La «clase» ciclista: el consenso y el disenso

Innumerables son las veces que hemos escuchado o incluso utilizado el término “clase” para referirnos a ese “algo” que un ciclista atesora. Pero que a nadie de nosotros se nos ocurra preguntar qué es eso de “clase” cuando nos referimos a un ciclista. Caso de hacerlo probablemente seamos condenados al destierro perpetuo de los círculos ciclistas allá donde nos movamos. Al ostracismo más despiadado. “A estas alturas, ¿Cómo es posible que no sepas con certeza qué es la “clase” en un ciclista?” Serás señalado con el dedo y tus opiniones jamás serán tenidas en cuenta por tamaño desconocimiento, que rayará casi en el delito.

Cierto es que cuando en una retransmisión ciclista escuchamos dicho término, “más o menos” intuimos a qué intenta referirse el comentarista. Pero no seamos ingenuos. Solamente se trata de un acuerdo implícito de mínimos entre los seguidores del ciclismo para cuando nos resulta prácticamente imposible el señalar exactamente a qué nos referimos. Y éste es el único consenso. Porque todo lo demás… es disenso.

Érase una vez un grupo de amigos a los que les gustaba el ciclismo. El más iluso de ellos, una tarde les sacó este tema. En su fuero interno albergaba la esperanza de alcanzar una definición concreta del término en cuestión y alcanzar así la gloria ciclista: ser el primer humano en conseguir concretar un concepto tan etéreo.

Adolfo fue el primero en responder al reto:

-Podría ser la capacidad para resolver e imponerse en diferentes situaciones de carrera.

Egoi afirmó:

-A mí me gusta Gilbert; es pura clase.

Y continuó luego:

-Hay ciclistas que aunque no estén en plenitud de forma lo compensan con su clase.

Al rato intervino Fernando: “Yo lo entiendo de otra forma. Para mi la clase es la postura, la forma de pedalear. Para mi un tio con clase encima de la bici sería por ejemplo Moncoutié.”

“Bugno”, apuntó rápidamente Jaime. Jesús también intervino para citar el nombre de Luis León Sánchez.

Para atizar el debate entró en acción nuevamente Adolfo:

-¿Entonces, quién tiene más clase?¿Un ciclista que pedalee como un ángel pero que no gane ni en la Vuelta al Alentejo, o un tipo que parece que se muere en la bici y te gana cualquier carrera?

Egoi matizó al pronto sus anteriores palabras: “Yo me refiero a que Gilbert tiene clase encima de la bici; no a que sea bueno, que también. Quiero decir que pedalea de lujo”.

Jaime tomó la palabra: “Ver aparecer a Escartín o Mancebo cuando pensabas que iban a diez minutos también era clase”.

Seguidamente Adolfo preguntó:

-¿Quién tenía más clase, Prudencio Induráin o Escartín? ¿Millar o Voeckler? Pero nadie le respondió.

Jorge, que hasta el momento no había intervenido, siguió los argumentos de Egoi y afirmó: “Para mi el tema de la forma física no tiene nada que ver con la clase. Aunque considero que los que tienen mucha clase, con menos forma física son capaces de estar arriba”.

Roberto, callado, observador y pensativo hasta el momento, le rebatió: “Por mucha clase ciclista que tengas, sino tienes una condición física mediana, no tienes nada que hacer contra gente que vive para eso, se cuida mogollón y tienen una genética privilegiada todos ellos. No tienes nada que rascar.” Jorge continuó: “Para mí el ejemplo perfecto es Valverde: el corredor con más clase sin duda para mí”. Roberto le cortó abruptamente y le inquirió:

-¿Clase es igual a genética, Jorge? Y este respondió que en gran parte sí que lo era.

Héctor era de los mandonicos del grupo. Solía intervenir mucho en otras ocasiones. Hoy, sin embargo, había optado por permanecer en silencio y escuchar al resto de sus amigos. Por fin se decidió a hablar:

-A ver. También clase tenía Wiggins… Quizá el que más. Todos los que provienen de la pista en Inglaterra tienen muchísima clase. También Geraint Thomas, Kennaugh… Muchísima clase.

-Cierto, asintió Jorge. “Muchísima”.

Continuó nombrando Héctor a otros ciclistas como Kiriyenka, de la escuela soviética. “Es que es un parámetro muy difícil de definir” concluyó. “Algo muy subjetivo”, ratificó Jorge.

-Véase Súper Chava Jiménez. Eso era pura clase. No tocar la bici y ganar. Clase es porte, clase es calidad y clase es estilo. Demasiadas definiciones veo yo- continuó Héctor.

Seguidamente, Jorge apuntó que para él clase era el ser el punto de referencia al que todos miran en los momentos claves. Y puso los ejemplos de Cancellara, Valverde, Contador, Dan Martin…”Quizás clase sea ser el tío al que todos vigilan y aún así, ganar” remató Héctor.

Continuaron la tertulia. Surgió el caso de Peter Sagan. De éste, Fernando vino a decir que estaba bastante lejos de tener clase. “Lo que pasa es que es muy bueno”, apuntó. Y Jorge seguidamente acertó a distinguir entre dos conceptos: planta sobre la bicicleta y clase.

Roberto irrumpió de nuevo en la tertulia:

-Clase también puede ser el ganar incluso cuando no eres el favorito, ganar incluso cuando no estás en tu terreno. Recuerdo ahora el sprint triunfador de un escalador como Van Impe ante un magnífico rodador y sprinter como Sergeant en el campeonato nacional belga de 1983. Para mi clase es mucho más que elegancia y planta sobre la bicicleta. Cualidades genéticas, capacidad de sufrimiento, determinación mental, dominio de la técnica y la táctica ciclistas…

Hubo un pequeño silencio. Lo aprovechó Roberto para rematar su argumento: “Clase implica un matiz de competitividad, de mala uva ciclista bien entendida. Otros ciclistas quizás con mejores cualidades genéticas a veces pecan de indolencia”.

Pedro, que tampoco había intervenido hasta el momento, sentenció por su parte:

-Clase significa ambas cosas: elegancia y calidad. Juntas y por separado.

Continuaron la tertulia. El amigo iluso comprobó cuán difícil era definir con precisión el concepto. Si ya sólo en su cuadrilla de amigos había tales divergencias…no quería ni pensar cuando se atreviese a dar un enunciado rotundo más allá de ese reducido grupo. Traspasó ese círculo de amigos. Buscó y rebuscó más allá. Pero no encontró nada unánime. Cada aficionado entendía el término de manera diferente. Y era una utopía proclamar una definición única, por encima de las opiniones de los demás. ¿Quién era él para atreverse a hacerlo? Como si no hubiera personas con mucho más entendimiento ciclista que ni siquiera habían osado intentarlo. Se otorgó a sí mismo una tregua temporal. Pero para nada se olvidó del asunto…

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