20 años de la Vuelta a España sin norte (2004)

Cuando la carrera se presentó, los titulares de los medios entonces no sólo mayoritarios sino exclusivos se referían al recorrido presentado en diciembre para la Vuelta a España de 2004 con muy poca consideración. «La Vuelta sin norte», llegaron a espetar en AS, medio oficial de la carrera. Pasó muy desapercibida aquella sucesión de etapas que coronaba en Madrid tras 21 días atravesando montañas, algunas de las cuales eran inéditas. Sí, ésas que se proclamaban como fundamentales en los foros más especializados, cuyas súplicas nunca fueron, hasta entonces, atendidas. 


Veníamos de ver a Roberto Heras derrotar in extremis al sorprendente Isidro Nozal en el Alto de Abantos, cuya cima albergó una cronoescalada que iba a resultar definitiva en favor del salmantino. Edición muy favorable a rodadores que iba a dar paso a otra con clara vocación hacia el cielo. Montaña tras montaña tras montaña, muchas inéditas, antes de alcanzar la contrarreloj final, recortada en kilómetros con respecto a pasadas ediciones, eso sí. Regresaba la cronoescalada, con meta en Sierra Nevada y ascenso por Monachil, puerto que se atravesaba un día antes camino de Granada. 

También se estrenaba Calar Alto, Velefique y la sierra de los Filabres, en un homenaje a quienes sostenían que en España también se podían diseñar los etapones de alta montaña. En esas estábamos cuando se añadían al menú otras maravillas como la tortuosa etapa camino del Alto de Aitana o Xorret de Catí, el serrucho de acceso a La Covatilla, la clásica etapa de Ávila y otra en Guadarrama, con el añadido intermedio de una pestosísima etapa que incluía de nuevo Abantos. Un menú montañoso jamás visto en la ronda hispana. Sin embargo, las críticas fueron feroces por omitir en una ocasión el paso por Asturias y Pirineos, por el novedoso Angliru o por los clásicos Lagos de Covadonga. 

En la línea de salida de León se presentaba Roberto Heras, el gran favorito. El ahora escalador de Liberty Seguros había fracasado en el Tour y se enfrentaba al reto de empatar a victorias en la Vuelta con Tony Rominger. Los rivales llegaban desde fuera, como el norteamericano Floyd Landis, Alexandr Vinokourov o el italiano Damiano Cunego. Pero todos los ojos estaban puestos sobre Alejandro Valverde, la sensación de la edición anterior. Jovencísimo y dando exhibiciones a lo largo de la temporada, se presentaba con la pretensión de vencer y convencer. También Paco Mancebo se presentaba con galones, unido a la presencia de Joseba Beloki, que reaparecía tras su durísima lesión, o Aitor González, con ganas de redimirse de fracasos previos. 

Todo comenzaba en León con una crono por equipos que vestiría de amarillo a Landis. El US Postal daba primero y ubicaba al americano por delante. El velocista del momento, el italiano Alessandro Petacchi, se llevaría cuatro etapas, por una de Óscar Freire. No hubo más llegadas masivas. Al segundo día en línea se impuso Valverde en una exhibición en el repecho final de Soria. Fue imparable, entre la lluvia, un ciclón. Camino de Morella vimos en acción a Denis Menchov, claro protagonista un año después, en una bellísima etapa por las montañas que unen las provincias de Teruel y Castellón. La crono de Almussafes repartió el botín entre Tyler Hamilton y Landis, ambos con bandera de EEUU. 

Así se llegaba a la montaña. Aitana regaló a Piepoli el triunfo que tanto merecía en una vuelta de tres semanas, en compañía de Heras, que ponía las cosas en su sitio tras una bestial exhibición de fuerza del nuevo gregario, Isidro Nozal. Los demás, a sufrir y llegar a segundos del escalador español. Pero Landis aún resistía. En Xorret de Catí volvía a la carga, con menos efectividad. En este final, más explosivo, sacaría tajada Valverde, viendo a un compañero suyo levantar los brazos: Eladio Jiménez, quien también se llevó el triunfo en la cima alicantina varios años antes. 

La etapa que llegaba a Murcia, entre la histeria del público local, iba a ser más decisiva de lo que parecía. Alejandro Valverde, ídolo de masas, caía en una cuneta. Sangrando y empujado por sus compañeros, el ciclista del antiguo Kelme pudo alcanzar la meta en tiempo, rumiando el abandono. Vino el día de descanso y el murciano tomó la salida en la considerada etapa reina, con tres puertos que perfectamente podían haber sido considerados fuera de categoría: Velefique, Calar Alto (desde Bacares) y Calar Alto (desde Gérgal). La batalla fue sonada, con muchos escaladores buscando la fuga y un modesto, Paco Lara, haciendo camino entre colosos inhóspitos y solitarios. ç
Cyclisme : Roberto Heras indemnisé pour la Vuelta 2005
Imagen Biville

Llegada la subida final, ritmo martillo del Liberty Seguros de Manolo Saiz, que iba seleccionando el grupo, líder incluido, hasta que sucedió lo impensable. El ritmo era infernal, con todos sufriendo para seguir las ruedas de Marcos Serrano e Isidro Nozal. Sin embargo, de pronto arrancó un prodigio de la naturaleza que estaba desatado. Era Alejandro Valverde. Se podía interpretar como el canto del cisne, pero no fue así. Destrozó los esquemas del Liberty, y eso que su ofensiva duró poco, y provocó que entrasen en acción los fuertes, que se adelantasen los plazos. Heras dio matarile a todos y se encaminó hacia su única victoria de etapa, acompañada del maillot oro de líder, que conservaría hasta Madrid. 

Aquel día se vio lo que iba a ser la Vuelta de ahí al final. Heras intentando controlar el avispero en el que destacaba Valverde y resistía Mancebo. Pero en el que surgía un escalador al que nadie había prestado atención: el asturiano Santi Pérez. En la última rampa de Calar Alto recortó muchísimo la distancia con Heras, muestra de su poderío. En el Purche, un par de días más tarde, fue el más fuerte y se llevó la etapa. Y en la cronoescalada voló, literalmente. Heras sufrió para mantener el liderato frente al asturiano del Phonak y Valverde, al que esta disciplina se le daba de mil maravillas. Lástima que el ciclismo no se haya prodigado más en ella durante su larga trayectoria. 

Faltaba el sistema Central y cuatro etapas de montaña consecutivas. Heras llegaba a casa de líder. En Béjar todo era fiesta y celebración, pero no fue un día de transición precisamente. Valverde dio el susto durante la etapa, mostrándose a cola de pelotón en el durísimo puerto de Honduras. El murciano iba a estar delante, pero perdió comba con los demás aspirantes. Por un lado, Mancebo seguía siendo regular. Por otro, Santi Pérez buscaba el duelo con Roberto Heras, batiéndole de forma majestuosa. Etapa para el colombiano Félix Cárdenas, del añorado Cafés Baqué. Camino de Ávila vimos una exhibición de ganas de Mancebo, henchido en su tierra y lanzando ataques en Serranillos y en Navalmoral. En este último, en un contrataque, se imponía Santi Pérez, que hizo verdadero daño. 

El empate técnico se mantendría camino de Collado Villalba, con una ristra de puertos que dieron como vencedor a Tino Zaballa. Faltaba Navacerrada. Con el plato grande arrancó Santi Pérez, con Heras a rueda, intentando no sentarse en un duelo que, de no ser por el positivo del asturiano posterior a la Vuelta, aún se recordaría. Heras, un gran escalador, pasando verdaderos apuros por seguir al de Phonak. Se retorcía sobre las siete revueltas el bejarano para acabar perdiendo terreno, aunque no el suficiente para poner en riesgo su tercera victoria en la Vuelta. Ganaría José Enrique Gutiérrez en aquella durísima jornada. 

Llegaba la crono de Madrid sobre apenas 28 kilómetros. Una contrarreloj corta que vio a los mejores de la general marcando los mejores tiempos. No hubo posibilidad de conservar especialistas, que fueron abandonando ante tanta montaña. Entre los veinticinco primeros, únicamente dos italianos. El resto, todo españoles. 119 corredores terminaron aquella edición, una de las más duras que se recuerda. 

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