En las vísperas del comienzo del Tour de Francia, es costumbre que se abran debates apasionados acerca de quiénes son los favoritos para vestirse en París con el famoso maillot jaune. Abundan también los relatos de antiguos enfrentamientos por la lucha por ese maillot. Y también abundan otros relatos de sucesos rocambolescos ocurridos en la maravillosa historia de la Grande Boucle. Hoy nos centraremos en éste último apartado.
Os contaremos unas luchas de lo más curiosas, repletas de triquiñuelas, por llegar a París en el último puesto de la clasificación general. Un puesto que era codiciado por los jugosos contratos que reportaba en los criteriums post-Tour. Porque, no era lo mismo ser presentado en sociedad como el nonagésimo octavo de la general, que ser presentado como el farolillo rojo del Tour de Francia: la también famosa “lanterne rouge”.
Durante la temporada de 1.977 debutaron en profesionales dos ciclistas que iban a protagonizar un curiosísimo enfrentamiento durante los años siguientes en el marco del Tour de Francia. Tras setenta y cinco victorias en el campo amateur, el francés Philippe Tesnière no debutó en profesionales en un equipo cualquiera. Lo hizo con el maillot azul marino y blanco del Fiat France. En este equipo corría ni más ni menos que Eddy Merckx, cierto es que ya en su decrepitud. Dos victorias obtuvo Tesnière en su primera campaña con los pros. Pero Tesnière no formó parte del equipo con que Merckx afrontó el último Tour de su carrera. Por su parte, el austríaco Gerhard Schönbacher pasó a profesionales en una escuadra mucho más modesta, la belga del Carlos- Gipiemme.
Philippe Tesnière sí fue de la partida en Leiden (Países Bajos) para el Tour de 1.978. No le fue demasiado bien a nuestro protagonista. Acabó en última posición. Si buscó o no buscó este puesto, en aquel entonces fue algo que pasó bastante desapercibido. La polémica llegaría en el Tour de 1.979. El rival de Tesnière, todavía con el maillot del Fiat, para ese último puesto de la general, iba a ser el ya nombrado Schönbacher, que corría con el Daf Truckx- Aida.
Tras una primera semana sin mucho protagonismo, el equipo Daf consiguió, de la mano del neerlandés Jo Maas, el triunfo en una etapa. Sin embargo, los patrocinadores no estaban satisfechos y deseaban mayor publicidad a su inversión. Hubo una reunión de los jefes del equipo con sus ciclistas… Una reunión a la que acudió por casualidad un periodista que sugirió la idea de que, ante la imposibilidad de luchar por el maillot amarillo… luchasen por el farolillo rojo, dada la repercusión mediática que tenía ese puesto, y los contratos de los critériums post-Tour que seguramente les iba a reportar.
Efectivamente, fue nuestro protagonista Schönbacher quien aceptó el reto. Conforme se difundía el nuevo objetivo del austríaco, aumentaba la publicidad deseada por los patrocinadores, gracias al interés mostrado por la prensa que entrevistaba y fotografiaba al hasta entonces inadvertido ciclista de Graz.
En una época sin pinganillos, y con los fueras de control sujetos a porcentajes respecto a los tiempos del vencedor de cada etapa, el reto de ser el último de la general no era algo fácil. Sin embargo, la repercusión en la prensa, propició que algunos periodistas se “aliasen” con él, y le facilitaban referencias temporales. Pero estos hechos nunca obtuvieron la aprobación de Goddet y Lévitan, los patrones absolutos del Tour. Ambos pensaban que con actuaciones de ese tipo se obraba en contra de la ética del deporte, y se corría el riesgo de convertir el Tour en un circo.
Pero es que además, se desveló un hecho que hasta ese momento había pasado desapercibido. El gran rival del austríaco en el logro de su novedoso objetivo era el francés Tesnière. Precisamente el farolillo rojo del Tour de 1.978. Con lo que surgió la duda de si el francés también había buscado ese puesto el año anterior, solamente que nadie le había hecho ninguna injerencia para lograrlo.
La cuestión es que faltaban cuatro etapas para que el Tour del 79 llegase a París. Se celebraba una contrarreloj individual en Dijon de casi 50 kilómetros. El hasta entonces farol rojo Tesnière tomó la salida en primer lugar. Seguidamente lo hizo Schönbacher. Los dos ciclistas rivalizaron por ver quien corría más lento. La jugada le salió mal al francés porque entró a meta, tras los posteriores cálculos porcentuales, fuera de control. Fue eliminado de una carrera que pasó a encabezar por la cola el austríaco Schönbacher.
Schönbacher se aseguró así el farol rojo. Pero además todavía guardaba una sorpresa para la etapa final de los Champs Elysees. A falta de unos cien metros para cruzar la línea de meta de la última etapa, el austríaco se bajó de la bicicleta y cruzó la meta andando, junto a su bicicleta por supuesto, para no ser descalificado. Cuando llegó a la línea de meta, se arrodilló, y besó esa línea pintada sobre tan histórico marco. Los periodistas nuevamente corrieron tras él. El objetivo de Gerhard había sido de sobra cumplido.
Tal fue la popularidad alcanzada durante el Tour de 1.979, que en la salida de Frankfoort del Tour del año siguiente, nuestro protagonista austríaco se marcó idéntico objetivo. Pero esta vez su rival ya no iba a ser Tesnière. Sus rivales iban a ser unos huesos duros de roer. Ni más ni menos que Jacques Goddet y Félix Levitán, los mandamases del Tour. Estos introdujeron en el reglamento del Tour una nueva norma.
A partir de la tercera etapa del Tour, el corredor que ocupara el último lugar de la general sería eliminado de la carrera. Lo primero que le debió venir a la mente de Schönbacher fue que la más grande carrera del mundo estaba cambiando su reglamento… nada más y nada menos que por él. Lo consideró como una especie de triunfo y aceptó nuevamente el reto de llegar el último de la general a París, con esta dificultad añadida.
En el equipo Peugeot Esso Michelin corría por entonces el francés Roger Legeay, a la sazón entonces presidente la Asociación de Ciclistas Profesionales. Habría que situar en contexto previamente a los lectores. Por entonces, las etapas llanas de la primera semana del Tour eran muy temidas por los escaladores, que llegaban a perder, entre contrarreloj individual, contrarreloj por equipos, pavés y demás circunstancias, muchísimo más tiempo del que pierden ahora. Legeay ejerció de portavoz de los ciclistas y manifestó sus quejas a los patrones del Tour. Consideraban injusto que, simplemente por el hecho de ir momentáneamente últimos de la general, fuesen eliminados de la más grande carrera.
La “broma” de Schönbacher había alcanzado unas cotas inimaginables. Empezaba a sentir hostilidad por parte de algunos miembros del pelotón. Eliminarles por su culpa… eran palabras mayores. Goddet y Levitán modificaron nuevamente el reglamento. La norma estuvo en vigor, según los datos de la página web “Memoire du cyclisme”, a partir de la disputa de la décimo cuarta etapa hasta la décimo novena. De su aplicación salió perjudicado, entre otros, el catalán Joan Pujol, por entonces corredor del Kelme.
Tesnière, enrolado ya en el equipo Boston Mavic, no fue rival en esta oportunidad ya que una caída en la tercera etapa le obligó a abandonar el Tour. Schönbacher no ocupó en ningún momento el último lugar de la clasificación de la general… hasta que lo “obtuvo” tras la última etapa. Había conseguido burlar a la organización y a algunos compañeros que ya le reprochaban su actitud, y consiguió de nuevo su objetivo.
Pero Schönbacher ya no corría en el Daf Trucks Lejeune. En 1.980 corrió para el Marc IWC V.R.D. A su nuevo patrón no le había gustado que se hubiera clasificado el último adrede y cuando además ya parecía que no buscaba ese objetivo. Como a Goddet, Levitán y ya a tantos otros, no le parecía ético. Así que, durante la cena del último día en París, el patrón de Marc acusó a Schönbacher de dar mala imagen del equipo. Como al día siguiente no había ya etapa, Gerhard Schönbacher al parecer había bebido alcohol en exceso. Le dijo unas cuantas cosas a su patrón y éste optó esa misma noche por despedirlo del equipo.
A la mañana siguiente, al parecer, Patrick Lefevere, entonces director deportivo de la escuadra, aún le ofreció a Schönbacher rectificar. Pedir disculpas a su jefe y volver a reintegrarse al equipo. Pero el austríaco también era orgulloso y se negó a retractarse. La fama alcanzada le permitió a Schönbacher participar nuevamente en numerosos critériums post Tour que le rentaron buenos beneficios.
Para la edición del Tour de 1.981 Goddet y Levitán suprimieron del reglamento la norma que eliminaba al último clasificado de la general tras la disputa de cada etapa. Schönbacher participaba nuevamente en el Tour esta vez con Bernard Thévenet como jefe de filas en el equipo Puch Wolber Campagnolo. Pero tuvo claro desde el primer día que ya no iba a ser el “bufón” de los medios de comunicación. Se marcó como reto ganar la última etapa de París, pero no consiguió su objetivo. Este Tour de 1.981 fue el último de Schönbacher.
En el otoño de 1.987 el cáncer se llevó la vida del conocidísimo Jacques Anquetil. Por aquellos días falleció, también por la misma enfermedad pero de una forma más desapercibida, nuestro otro protagonista francés de hoy: Philippe Tesnière.
Fotos: Pegasus Books / Roleur
Raúl Ansó es pamplonés y cumple más de una década en proyectos como Road & Mud, Urtekaria, Desde la Cuneta, Planeta Ciclismo, High-Cycling y ahora Le Puncheur. El espíritu crítico y una visión siempre interesante sobre la actualidad, además de gran historiador del ciclismo.