con Koen Bouwman cruzando primero.

Artículo escrito de manera conjunta por Raúl Ansó Arrobarren y Pedro García Redondo.