Ane Santesteban cuelga la bici

Ane Santesteban cuelga la bicicleta en el GP Eibar.

Ane Santesteban cuelga la bici a los 34 años. Una despedida que invita a reflexionar y hacer memoria a una carrera UCI de 17 años.

Ane Santesteban cuelga la bici a los 34 años. Puede parecer una edad temprana para hacerlo. Más aún con el gran momento que vive el ciclismo femenino a nivel internacional y en España en particular. Una situación impensable hace no tanto. Podríamos divagar si esto no ha hecho dudar o no a Santesteban en su decisión. Pero lo cierto es que Ane Santesteban cuelga la bici.

 

Ane Santesteban cuelga la bici en Eibar, cerca de casa. A las 09:30 estaba prevista la salida de la última carrera profesional de Santesteban: El GP Eibar

Su última carrera profesional ha tenido lugar en Eibar. Con una presentación prevista a las 08:30 de la mañana de un domingo de octubre. Y una salida neutralizada prevista para las 09:30 de la mañana.

Una hora un tanto temprana, poco habitual o adecuada si de lo que se trata es de sumar al mayor público posible. Poco habitual para una despedida, para un fiesta. Quizá esta hora no es una mera casualidad. Quizás tenga tintes metafóricos. La de una retirada anticipada, antes del mediodía, antes del pleno esplendor, cuando aún quedan horas por disfrutar hasta el ocaso, pero también en plena conciencia de que todo tiene su momento. Y es que solo uno mismo es quien para decir cuando es suficiente, cuando ha llegado el momento.

O quizás sea mera casualidad. Y que la hora tan temprana de última carrera de Ane Santesteban sea solo una señal. Una señal que resuma la realidad a la que muchas ciclistas aún se enfrentan: condiciones no equitativas, visibilidad limitada, horarios difíciles. El ciclismo femenino ha mejorado mucho en los más de tres lustros que Ane Santesteban ha sido ciclista élite, pero aun queda camino por recorrer.

Horarios tempranos en País Vasco, para el ciclismo femenino

¿Por qué las mujeres compiten tan temprano? En el GP Eibar y en las tres etapas de la Itzulia Women el denominar común ha sido tomar la salida entre las 09:20 y las 10:20 de la mañana, para terminar alrededor de las 13:30. El contraste es evidente. En 2025, la salida más temprana de las seis etapas de la Itzulia masculina fue a las 12:50. Todas terminaron alrededor de las 17:30. En la Klasikoa la salida se dio a las 11:30 y terminó a las 16:30.

Es un sinsentido que en uno de los territorios que presume de afición a nivel mundial se fijen unos horarios para el ciclismo femenino que no contribuyen a que se reúna el mayor público posible. Y que sin embargo, en las pruebas masculinas sí se tengan en cuenta horarios que contribuyen a una mayor visibilidad.

Pero la cuestión no afecta solo a nivel de visibilidad, a nivel mediático. También importa a nivel de rendimiento físico. El cuerpo no está preparado igual a las 09:00 que a las 13:00. El descanso, la alimentación, la preparación previa: todo cambia. Y aunque los organizadores aleguen cuestiones de calendario, logística o recursos, la realidad es que los políticos, las instituciones y las organizaciones siguen colocando a las ciclistas en un segundo plano. Un escalón por debajo de sus homólogos varones. Para que una ciclista tome la salida a las 09:30 ha debido de madrugar bastante. Hay que descontar control de firmas o presentación, calentamiento, traslado desde el hotel y desayuno, cuanto menos. Y también para el personal que acompaña a los equipos.

Por eso, en la despedida de Santesteban, a una edad algo temprana y sobre todo con una salida celebrada a una hora tan temprana, podemos reflexionar acerca de este desequilibrio que urge o conviene corregir.

 

Año 2016: la temporada que marcó un antes y un después para Ane Santesteban

Ya hemos dicho que Ane Santesteban cuelga la bici. Pero este hecho no habría sido posible sin el año o la temporada 2016. Ya sabemos que los años olímpicos marcan la vida y calendarios de muchas personas. Tanto deportistas, como aficionados. Y también de las personas no físicas, sino jurídicas. Organizaciones, instituciones y federaciones se vuelcan una vez cada cuatro años con el deporte. No todas es cierto. Hay algunas que lo hacen año tras año, otras que solo abren el baúl una vez cada ciclo olímpico y otras que ni siquiera eso.

Punto de inflexión

Pero en cuanto a lo que nos concierne, 2016 fue un año clave para Ane Santesteban. Fue la temporada que marcó un antes y un después. Como ella misma nos reconocía hace unos años, el punto de inflexión llegó entonces: «A pesar de que en los últimos años el ciclismo femenino ha mejorado mucho, en aquel momento aunque estaba en un equipo en el que sí que tenía licencia profesional, no tenía las condiciones que yo estaba buscando: poder vivir del ciclismo. Con el sueldo que tenía en 2016 no me llegaba, así que solicité una beca, la del ‘Basque Team’; que en enero me denegaron porque no cumplía los requisitos.

Es un simple ejemplo, pero muchas veces no tenía ni dinero para ir al masaje. Tenía que pedir a mis padres. Tenía más de 20 años. Ves que sus amigas van cogiendo otro camino. Y que tú no te puedes dedicar a lo que a lo que yo creía que merecía. Entonces en el momento en que recibí la beca fue cuando ya me pude dedicar al ciclismo.

Pude hacer concentraciones. Si llovía en casa me podía ir a la costa a entrenar. Si tenía que hacer altura, iba allí. Esas pequeñas cosas marcan mucho la diferencia.  Y también simplemente a nivel de tranquilidad. La tranquilidad de que eres profesional».

Pero la beca del gobierno vasco a la que se refería Ane Santesteban no le cayó del cielo. En enero, antes de que comenzara la temporada 2016, rechazaron su solicitud de beca. «Justo antes de Río, ya pensaba que todo se acaba. Cuando me rechazaron la beca pensaba que me tocaba dejar la bici. Pensé que iba a tener que dejarlo porque esto no podía seguir así».

Sin embargo, quedaba abierta una pequeña puerta a la esperanza: «Me dijeron que si iba a los Juegos Olímpicos me daban la beca. Y que esa era una buena beca, que con ella me podía seguir dedicando al ciclismo.

Si iba a los Juegos Olímpicos tendría la beca y que cobraría con efectos retroactivos desde enero. Así que por eso fue un poco la obsesión de conseguir la plaza olímpica para poder estar ahí, para poder seguir dedicándome al ciclismo, que era lo que yo quería. Y no me he equivocado. Lo dejé todo, dejé seguramente todas las balas por el camino y cuando llegué a Río, tras una clasificatoria muy dura, pues no tenía el nivel que estaba buscando, que había estado demostrando durante el año».

 

Participación olímpica en Río 2026

Ane Santesteban participó en la prueba en línea de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Finalizó 47. ª y con ello, además de un momento vital para el recuerdo, logró los méritos suficientes (participación olímpica) para que el gobierno vasco le otorgará la beca con la que comenzaría su etapa profesional y que posibilitaría toda una trayectoria deportiva destacada que ha concluido este domingo en Éibar.

Pero ese año de un valor tan simbólico no fue sencillo. Al igual que la carrera de Ane Santesteban el año 2016 estuvo marcado de muchos baches y dificultades. A comienzos de año, la selección española (dirigida entonces por Ramón González Arrieta) debía de competir en los lugares más recónditos del calendario ciclista para sumar los puntos suficientes para conseguir que alguna ciclista española pudiera competir en Río 2016 en la pruebas en carretera. Y por supuesto, sorteando las argucias de algunas naciones que solo organizaban pruebas ciclistas cuando puntuaban para la clasificación olímpica, invitando al menor número posible de contendientes extranjeras.

Así, la selección española se movilizó hasta Argentina (Tour de San Luis), Chequia (Gracia Orlova) o Finlandia (NEA) para intentar sumar puntos. Además de las habituales presencias en la Saria y la Bira. No consiguió la invitación a las carreras y habiendo infructuosamente intentado conseguir la invitación en otras pruebas como las organizadas por Israel o Venezuela, selecciones con quienes competía por las plazas olímpicas.

Situación española en 2016

En aquel año únicamente tres ciclistas competían en equipos UCI fuera de España. Anna Sanchís corría en Wiggle-High5, Dorleta Eskamendi estaba en Lares Waowdeals y Ane Santesteban lo hacía en Alé Cipollini. En clave nacional, eran dos los equipos con licencia UCI: Bizkaia-Durango y Lointek. Mavi García comenzaba a destacar en el primero. Mientras Eider Merino y Sheyla Gutiérrez, que el año antes había vencido el GP de Plumelec-Morbihan Dames, hacían lo propio en el último.

Acabado mayo y tras el reparto o reestructuración de cuotas de la UCI, la federación española contaba con una plaza de cara a la prueba en ruta femenina de Río 2016. La decisión del seleccionador Ramón González Arrieta no se hizo esperar. Ane Santesteban sería la representante española.

Quizás ese calendario extenuante y ese esfuerzo para ser seleccionada para Río, minaron en parte sus opciones de cara a la cita olímpica. Demasiadas balas gastadas como decía ella misma. Pero sin Río 2016, Ane Santesteban hubiera colgado la bici. 2016 fue su año de maduración, en el que tuvo que mostrar su regularidad, fondo y cabeza para demostrar que podía ser ciclista profesional y, con ello, pelear contra las mejores.

De aquellos años, en que las mejores ciclistas españolas tuvieron que hacer las maletas y competir por equipos extranjeros, quedan pocas. Eskamendi dejaría el ciclismo ese año. Sanchís en 2017, después de ser madre. Sheyla Gutiérrez es la única en activo de las que emigraron antes de la era Movistar. Mavi García, que terminaría por buscar fortuna fuera tras tres años en Bizkaia-Durango y dos en Movistar, es la otra superviviente de una generación que peleó en los prolegómenos y albores del profesionalismo del ciclismo femenino en España.

 

Una carrera exitosa sin grandes triunfos marcada por la superación de la adversidad

El palmarés de Ane Santesteban no está plagado de victorias. Como ella misma decía al anunciar su retirada. No ha sido una corredora explosiva, con punch para rematar. Pero si que ha sido una gran fondista, regular y que sabía estar en los momentos difíciles. En muchas vueltas por etapas ha sido la mejor o una de las mejores españolas y ha sido habitualmente la líder de cara a las generales de las vueltas por etapas con montaña en los equipos internacionales en que ha militado. Sin duda, sus grandes resultados han sido los top-10 logrados en la Emakumeen Bira, en el Giro Rosa y, probablemente, su octavo puesto en el Tour de France Femmes de 2023.

Pero sobre todo la carrera de Ane Santesteban hay que valorarla desde la resiliencia. «En este deporte, como en la vida, no todo se mide en podios. A veces el mayor logro es mantenerse firme. Seguir rodando cuando el viento sopla en contra y hacerlo con honestidad» decía Santesteban el viernes al anunciar que colgaba la bicicleta. Y es que en su carrera muchas veces ha seguido rodando con el viento en contra.

El atropello de 2017: cuando la carretera se convierte en amenaza

2016 terminaba con una beca y con la posibilidad, por fin, de ser profesional. Apenas había comenzado su temporada 2017 y todo saltaba por los aires. En el mes de marzo de 2017 Ane Santesteban sufría un accidente sobrecogedor. Santesteban era encontrada inconsciente tendida boca abajo en la carretera, mientras su bicicleta yacía a unos metros apoyada en unos arbustos. No se sabía lo que había ocurrido.

Fue un momento dramático e imborrable para la ciclista: «Tengo un recuerdo de las siguientes semanas, y de los meses siguientes, horrible. Fueron momentos muy duros en los que no encontraba mi camino, tenía secuelas importantes no solo para andar en bici sino para la vida real». «Tenía pérdidas de memoria, muchísimo dolor de cabeza y aquello fue frustrante. Fue un momento muy duro. Pero fui consciente de lo que me pasaba y tuve que pedir ayuda profesional porque psicológicamente las secuelas que me estaba dejando eran muy difíciles de llevar. No recordaba ni siquiera que había estado de vacaciones.

Eso fue duro de llevar, pero también el no saber que es lo que me había pasado. Llegó un momento en el que me estaba volviendo loca por intentar saber qué es lo que me había pasado». Y dentro de aquella oscuridad, Ane Santesteban fue capaz de encontrar la luz, de sacar algo positivo. «Tuve meses que tuve que estar parada, sin andar en bici y recuperarme. Y, siempre lo cuento, es algo que en ese momento fue muy duro, pero de lo que he sacado algo positivo. Es algo de lo que luego en carrera me he acordado.

Al año siguiente recuerdo estar en carrera y decirme: “Ostras Ane, estás en carrera, dalo todo porque hace un año pensabas que tenías que dejar la bici. Y ahora mira dónde estás. Estás en una carrera importante con las mejores”. Eso me motivaba muchísimo para esforzarme y dar un poquito más de lo que lo que podía».

Endometriosis, el enemigo oculto de 2024

Una vez más, después de una gran temporada (fue 10.ª y 8.ª en el Giro Rosa y Tour de France Femmes en 2023) la adversidad volvía a aparecer. Para 2024 Ane Santesteban regresaba a casa, a País Vasco. Volvía a competir con un equipo de su tierra. Habían pasado diez años desde que se marchara del Bizkaia-Durango al Alé Cipollini en su sueño de ser profesional. Había decidido correr en casa con el equipo Laboral Kutxa-Fundación Euskadi.

Se había vinculado hasta 2026 con la idea no de competir, sumar puntos y lograr resultados para el equipo, sino para también formar a las nuevas generaciones, guiarlas y dejar su huella. Pero, de repente, pasada la primavera era visible que el rendimiento de Santesteban no era el deseado. Llegaron las vueltas por etapas y no conseguía rendir. El dolor le impedía rendir y no sabía lo que pasaba. El diagnostico no llegaría hasta finales de octubre: un quiste en uno de los ovarios y también endometriosis.

Estas dos palabras resumían o meses de sufrimiento silencioso. Dos condiciones que muchas mujeres deportistas padecen en silencio. Y que a pesar de ser un tema íntimo y personal, terminó por contar para normalizar estos problemas. Un valor que ha acompañado a Santesteban, normalizar las adversidades y situaciones complicadas de la vida y visibilizarlas.

Ane Santesteban pone nombre a su calvario y da voz al sufrimiento de la  mujer en el deporte: Su caso y la endometriosis - Eurosport
Foto: Getty Images

 

Paralelismos con Joane Somarriba

La sombra de una figura como Joane Somarriba es alargada y cualquier comparación puede resultar odiosa. Lo cierto es que la carrera de Santesteban guarda ciertos paralelismos con la de la gran pionera del ciclismo femenino vasco.

Ella también se retiró joven, con 33 años, en la plenitud de su carrera y dejando la sensación de que aun tenía mucho ciclismo en las piernas. Pero como nos contaba hace unos años, sentía un instinto maternal tremendo y era una época en que los permisos por maternidad no solo eran inexistentes en el deporte sino que estaba mal visto ser madre y era causa de rescisión de contrato.

Al igual que Santesteban Joane Somarriba tuvo que irse al extranjero para convertirse en ciclista profesional. Allí consiguió vencer la Grande Boucle Féminine y el Giro d’Italia Femminile. Después, en 2003, regresó a casa para disputar sus últimas tres temporadas (eran también tres las temporadas que Ane Santesteban que había firmado con Laboral Kutxa) de la mano del recién creado Bizkaia-Panda. Volvió a vencer la Grande Boucle y la gran carrera local, la Emakumeen Bira, y logró el maillot arcoíris en la contrarreloj individual de los mundiales de Hamilton 2003. Aunque en cuanto a palmarés no haya punto de comparación ambas han tenido sus mejores rendimientos en las grandes pruebas por etapas femeninas en Italia, Francia y País Vasco. 

Otro nexo en común ha sido la superación de adversidades. Somarriba fue una pionera que no tuvo solo que luchar contra algunas enfermedades y lesiones sino que se enfrentó a la mentalidad de la época y puso las primeras piedras de lo que luego llegaría. Quizás ahí resida el nexo mayor, el servir de puente a las nuevas generaciones. 

 

Legado

Ane Santesteban cuelga la bici temprano. Con 17 temporadas con licencia UCI internacional. Con pocas victorias en su palmarés. Entre ellas un campeonato de España (2013) antes de hacer las maletas en busca del profesionalismo. Pero con una huella o un legado que durará.

Hace años Santesteban nos confesaba que la Klasikoa – Clásica de San Sebastián era su carrera preferida. «La carrera en la que es casi un sueño poder estar en la salida, en la que por suerte pude estar hace un par de años, y dónde – esto ya es como curiosidad – sueño con poder dejar la bici, es en la Clásica de Donostia, de San Sebastián. Es la carrera de mis sueños, es la carrera de casa. Más que nada por los recuerdos que tengo. Siempre he ido a pasar el día con mi familia, en Jaizkibel, en mis carreteras».

Ane Santesteban no ha podido tener su despedida soñada en esta carrera al dejar de disputarse por pasar a coincidir con el Tour de France Femmes, cuando esta prueba comenzó disputarse en 2022. 

Cuando le mencionamos durante el Tour de 2022 – en tono jocoso – que dado que la Klasikoa era la prueba en la que soñaba con poder colgar la bicicleta, hasta que al menos se vuelva a disputar la misma no puede plantearse su retirada, Ane Santesteban nos recordaba – entre carcajadas – que para cada problema hay una solución y que cómo tal: «Habrá que buscar otra solución porque van pasando los años». 

Esa es otra lectura en la carrera de Santesteban. Siempre tiene que haber una salida, una solución al problema. Y aunque no se haya despedido pasando por Jaizkibel sí que lo ha hecho en tierras vascas, con su equipo y con la victoria de una compañera de equipo.

«El ciclismo como la vida sigue» terminaba diciendo Ane Santesteban en su rueda de prensa del viernes. Y aunque en el deporte nos acostumbren a contabilizar y escoger entre vencedores y perdedores, la realidad es más sencilla. En ciclismo y en la vida solo están los que consiguen vivir un día más y los que no.

Una lección que Santesteban nos daba cuando la entrevistamos hace unos años. «El ciclismo son ‘x’ años, no se sabe hasta cuándo vas a ser ciclista. Te puede ocurrir cualquier cosa por el camino y por mucho que tú tengas un potencial suficiente para poder dedicarte profesionalmente a ello, muchas veces te puede pasar cualquier cosa. Yo lo viví en 2017. Tuve un accidente y en aquel momento pensaba que no iba a poder seguir andando en bici, ni entrenar siquiera. Nunca se sabe lo que te va a pasar y hay que estar preparado siempre para el futuro. El ciclismo es ‘x’ años y luego hay una vida por detrás»

Eskerrik asko.

Hola 👋

Regístrate para recibir todo nuestro contenido en tu correo electronico

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.