De guerras entre organizadores y equipos (parte III)

Puedes leer aquí la segunda parte

Desde aquel 9 de abril de 1988, en que Unipublic anunciaba que Reynolds no participaría en la Vuelta a España salvo que Pedro Delgado fuese de la partida, hasta el jueves 14 de abril de 1988, se habrían sucedido infinidad de reuniones, pero sobre todo de llamadas telefónicas, para tratar de encontrar una solución. Y aquel 14 de abril, finalmente, se llegaba a un acuerdo. Un acuerdo sorprendente. Porque Unipublic y la Asociación Española de Grupos Deportivos emitían un comunicado, ¡conjunto!

El comunicado, de cuatro párrafos, decía lo siguiente:

“A petición del equipo Reynolds, la Asociación de Grupos Deportivos de Ciclismo Profesional Españoles intervino ante la organización de la Vuelta a España para mediar en la controversia surgida con motivo de la formación presentada en la edición 1988”

“El equipo Reynolds hizo saber a los organizadores, por medio de la Asociación, que lamentaba los imponderables causados por la tardanza en comunicar la decisión, y que confiaba en la comprensión de Unipublic para que el equipo estuviera en la salida en Canarias, agradeciendo también a la afición española  y al resto de equipos su apoyo y comprensión”

“Unipublic, con el espíritu de colaboración y apoyo mutuo con que siempre ha pretendido trabajar con los Grupos de ciclismo, aceptó la mediación de la Asociación, puso de manifiesto su preocupación por la tensión creada y renunciando a intereses propios acepta la inscripción del equipo Reynolds, cuyos corredores le merecen enorme estima y respeto”

“La Asociación lamenta que se hayan generado momentos tensión por algunas manifestaciones, agradece a ambas partes el esfuerzo de aproximación realizado y se congratula de haber colaborado en resolver una cuestión que no debía, en ningún caso, empañar una Vuelta a España 88 a la que deseamos un brillante éxito y a la que sin duda gran emoción darán los excelentes corredores españoles y extranjeros que están inscritos”

Hasta aquí el comunicado.

El conflicto había quedado resuelto. Era lo previsible, siempre que hubiese imperado el sentido común. Reynolds partiría de Canarias con Ángel Arroyo en sus filas, y también con los Laguía, Induráin, Gorospe… Delgado finalmente no tomaba la salida, y sí que lo haría en el Giro.

En principio era el ciclismo quien salía beneficiado. Delgado iba a cumplir su voluntad de correr el Giro de Italia, y Reynolds iba a ser de la partida en Canarias. Unipublic también, porque tendría en Reynolds a uno de los equipos más fuertes de aquella Vuelta a España.

Pero comunicados redactados de cara a la galería aparte, iban a ser la infinidad de llamadas telefónicas y de  negociaciones llevadas a cabo para “cocinar” aquel acuerdo, las que iban a determinar el nacimiento de unas nuevas relaciones de poder en el ámbito del ciclismo profesional, al menos del español.

La Asociación de Grupos Deportivos españoles, ¿actuó como simple mediadora del conflicto, tal y como decía la nota, o presentó medidas de presión conjuntas de todos los equipos para solucionar el contencioso?

Resultaba muy sospechoso que Unipublic echara marcha atrás después de haber tomado una decisión tan trascendental y sin recibir nada a cambio. Porque hasta entonces, Unipublic nunca lo había hecho.

Escribía Jaime Tamarit, en un nuevo editorial en “El Ciclista”:

Lo que quizás muchos ojos ignorantes interpreten en estos momentos como un acto de buena voluntad, quizá haya sido la colocación de una segunda piedra en la construcción de una Asociación de Grupos Deportivos de Ciclismo Profesional Españoles fuerte y unida. Porque a nadie escapa que una derrota de Reynolds en un tema tan simple como el de tener la facultad de de decidir su propia formación, hubiera arrastrado a todos los equipos a un suicidio colectivo, dejando en ventaja, no sólo a Unipublic, sino a todos los organizadores. Una cosa es que Unipublic haga de su recorrido un sayo, que, aunque criticable, siempre será aceptable, y otra que quiera imponer a los equipos con qué hombres tienen que participar. Está claro que organizadores y equipos son partes antagónicas de un mismo circo y como tales defienden distintos intereses. Pero, como en esta ocasión, están condenados a entenderse y para ello lo mejor es el diálogo. De lo contrario, la carpa caerá para todos

Como resaltaba Tamarit en su editorial, los tiempos en que cada formación deportiva negociaba por separado con las organizaciones deportivas iban formando parte del pasado. Parecía que los grupos deportivos iban entendiendo su fortaleza si actuaban como unidad. Pero aún habrían de pasar años, e iban a necesitarse la aparición de ciertas personas, para que la balanza de relaciones de poder variase en sus equilibrios.

Continuará…

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