Una campaña clásica más, una nueva edición del Tour de Flandes, una nueva edición de la París-Roubaix, una nueva oportunidad. Como en cada primavera, en la cabeza de Wout van Aert comenzaba a aparecer un pensamiento. ¿Y si esta vez sí? Son ya muchas las temporadas en las que se le resisten los dos grandes monumentos adoquinados del calendario. Caídas, pinchazos, derrotas en el sprint final, son tantos, tantos fracasos en el momento decisivo, que hasta parece que hemos perdido la confianza en un ciclista que nos enamoró allá por 2018.
Los años van pasando y al belga se le continúan resistiendo unas carreras con las que mantiene una relación de amor-odio. En las fechas previas a las grandes citas (E3, Gante, Kuurne), van Aert responde, pero a la hora de la verdad, cuando por fin llega el momento, cuando la afición belga vuelve a soñar con algo grande, esas mismas piedras sobre las que ya ha desfilado victoriosamente, deciden darle la espalda, para una vez más, acabar con todas sus esperanzas. Son muchas las exhibiciones que se nos vienen a la cabeza cuando hablamos de Wout, sobre todo, en el Tour. Esa competición por excelencia que va más allá de lo puramente ciclístico. Sin embargo, en sus grandes citas, aquellas en las que tiene que responder con la misma fuerza que su compañero Jonas Vingegaard en la ronda francesa, aparece otro nombre, Mathieu van der Poel. Un ciclista que arrasa allá donde va, y que a diferencia de Wout, con el paso de los años, ha demostrado que tiene ese aura, ese don de ganar en los días grandes.
No sabemos si es suerte, si es una cuestión de piernas, si él se lo cree y se dedica a cumplirlo. Probablemente, se trate de un cúmulo de circunstancias. Dos hombres compitiendo desde niños y con una rivalidad que cada vez recuerda más a la de figuras históricas como Anquetil y Poulidor, un duelo en el que siempre había un mismo vencedor y un mismo vencido. Precisamente, parece que esta situación se encuentra cada vez más patente entre Mathieu y Wout. Cuando los dos corredores se enfrentan en las grandes citas, el triunfador siempre es el mismo. Una situación que podría dar lugar (si es que no lo está haciendo ya) a que el corredor de Visma comience a adquirir esa etiqueta de “perdedor”, ya que, por unas circunstancias u otras, no es capaz de reaccionar en los días marcados en rojo en el calendario.
Más allá de esta pugna entre ambos y de un dilema basado en poner etiquetas, el próximo domingo, Wout tenía una nueva oportunidad para redimirse y demostrar que él también era capaz de ganar en días grandes, que es un campeón, que sabe volar sobre los adoquines. En Harelbeke, evidenció que tenía piernas para haberse llevado la victoria. Sin embargo, un resbalón en el Paterberg le impidió enfrentarse frente a Mathieu en un nuevo tú a tú.
Fue un mal apoyo, un resbalón, o simplemente mala suerte. Una mala suerte a la que esta temporada parecía que ya había plantado cara. «Ya está, ya la he dejado atrás, ahora tengo todas conmigo», pensaría el belga. Sin embargo, lo peor todavía estaba por ocurrir. El pasado miércoles, un bandazo, un toque o quizás, una mala frenada, acabaron con las esperanzas de verle triunfando en Flandes y Roubaix. El resultado, múltiples fracturas, en la clavícula, las costillas y el esternón, además de diversas abrasiones en todo su cuerpo.
Todo el trabajo de meses anteriores se había esfumado en apenas unos segundos. Según las últimas noticias, parece que Wout tampoco podrá llegar al Giro, otro de sus grandes objetivos de esta temporada. Esta situación podría derivar en que el belga se presentase en la línea de salida del Tour, algo que en un principio no estaba en sus planes. En el horizonte, también tendrá la opción del sueño olímpico. El circuito de Paris se adapta muy bien a sus características y quién sabe si podría ser su gran recompensa tras esta serie de infortunios que lleva sufriendo durante las dos últimas temporadas.
Depare lo que depare el futuro, lo que está claro es que Wout regresará más fuerte y con dos grandes objetivos entre ceja y ceja: El Tour y los Juegos Olímpicos.
Imágenes Getty Images / Belga Mag
El riojano Sergio Quintana es una joven promesa del periodismo ciclista español. Además de escribir artículos sobre ciclismo profesional para High-Cycling y ahora para Le Puncheur, se encarga de dirigir el programa de YouTube.
Hola Sergio:
Primero toca recuperarse bien y a partir de ahí hacer una planificación de lo que quede de la temporada del 2024.
El TdF nunca fue ni será su objetivo para 2024. Si acude al TdF … como máximo será para trabajar para Vingegaard y para coger la forma que le sirva para los Juegos de Paris ( y quizá la Vuelta) pero nunca será “ un objetivo”.
Para Wout el 2024 se caracterizaba como el año en el que, por fin, iba a perseguir SOLO objetivos individuales (la general del Giro, las clásicas y los JJOO) y es posible que, por la caída, esto se irá al traste y de nuevo le toque trabajar para otros.
Ojalá se recupere y pueda perseguir sus propios objetivos. Este tipo de corredores nunca debería trabajar día sí y día no para otros en un TdF ( y pienso exactamente lo mismo con García Cortina; no entiendo para nada como puedes hacerle renunciar a MSR y algunas clásicas belgas y de ese modo preparar perfectamente el Tour de Flandes de este domingo para hacerle trabajar en la Volta para Más, Quintana y Rubio. Como si para currar diariamente no hay otros en el equipo. Muy mal Movistar, no aprenden)
Un saludo,
Paco Avila