Pelayo Sánchez ha sido la sensación de Movistar a lo largo de la temporada 2024. Nadie esperaba ápices distintos de Enric Mas, ni siquiera de Movistar, donde cualquier movimiento se caracteriza por ser previsible, inclusive el castigo al talento no sé sabe muy bien por qué razón. Iván Romeo dio sensación de estirar el cuello y añadir unos centímetros más a su ya de por sí dilatada estatura. El ciclista, promete. Pero si dejamos a un lado el bonito futuro del pucelano, la gran figura del equipo español a lo largo de una temporada complicada (¿cuál no lo es?), el mayor halo de esperanza es abierto por un asturiano que ha conseguido en su debut en las élites del ciclismo la mejor victoria para el equipo telefónico. Ganar en el Giro está al alcance de pocos; hacerlo de la forma en la que lo hizo y contra quiénes lo hizo dan todavía más brillo al mérito del corredor español.
Se esperaba a Cavagna, a Guerreiro, a Quintana o Rubio, quienes vivieron un año grisáceo, rozando lo invisible. Nadie puede decir que su temporada haya aumentado sus respectivos cachés. Algunos ni siquiera han cerrado la puerta para quedarse, en la plantilla de corredores ni en la de técnicos, aunque todo ello es harina de otro costal. Pelayo Sánchez, dentro de todo el contexto de estabilidad en el nivel medio del World Tour que el equipo representa, ha sido de los pocos valores al alza en estas alturas del ciclismo. El asturiano pasó a Movistar desde el escalón inferior, un salto que desde el Burgos BH se podía pensar que iba a ser un salto al vacío, pese a la calidad demostrada, que no hubiese sido la primera vez, o que este 2024 iba a ser carne de transición. Pero la verdad es que no ha sido así.
El asturiano es ya uno de los pilares más firmes de este equipo. Batir a Alaphilippe y un grupo de aspirantes a ganar una etapa del Giro y pelearse en varias ocasiones con ciclistas de primer nivel en más de una etapa le ha garantizado un papel protagonista dentro del World Tour. Tiene nivel, sí, es una realidad. Movistar tiene un gran talento que puede aportar brillantez y victorias, pues ha mostrado muy buen colmillo, en un conjunto con graves carencias en ese aspecto, más acentuadas en 2025 con bajas muy sensibles. Pelayo ha sido una de las sensaciones, para muchos todo un descubrimiento. Su versatilidad en las escapadas, en el desempeño de labores de equipo cuando ha tocado, o de mostrar calidad en escenarios que nadie imaginaba ha terminado por hacer de guinda al pastel. Su debut, un éxito. Su fichaje, un acierto.
Ganó en la lejana Challenge de Mallorca, en el Giro, donde coleccionó algún que otro puesto de honor. Falló un tanto en la Vuelta a Asturias, pero sorprendió a propios y a extraños con la buena actuación en la Vuelta a Suiza, en la que tocó con los dedos el top ten en la general final. En la Vuelta, el segundo pico de interés para él, gozó de cierta libertad y, pese a esperarse más, anduvo atento a las escapadas buenas, en las que se filtra con relativa facilidad, y remató una buena actuación global, con menor capacidad para el remate, pero con un abandono (además, en Asturias) que le dejó muy mal sabor de boca. Estuvo presente el día de O’Connor, cuando casi gana la Vuelta, pero no encontró ni el cómo ni el dónde. Repitió una actuación digna, la que le valió el pase al World Tour. Ya habrá más.
El peligro viene ahora. Su escalafón tendrá que ser revisado. Sin Aranburu ni Lazkano, la exigencia mirará a los ojos a los números del ciclista de Tellego. Es un equipo que fagocita talentos a base de expectativas irreales o el relativo menosprecio de las capacidades ciclistas de algunos de sus miembros. Con esa subida de escalones un tanto forzada por las circunstancias, debe decidir qué quiere ser de mayor, a qué debe dedicar el tiempo libre, que cantaría aquél. Si las victorias de etapa en grandes carreras se le quedasen pequeñas, tal vez debiera plantearse alguna general, o combinar ambas facetas. El problema, si se lo permitirán. Aranburu y Lazkano dejan el equipo con la sensación general de que o bien no han sido interpretados bien en esta escuadra o bien no se les ha sabido sacar todo el jugo que llevaban dentro. El objetivo número uno debería ser evitar dichos errores con Pelayo, pero para eso primero habría que ser conscientes de haberlos cometido, que a saber si es el caso.
Lo que no va a cambiar la autocondescendencia es el crecimiento objetivo de un ciclista que empezó el año pisando fuerte, que dadas las bajas ya está entre el puñado de ciclistas más destacados del Movistar 2025 y que eso conllevará a buen seguro un aumento de sus obligaciones. Ya no es una sorpresa y ese lastre le perseguirá. La rueda del asturiano será más vigilada de aquí en adelante, vista su velocidad de cara a meta y su capacidad para filtrarse y resolver fugas. Sí, la calidad del ciclista le puede hacer sobreponerse a todos esos factores, cuya superación viene a ser el diferencial entre ser un buen ciclista más o una auténtica estrella del mundo World Tour, la élite de las élites, un firmamento cada vez más reducido gracias a los superhéroes que habitan en esta época que se percibe gloriosa en la historia del ciclismo.
Aparece un horizonte que debiera, que es el debut en el Tour. La capacidad del ciclista de Movistar se mueve a esas alturas y debe ser el momento del salto de verdad a la todavía mejor carrera del calendario. Las fugas, además, gozarán con opción en este nuevo formato de etapas ambivalentes que el Tour cree que ha estrenado entre la aprobación general, sin reparar en que renuncia una vez más, quién sabe si de forma inconsciente, a sus principios fundacionales. Pero eso no es culpa de Sánchez Mayo, quien tiene en julio una oportunidad de brillar y opositar, por qué no, a ser uno de los nombres propios de un verano ciclista gracias al mejor escaparate del ciclismo, en el que tiene mucho que ganar y muy poco que perder. Sería un buen ciclista para pelear en la Vuelta al País Vasco, y para todas las ocasiones que la media montaña ponga a su alcance. El problema vendrá de la mano de la combinación de funciones protagonistas, de dárselas, con otras más oscuras, como subir bidones a corredores que no van a conseguir mucho más que él.
Pero, de nuevo y hasta cierto punto, eso no es cuestión de Pelayo, quien deberá tratar de convertir en ocasiones claras de gol todo balón que se acerque al área. Ha abierto una puerta que debe aprovechar, una ventana a la primera dimensión que es la ocasión perfecta para nombrarse a sí mismo dueño de su destino. Pero, para eso, debe confirmar en 2025 que hay peldaños en la parte superior de su escalera particular.
Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.