¿Es justa la ausencia de Carapaz en los JJOO?

Jhonatan Narváez es el ciclista seleccionado para participar en los Juegos Olímpicos de París representando a Ecuador en 2024. En cualquier otro contexto, esta selección sería de lo más corriente, entrando dentro de la lógica, pues la primera maglia rosa del Giro de Italia de esta misma campaña es un corredor cuyas condiciones se adaptan a las mil maravillas al circuito planteado para la capital parisina. El problema viene en la letra pequeña, y es que el actual ciclista del Ineos Grenadiers ocupa la única plaza de la selección americana, lo cual significa en términos absolutos la no participación de Richard Carapaz, nada más y nada menos que el campeón olímpico en Tokio 2020.

Fuera de consideraciones sobre la presencia de la bandera del Education First en París, la participación de Jhonatan Narváez es totalmente merecida. Pocos ciclistas hay con más opciones que el ecuatoriano, dadas sus características ciclistas y comprobado su olfato en días sueltos. Es el típico que sorprende ante el marcaje férreo que se prevé entre los grandes favoritos y que con un circuito que esta vez sí permite separar el grano de la paja por la subida a Montmatre, así como las sorpresas posteriores entre la confusión de las posibles situaciones de carrera. La ausencia de pinganillos y la presencia de sólo cinco miembros en las grandes selecciones abre el resultado final.

Jhonatan Narváez, con la primera 'maglia rosa'.
Jhonatan Narváez de rosa en el último Giro d’Italia – Imagen RCS

Pero no deja de ser cierto que la ausencia del campeón por una mera cuestión de espacio resulta una auténtica pena. Carapaz es uno de los mejores ciclistas del mundo y que no tenga hueco para participar consiste en un error normativo que debería corregirse sí o sí. También puede consistir en una estrategia de la Federación Ecuatoriana para ejercer presión, generar debate y un problema que tiene una única solución: ampliar a dos el cupo de participantes con bandera de Ecuador. El cambio sería en ampliar una plaza los equipos del campeón anterior. Añadiría, desde un punto de vista personal, que dicha plaza se otorgase exclusivamente al ciclista que lució la medalla de oro en los Juegos Olímpicos anteriores, y que ésta no pueda ser entregada a otro corredor.

No parece que vaya a producirse ningún cambio a este respecto y el ciclista de El Carchi verá la carrera por televisión. Una decisión propia de la UCI, aunque no lo es porque no tiene competencia en este asunto, y un sinsentido. El asunto podrá verse de cualquiera de las maneras, pero que el vigente campeón de una carrera no pueda defender su título, sin mediar ningún tipo de sanción, no deja de ser injusto. Sucede parecido con la participación de los equipos en las sucesivas carreras del calendario. La victoria el año anterior debería garantizar por normativa la presencia en la edición posterior. Es decir, si un ciclista de Bardiani hubiese batido a Pogacar en el Giro de Italia (pausa para las carcajadas), perfectamente podría verse apeado de su posibilidad de defender su título en 2025.

Último pódium olímpico – Imagen Reuters

Dependería de que el equipo fuese de nuevo seleccionado para disputar la prueba o de que el vencedor eligiese para participar una escuadra que tenga garantizada la presencia automática en cierto tipo de calendario. Es decir, un World Tour. En ese sentido, tenía mucha mayor lógica la forma de gestionar anterior, con garantía de plaza en las vueltas de tres semanas para los mejores equipos por puntos y la clasificación automática de los equipos del campeón de cada una de las tres grandes. Se trata de premiar a quienes han obtenido un triunfo de esas características y que se pueda ver al dorsal número uno ser realmente el dorsal número uno. En el Giro, sin ir más lejos, desde Dumoulin (2018 tras vencer en 2017) nadie lo ha lucido, en esta ocasión teniendo la posibilidad. ¿Es eso también justo para las carreras?