Tadej Pogačar se viste de rosa en Oropa

Crónica de una victoria anunciada

Como si se tratara de la novela de Gabriel García Márquez, el mundo del ciclismo sabía lo que iba a suceder el pasado fin de semana. Tadej Pogačar se vestiría de rosa. Era más que un pronóstico, era una certeza, una predicción que sucedería casi con seguridad. Finalmente, aunque la victoria llegó más tarde de lo esperado, así fue.

Para entender el desenlace, hay que remontarse a la tarde del sábado, durante la etapa inaugural del Giro de Italia. Con 143 kilómetros y final en Turín, fue una jornada digna de las siempre brillantes carreras italianas que se disputan a finales de temporada. Quizá eso pensaba el UAE Team Emirates cuando decidieron encender la locomotora a falta de 32 kilómetros para la meta. Parecía que, en su cabeza, estaban en pleno mes de octubre, disputando el Giro de Emilia o los Tres Valles Varesinos.

RCS Sport

El conjunto emiratí estaba decidido a romper la carrera. Sus corredores iban cayendo uno a uno mientras imponían un ritmo endiablado que provocaba una notable reducción del grupo de favoritos. Sin embargo, como si recordaran que no estaban en una clásica de un día, sino en una gran vuelta, decidieron frenar. Rafael Majka moderó el ritmo y el pelotón, como un acordeón, volvió a ensancharse. ¿Acaso Tadej no estaba como él quería? ¿Se dieron cuenta de que se habían precipitado? Quién sabe, pero la decisión estaba tomada: jugarían su baza en la última ascensión.

Dicho y hecho, el UAE arrancó en solitario en busca de la maglia rosa. Sin embargo, se encontró con dos inesperados rivales que, a la postre, terminarían por aguar la fiesta. Un espectacular Jhonatan Narváez le arrebató la victoria en el sprint final, mientras que Maximilian Schachmann logró la segunda posición, y Tadej se conformó con ser tercero. El esloveno había fallado, pero no iba a quedarse ahí.

Ayer tuvo una segunda oportunidad y no la desaprovechó. El Santuario de Oropa esperaba y el esloveno se presentó en la línea de salida para, esta vez sí, cumplir con su destino, al igual que lo hizo Santiago Nasar, el protagonista del libro de García Márquez. No había nada que hacer, nada ni nadie podía evitarlo. Ni siquiera un pinchazo a pie del puerto, que provocó una pequeña caída para el esloveno, le impidió seguir con su camino. Como si no le costara esfuerzo, remontó posiciones en el pelotón y, en apenas un abrir y cerrar de ojos, volvió a encabezar el grupo de favoritos. Ahí estaba, otra vez, dispuesto a cumplir con su destino. Dispuesto a asestar el golpe definitivo que le permitiera vestirse de rosa.

A falta de cuatro kilómetros para la meta, llegó el momento. El corredor del UAE se lanzó hacia su cita con el destino, mientras rivales como Ben O’Connor se negaban a aceptar lo que iba a suceder. El australiano tiraba más de fe que de piernas y finalmente terminó por explotar ante la fuerza de una profecía que se encaminaba a cumplirse.

Luca Bettini

Tadej, al igual que en la novela de García Márquez, se marchó en solitario para cumplir con el destino. Por detrás, sus rivales intentaban hacer diferencias entre ellos. A diferencia de Ben O’Connor, sabían que no podían hacer frente a esa victoria anunciada. Una victoria que, tal como se había predicho, se logró en solitario. Por detrás, el grupo de «mortales», comandado por Daniel Felipe Martínez y Geraint Thomas, trataba de mantenerse a flote.

Pogačar cumplió con el destino y se enfundó la ansiada maglia rosa. Ahora, habrá que ver si la novela sigue su curso y si el UAE decide soltarla en los días venideros para descansar y recuperarla en el momento de la verdad.