Tour del 94: Aquel prologo de Lille

Tour del 94: Aquel prologo de Lille

Durante muchos años consecutivos, era tónica habitual dar inicio al Tour de Francia con una etapa prólogo, contrarreloj corta (aunque por normativa, si es inferior a 8 kilómetros no se considera prólogo). De este comienzo pocas conclusiones podían sacarse para lo que podía acontecer en las siguientes 3 semanas de carrera, pero era una bonita presentación que, con el tiempo, se ha ido perdiendo, como muchas otras cosas de un ciclismo que cada vez nos parece más lejano.

Al igual que en este Tour de Francia de 2025, y varias décadas antes en 1960, en la edición del 1994 se daba el pistoletazo en la ciudad fronteriza de Lille, en Nord-Pas de Calais, una región que vive de una forma apasionada este deporte al albergar uno de los monumentos del ciclismo, la París-Roubaix.

Existía un dueño y señor de la carrera francesa, se llamaba Miguel Induráin, y a pesar de haber errado en la disputa del reciente Giro de Italia, pasaba por ser el máximo favorito para conseguir el que sería su cuarto Tour consecutivo. El suizo Tony Rominger, su presumible mayor rival, trataría de impedírselo en todos los escenarios posibles. Se hablaba esos días, sobre todo en prensa foránea, que después de disputarse la Corsa Rosa, en la que fue tercero, el corredor de Banesto no estaba en su mejor momento y, en algunos casos, daban al suizo como favorito.

El navarro, que ya había sido vencedor en la etapa prólogo celebrada dos años antes, cuando se tomó la salida en San Sebastián, y en la anterior edición en Puy du Fou, no le obsesionaba, tal y como era su carácter, vestirse de amarillo en la primera jornada; eso lo dejaría para París unas semanas más tarde.

Fue el clásico circuito urbano por las calles de Lille, aunque no contaba con curvas demasiado técnicas y complicadas, en un recorrido de 7,2 kilómetros, apto para ciclistas de mucha potencia. Por aquella época, finales de los ochenta y principios de los noventa, existía lo que se denominó como un especialista en prólogos, ganando por 3 veces el del Tour, y haciendo lo mismo una vez respectivamente en Giro y Vuelta. Un gran contrarrelojista, pero principalmente eran las de menor longitud las que iban muy bien a sus características: hablamos del francés Thierry Marie, que engrosaba las filas del conjunto Castorama.

Marie era, como siempre, la referencia en este tipo de pruebas y, obviamente, iba a marcar el mejor tiempo hasta la llegada de las grandes estrellas que iban a luchar por la general. Sin embargo, su compañero Armand de Las Cuevas, también otro corredor de características similares, iba a batir su tiempo en la línea de llegada. Marie se quedaba sin su cuarta etapa prólogo.

Tour del 94: Aquel prologo de Lille
Una imagen de Chris Boardman como amarillo del Tour de Francia

Pero si había alguien interesado en brillar en este prólogo de Lille, era el británico del conjunto GAN, Chris Boardman. Un auténtico especialista en las carreras de pista en los velódromos, y por lo tanto en cronometradas de corta duración, también había sido recordman de la hora, ganando las dos cronos del Dauphiné ese mismo año. Además, ese interés era tal también por otros motivos: la caravana del Tour de Francia iba a pasar por el túnel de la Mancha hacia el Reino Unido para la disputa de dos etapas, y aunque era difícil, teniendo en cuenta que se disputaba con anterioridad la crono por equipos, quería llegar a su país vestido de amarillo.

Se presentó en la rampa de salida con una espectacular bicicleta Lotus de carbono con cambio electrónico, que, aunque tenía alguna variación, fue la que le llevó a conquistar la medalla de oro en persecución en Barcelona 92. Fue un auténtico recital el que dio esa tarde de julio en Lille el ciclista del GAN, doblando al corredor que había salido con anterioridad, Luc Leblanc, en un trazado tan corto, obteniendo un tiempo que ya nadie pudo superar. “Apenas tuve que tocar el freno en todo el recorrido”. Fue el primer británico de amarillo desde el malogrado Tom Simpson, algo que también repitió en 1997 y 1998.

Aun así, Miguel Induráin tan solo se dejó 15» con respecto a Boardman, y es que, según sus declaraciones, era casi imposible vencer al británico en el que era su día más importante, ya que además compartían hotel y vieron el grado de concentración del corredor y su equipo. El navarro dio un aviso a sus posibles rivales, y fue el mejor de todos ellos: difícilmente se le iba a escapar este cuarto Tour, como así fue.

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