En el ciclismo, hay corredores que trazan su camino siguiendo las normas establecidas, y luego están aquellos que prefieren caminar al filo de la navaja, marcando su propia senda a fuerza de audacia y, en ocasiones, polémica. Maxim Van Gils, el joven talento belga de 24 años, pertenece a este segundo grupo. Su decisión de romper unilateralmente su contrato con Lotto Dstny, vigente hasta finales de 2026, ha desatado una tormenta en el pelotón y ha puesto a los grandes equipos a replantearse si pueden (y deben) asumir el coste de apostar por este diamante tan brillante como difícil de pulir.
El peso de un talento en el mercado
Van Gils no es un corredor cualquiera. Su calidad como ciclista está fuera de toda duda, consolidada en una temporada 2024, la mejor de su carrera hasta la fecha, que lo vio brillar en algunas de las clásicas más prestigiosas del calendario. Su séptimo puesto en la Milán-San Remo y los top 5 en Flecha Valona y Lieja-Bastogne-Lieja son el reflejo de un corredor capaz de competir de tú a tú con los mejores. Tiene la fuerza, la resistencia y, sobre todo, la ambición necesaria para convertirse en uno de los grandes nombres de los proximos años.
Sin embargo, ese talento tiene un precio. Van Gils, con su explosión prematura y un contrato firmado cuando era un joven prometedor, podría exigir un contrato a la altura de su palmares. Su salario es una de las grandes incógnitas que plantea su reciente «huida»: ¿qué equipo está dispuesto a desembolsar las cifras que exige, tanto para cubrir su salario como para asumir el riesgo que implica fichar a un corredor con un historial de decisiones controvertidas?
Un destino con nombre propio
Entre las sombras de la incertidumbre, un nombre ha emergido con fuerza en la lista de pretendientes de Van Gils: Red Bull Bora-Hansgrohe. El equipo alemán, respaldado por el gigante de las bebidas energéticas, parece tener tanto los recursos como la visión para acoger a un corredor del calibre de Van Gils. No sería la primera vez que Red Bull apuesta por un talento joven y complicado, y la idea de convertir al belga en su hombre de referencia para las clásicas primaverales resulta tentadora.
Sin embargo, incluso para un equipo con su presupuesto, la operación no será sencilla. La ruptura del contrato con Lotto Dstny no se resolverá sin fricciones legales, y las indemnizaciones podrían ser un obstáculo significativo. Además, fichar a Van Gils no es solo una cuestión de dinero; también implica gestionar un carácter que, aunque apasionado y competitivo, no siempre ha sabido mantenerse dentro de los límites establecidos.
Sanciones pasadas, lecciones aprendidas
Para entender la complejidad de Van Gils, es imposible ignorar los episodios que marcaron su pasado reciente. En 2023, el Critérium de Japón terminó con una sanción tras un incidente con Georgios Bouglas, y en el Tour de Francia 2024 provocó una caída en un sprint que dejó fuera de combate a Amaury Capiot. Estas manchas en su historial han sido utilizadas por detractores para cuestionar su profesionalismo, pero también han mostrado una faceta humana: Van Gils se disculpó en ambas ocasiones, reconociendo sus errores y aceptando las consecuencias.
A día de hoy, esos incidentes parecen haber quedado atrás. En 2024, el belga mostró una madurez en su forma de correr, siendo agresivo pero calculador, sin comprometer la seguridad de sus rivales. Quizás la ruptura con Lotto Dstny sea parte de ese proceso de reinvención, un intento de alejarse de un entorno donde sus conflictos y su talento no siempre estuvieron alineados. Habrá que estar atentos para ver en qué escuadra continua ese proceso de evolución.
Alberto aterriza en Le Puncheur por elección propia después de haber dirigido durante 6 años otro proyecto relacionado con el atletismo. Deportivamente dedicado a la marcha atlética, pero apasionado de ciclismo desde que tiene uso de razón, este Toledano viene a darnos su punto de vista siempre desde el lado mas objetivo posible.