Volta a Catalunya: cien ediciones, mil historias

La cuarta vuelta por etapas en antigüedad del calendario internacional, sólo por detrás del Tour, el Giro y la Vuelta a Bélgica. Esta solemne afirmación da idea de la dimensión histórica de una carrera que, no sin dificultades, ha visto crecer y encoger a tantas generaciones de campeones. Por el camino ha tenido múltiples ganadores de gran fama. Españoles en sus primeros compases, como Masneu i Menasanch, vencedor de la primera edición. Asomaron después los franceses y más tarde se fueron incorporando al palmarés ciclistas de mayor tallaje, como Mariano Cañardo. Este ciclista obtuvo más de 100 victorias como profesional, entre ellas nada menos que siete ediciones de la Volta Catalunya de forma consecutiva. Un campeón que más tarde sería la pesadilla de Deloor en la Vuelta a España.

Otro protagonista de esta carrera, Salvador Cardona, relevó al barcelonés en el libro de honor de la Volta. Berrendero, Langarica, Ezquerra, Bernardo Ruiz… las estrellas españolas de la época no perdían ocasión de brillar y subirse al podio. Miguel Poblet sería otro histórico que dejase su sello en una prueba que se celebraba en el mes de septiembre y que contaba casi como uno de los cierres para el pelotón internacional.

En 1967 y 1968 se vivió algo que disparó la fama de la carrera a todos los niveles, puesto que de forma consecutiva Jacques Anquetil y Eddy Merckx se impusieron en la general final. Los 70 serían los años dorados, con los corredores más relevantes de la década pasando por ella y ganando: Gimondi, Maertens, Ocaña, Thevenet, Perurena, Moser…

Los ’80 fueron algo más españolizados, con casi todos los grandes de la era teniendo presencia. La más destacada, la de un emergente gigantón llamado Miguel Indurain. Con él volvería a dar un buen salto de calidad una ronda que hasta mediados de los noventa sostuvo un nivel de ganadores que ya quisieran muchas otras de mayor prestigio o categoría. En 1995 la ubicación de las fechas cambió, pasando al mes de junio, en la previa al Tour de Francia, rivalizando con las clásicas vueltas por etapas de preparación para la Grande Boucle.

Los 2000 fueron algo más modestos, con el posterior paso al mes de mayo, coincidiendo en fechas con el Giro de Italia. Con una confluencia de calendarios extraña, donde el Tour de California le robaba estrellas y los que orientaban su preparación al Tour de Francia hacían coincidir su parón entre primeros y segundos picos de forma en este mes, la Volta supo solventar varias ediciones con ganadores algo menores en comparación con el nivel alcanzado en épocas pretéritas.

La crisis económica posterior llevó a sus organizadores a reinventar la carrera y trasladarla al mes de marzo, donde actualmente se encuentra. Ahora el papel es diferente y quizá más relevante, con corredores que preparan las clásicas, la Itzulia, o el mismo Giro de Italia. Ganadores como Valverde, Contador, López o Nairo Quintana vuelven a elevar el caché de una prueba que vuelve a dar cabida a los mejores corredores del pelotón internacional.

Los recorridos siempre han tendido a los Pirineos, la cordillera más evidente, y con recurrencia habitual a Andorra para subir alguno de sus colosos. Por ejemplo, la Comella, un clásico en los ’80, o la Rabassa. El añorado Rassos de Peguera, los duros Port Ainé o Port del Compte o el Mont Caró, en Tortosa, han sido de los mayores atractivos de la carrera. Sin olvidar alguna incursión al Pirineo francés. El final clásico es en Barcelona, donde el circuito de Montjuic termina de decidir los puestos de podio, si bien casi nunca la victoria.