Os Ancares y el mérito del aficionado a la Vuelta

La Vuelta a España ha regresado después de diez años a Os Ancares, esas montañas que separan los valles lucenses y leoneses y que han sido motivo de riñas administrativas entre diputaciones durante años con el objetivo de modificar las líneas del mapa. Después de vivir las victorias de etapa de ‘Purito’ Rodríguez, de Contador, y disfrutar de ciclistas de la talla como Chris Froome, Vincenzo Nibali, Nairo Quintana, Peter Sagan o Alejandro Valverde, el tiempo y las generaciones han pasado y ahora son Primoz Roglič, Enric Mas, Mikel Landa y compañía los que agitan la voz de los aficionados para romper la tranquilidad de un valle injustamente silenciado para el ciclismo durante demasiado tiempo.

Por primera vez se ascienden las temidas rampas de la vertiente de Tejedo de ‘O Rei’ Ancares. Este coloso se estrenó en 2011 y de nuevo en 2012 y 2014 repitió ascensos por sus caras gallegas. Balouta, ese Galibier lucense, y Pan do Zarco, el Mortirolo ancareño, dejaron por descubrir la variante de Piornedo (eterna) y esta que nos ocupa, la única leonesa, con apenas 7 kilómetros de ascensión y unos últimos cinco mil metros donde el porcentaje medio supera el 12% de media. En resumen, una auténtica pared. Hasta allí quiso llegar la decimotercera etapa de la Vuelta a España 2024. Objetivo cumplido para Javier Guillén, director general de la carrera, quien se enamoró de esta vertiente cuando reconoció los Ancares tiempo ha.

El ciclista canadiense Michael Woods del equipo Israel- Premier Tech durante la decimotercera etapa de la Vuelta ciclista a España.
AFP

El valle entero y las localidades del Bierzo preparan la llegada del 30 de agosto con mimo. Las fiestas patronales y el verano acogen a multitud de gente joven en el valle que tiene sus orígenes lejos de la montaña. Acuden a la llamada del pueblo donde sus familias han crecido y vivido, con la ilusión añadida de la población local, que prepara cartelones para que el helicóptero de televisión ponga este valle en el mapa del mundo entero. Camisetas conmemorativas del día, en sintonía con el rojo corporativo de la Vuelta. Un río de cicloturistas que sufren en primera persona las pendientes del puerto. También acuden, cómo no, aficionados al ciclismo, a la montaña, y las cientos y cientos de personas que trabajan a diario en esta feria ambulante que es la Vuelta.

Los vecinos de Tejedo de Ancares han preparado parkings en prados y zonas hábiles. Se intenta dar cobijo a todo espectador que quisiera venir a compartir con ellos el día. Alberto y sus amigos nos los muestran, aunque se hallan prácticamente vacíos. Un bar móvil, un día estupendo que esquiva la previsión de lluvia y una carrera que da en el puerto lo mejor que llevaba dentro. Roglič recupera el timón de la historia y O’Connor y Enric Mas parecen hincar la rodilla en el coloso leonés. Competición deportiva aparte, es otro el quebradero de cabeza que tienen los alcaldes y la organización en los días previos a la llegada de los ciclistas al valle: los restrictivos cortes de tráfico que el dispositivo de Guardia Civil ha preparado para la ocasión.

Desde las 14.00 del día anterior a la etapa, sólo los residentes podían acceder al valle. Según los alcaldes de Vega de Espinareda, Candín y un miembro de la organización, el dispositivo intenta que el tráfico del valle no colapse. Ellos, por su parte, intentan convencer al responsable del operativo para que levante la mano y permita que la gente se acerque a la parte decisiva de la etapa, con éxito relativo. En la mañana del mismo día 30, el tráfico se encuentra abierto y son bastantes los coches que se desplazan. Muchos de ellos no pueden superar la localidad de Pereda de Ancares. Es cierto que el sitio exige una organización especial, puesto que la zona VIP y de prensa, así como el parking de equipos, tienen que trasladarse a los prados de Candín, a más de doce kilómetros del alto. El público tiene que dejar sus vehículos a más de diez, y eso si has tenido suerte y conseguido espacio en la pequeña localidad de Pereda o alrededores.

Hubo gente que se dio la vuelta. Otra, tuvo que caminar el tortuoso camino que lleva por las temibles pendientes del puerto con mochilas y neveras a cuestas. Esa heroicidad con los parkings vacíos. Mientras tanto, los vecinos rescataban gente y los subían en sus coches particulares. Al tiempo, los hasta cuatro parkings que habían habilitado para acoger al público y que estaba impecablemente indicados, prácticamente vacíos. Cómo no, si los coches no podían acceder. El puerto se encontraba cerrado en la cima, por lo que el público que entraba por Galicia debía situarse en las zonas altas del puerto. Dicen que hubo cortes de tráfico ya en Suárbol, muy lejos del puerto, y en Cruz de Cespedosa, a dos kilómetros largos de coronar por suelo gallego. Lo que era el cuerpo del último puerto estaba cerrado para que la organización trabajase en el lavado de cara que se le suele dar a las montañas: pancartas, limpieza de hojas y maleza, instalación de línea de meta, etc. 

Lo que se vio por la televisión era un puerto cuasi desangelado en comparación con otras escenas de la propia Vuelta a España o de las otras dos grandes, en cuya comparación palidece la española en lo que a público se refiere. Cuando vas al Tour te das cuenta del por qué. ¿Hay más afición en Francia o en Italia al ciclismo que en España? ¿O es que se facilita mucho más el acceso a los aficionados en los grandes escenarios en esos dos países? A lo mejor un poco de todo. Cuando uno va a la Itzulia, el Giro o el Tour y comprueba que hasta prácticamente una hora antes del paso de carrera se puede acceder, entiende cuáles son las diferencias, bastante visibles en televisión o a pie de cuneta. Sí, hay atascos y molestias, cómo no. Las montañas no son lugares hechos para recibir tal intensidad de visitantes, es evidente. Pero se parte de la base de que la intención de las administraciones es acercar el ciclismo como anzuelo para que la gente conozca in situ o por televisión un determinado lugar. Y funciona. El ciclismo ha puesto en el mapa a grandes focos turísticos hoy incuestionables. 

Roglic, en pleno esfuerzo
AFP

Cuando uno va a la montaña a disfrutar del ciclismo, dejando de lado por un día la burbuja acreditada, percibe que acudir a una etapa de estos calibres en la Vuelta a España es un esfuerzo titánico o una cuestión de fe. Observar el puerto de Lumeras repleto de coches y caravanas procedentes en su mayoría de otros países de Europa y el de Ancares semivacío da una idea de la descoordinación de intereses que existe entre tráfico, organización y afición. ¿No sería mejor para todos encontrar un sistema de funcionamiento común para un conflicto cuyas partes están condenadas a entenderse? ¿No debería ser el objetivo de todas ellas que el país y las zonas visitadas luzcan en todo su esplendor? ¿O es que el interés cortoplacista de los garantes del orden y el caos debe prevalecer sobre el sentido común y el orden virtuoso de las cosas? 

Cuando coinciden dos policías diferentes en un mismo fragmento de etapa, te das cuenta del por qué. El port de Larrau se ascendió en 2023 con la policía foral (Navarra) de un lado y la gendarmería del otro. Mientras por España tenías el puerto cortado a cinco kilómetros del puerto primero y por completo después, por Francia se veían coches ascender hasta casi la misma hora de la etapa, con paseos hacia arriba y hacia abajo de la policía francesa. Mismo caso de las etapas en el País Vasco, donde el único requisito que te dan es que ahorilles el coche de tal forma que no invadas la calzada. Eso se va revisando y si hay algún coche que moleste, se pide a sus dueños que deje de molestar. Es sencillo, es cuestión de trabajo, de voluntad y de interés por que el esfuerzo de todos valga la pena. Los espacios del Larrau francés estaban apenas sin ocupar. Mientras, el Larrau español era un río de gente que en algunos casos acababa por darse la vuelta. El día antes, en el Tourmalet, nadie se hubiese imaginado que, con tantos parkings, se hubiese cortado el tráfico a pie de puerto. Eso sucedió en Ancares.

Pero, claro, todo esto lo vives cuando vas. Por televisión, sin explicación previa, parece que la Vuelta no interesa o que la gente no se moviliza como en otros países. Y no es tan así. Como en el valle de Ancares, donde había más interés del que parecía y donde hay más potencial del que se permite desarrollar. Con el tiempo que merece la cuestión, ojalá la cosa mejore. Es necesario para dar respuesta a una demanda cada vez mayor del aficionado y de una carrera en auge. ¿Seremos capaces de encontrar luz? ¿O tendremos que conformarnos con verlo por televisión a través de una retransmisión, dicho sea de paso, muy mejorable?

Hola 👋

Regístrate para recibir todo nuestro contenido en tu correo electronico

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.