ONCE y Banesto; Banesto y ONCE. Dos equipos, dos estilos antagónicos. La ONCE de Manolo Saiz mucho más agresiva en carrera, el Banesto de Echávarri y Unzué más conservador, ambos en consonancia con el talante de sus portavoces de puertas hacia fuera. Recitar los nombres de los ciclistas bandera de ambos conjuntos hacen de ello un recorrido por la historia del ciclismo de los años noventa y comienzo de los 2000: Induráin, Delgado, Zulle, Jalabert, Zarrabeitia, Mauri, Olano, Chava, Beloki…
En 2003 ambas marcas históricas pusieron punto y final a sus andanzas en el mundo profesional. Las estructuras continuaron, sufriendo mutaciones que permitieron flotar a ciclistas, directores y personal, como el nombre o el maillot. Liberty Seguros e Illes Balears continuaron la senda. No sería un camino muy prolongado, con uno tiñéndose en negro para conformar el Caisse d’Epargne que a su vez nos llevaría al Movistar de hoy, mientras que el otro cerraría la persiana una vez la presunta relación de su mandamás con la Operación Puerto estalló. El ciclismo con la marca Liberty se remitió a un pequeño equipo de Portugal. Astana tomó el relevo con Alexandr Vinokourov detrás del proyecto. Así ganaron una Vuelta a España.
Desde 1989 estuvo activo este equipo, con éxitos tempranos como la victoria en la clasificación por equipos, en la que entraría en conflicto directo con sus rivales de Banesto, de la Vuelta 1990 o la victoria absoluta en la misma competición en 1991. Lo hicieron con Melchor Mauri, quien vistió también la elástica del Banesto en 1994. En ella batieron a Miguel Induráin, ese espigado corredor que ya en las filas de Reynolds había destacado y que ya mostraba hechuras de gran campeón, como así sería. La ONCE tenía a Lejarreta en sus filas, pero pronto encontraría sus dos referentes sobre los que orquestaría su gran crecimiento como equipo.
Jalabert fue un gran velocista. En cambio, 1994 supuso un punto de inflexión en su carrera. La victoria en los Lagos de Covadonga transformaron su mentalidad y le hicieron lo que después se conocería como all-rounder, es decir, un ciclista ganador en todo terreno. De ahí a ganar grandes clásicas, vueltas de una semana y la Vuelta a España. Zulle, mientras tanto, evolucionó hasta disputarle a su compatriota Rominger la edición de 1993. El suizo se postuló como favorito a jefe de la oposición en el Tour de Francia, pero allí siempre se encontró al Banesto de Miguel Induráin, que dominó entre 1991 y 1995.
Famosa fue la rivalidad que ambos conjuntos mostraron en la edición de 1995, donde el quinto Tour de Francia no fue para nada tarea sencilla para el campeón navarro. Banesto basó en él su gran lustro y sufrió con su marcha un vacío complicadísimo de llenar. Lo intentó con Olano, alias el ‘heredero’. Vivió un gran 1996 luciendo el maillot arco iris. Año de ingrato recuerdo para los Banesto, sufriendo con Induráin derrotas dolorosísimas en el Tour como en la Vuelta, donde para colmo los grandes rivales de la ONCE estaban dominando a su antojo.
Olano no llenó las expectativas, aunque dejó una victoria en la Vuelta a España, título que el conjunto navarro no obtenía desde 1989, cuando aún eran Reynolds, a manos de Pedro Delgado, y que nunca más ganarían bajo denominación Banesto. El segoviano fue segundo en la Vuelta de 1990, tercero en 1994 y desde el podio de La Castellana casi se despedía del ciclismo profesional. Zarrabeitia hizo buena carrera en la ONCE después de ser segundo en la Vuelta con sus rivales. Garmendia pasó por ambas escuadras también, al igual que en categorías inferiores hubo mucho cambio de estructura, como el del propio Carlos Sastre. Los hermanos Osa acabarían sus días como ciclistas en Liberty, habiendo pasado por Banesto.
Unai logró el Tour del Porvenir y la tercera plaza del Giro con el Ibanesto.com. La ONCE y Banesto habían intercambiado cromos con Olano y Zulle. El suizo llegó al enemigo para ser la primera alternativa a Lance Armstrong, tras el traspiés del año en Festina con todo el affaire. El de Anoeta cruzó la acera en dirección contraria, sin repetir los éxitos que bajo mandato ‘blanco’ logró. José Iván Gutiérrez también fue un producto de la ONCE y se marcharía a la estructura de Banesto y servir como gregario de lujo y como buen contrarrelojista.
Además de los ciclistas implicados en cambios de equipo y a las evidentes rivalidades deportivas y dialécticas, tanto un conjunto como el otro fueron referencia a nivel internacional, aunque sólo fuera por la fama de lograr éxitos en las primeras plazas del mundo. Banesto triunfó más en el Tour, donde la ONCE apenas se prodigó con buenos resultados. A decir verdad, salvo por Induráin, Banesto no llegó a luchar la victoria en grande alguna si exceptuamos la Vuelta de 1998, en la que brotó uno de los últimos ídolos de la parroquia bancaria, José María Jiménez.
El ‘Chava’ trajo una era de escaladores al equipo, con predominancia de los especialistas en las rampas mirando al cielo. Mancebo fue un hombre regular, un carácter más conservador que su paisano Jiménez, quien era más de genialidades y de arrastrar a la afición. Juanmi Mercado fue otro integrante importante de la recta final del equipo, que dio a su fin en 2003 con 14 temporadas a bordo del barco de Banesto. Allí estaba un Pablo Lastras o un Chente García Acosta que desde entonces sobrevivirían a todas las etapas en el equipo para pasar al volante. Mismo camino que José Luis Arrieta.
Con la entrada del nuevo siglo, las tornas cambiaron y era la ONCE la alternativa al poder de Armstrong. Beloki subió al podio en dos ocasiones con los amarillos (tres en total), con aquella caída del Tour 2003 como el hecho simbólico con una era. Casi ganan la Vuelta con Nozal aquel septiembre, pero poco más. Un equipo que se basó después en quien les derrotó en aquella tarde en la escalada a Abantos, Roberto Heras, aunque sus triunfos se ciñeron de nuevo al territorio ONCE, la Vuelta a España, desapareciendo por completo de la competición por el Tour.
Junto al Kelme, que desapareció en igual fecha e irrumpió con mayor fuerza en la segunda mitad de la década de los 90, ambos equipos fueron la columna vertebral del ciclismo español. Había más equipos, cómo no, como el Vitalicio y todos esos modestos como el Fuenlabrada en todas sus denominaciones o el Costa de Almería o el Euskaltel Euskadi, que fue creciendo a pasos agigantados coincidiendo con la marcha de ambos sponsors de la vida ciclista. Los mejores talentos solían elegir entre uno y otro lado de la guerra, con periodos en ambos e intentos de fichaje cruzados. Se dice que la ONCE intentó el fichaje de Induráin de cara a 1997.
Esa rivalidad marcó una época, con un ciclismo que estructuraba mucho mejor los talentos de la época y los dirigía a un calendario internacional que les lanzaba a la fama. Ahí había hueco para ello. Con todo lo negativo de ambas estructuras y lugares oscuros que se visitaron, a tratar en otros artículos, la herencia en lo deportivo fue bastante interesante, con audiencias en España que hoy serían imposibles y siendo noticia constante, porque el ciclismo esos días tenía una importancia mucha mayor que hoy para el día a día de la gente, ya fuese por la coincidencia del periodo Delgado – Induráin o porque con su batalla entre ellos y contra el resto del mundo el ciclismo ganó relevancia.
Fotos: Sirotti