Warren Barguil, el regreso del hijo pródigo (de Arkea a DSM)

El intenso mercado de fichajes que se intercala entre las temporadas de 2023 y 2024 ha traído más de una sorpresa. Los cambios de patrocinio y el viraje de algunas situaciones contractuales importantes han dado salsa al verano y otoño ciclista, como cada año. Uno de los pequeños terremotos que se producen en el mundo World Tour tiene el nombre francés de Arkea Samsic (B&B desde el próximo enero) y afecta a uno de sus ciclistas más importantes como es (era) Warren Barguil.

El bretón pasó de ser junto a Nairo Quintana el soporte de la estructura y el leitmotiv de la misma en su vertiente francesa a ser agua pasada, a retornar al antiguo Sunweb, reencarnándose en el maillot del DSM Firmenich, herederos del Giant-Alpecin y del Argos-Shimano. Con esa familia se lanzó al estrellato, a intentar comerse un mundo que finalmente se le comió a él. Ha quedado en un buen corredor, y así pasará al recuerdo, pero sin cumplir algunas expectativas que se hicieron a su alrededor, potenciadas por las ansias de un país en busca de un ‘Mesías’.

Quien empezó siendo artífice de dos brillantes victorias de etapa en la Vuelta a España siendo prácticamente un neo siguió en ese estadio, no subió de categoría, que era el crecimiento que se esperaba de Barguil. Su nombre, con el hándicap de nacer en la Bretaña, se asoció con Hinault, y ni la voracidad ni las prestaciones han terminado por parecerse. Arkea Samsic ha sido un proyecto ambicioso, que vio sus aspiraciones de mejora y acceso al World Tour con las aspiraciones del ciclista, que después no ha respondido a todo lo que se esperaba de él.

El equipo tiene ansias de crecer, ha acometido fichajes estructurales importantes y quiere tender a seguir esa curva ascendente. Barguil, que ocupaba una parte importante del presupuesto de fichas, deja su sitio a otros, y ahora emprende un viaje de vuelta a los orígenes, un DSM con el que ha firmado por tres temporadas. Se encuentra con otro heredero ya en retirada como Romain Bardet. Dos francotiradores en media y alta montaña que tienen bien ganado prestigio, pero a Warren le falta el palmarés que amasa su futuro compañero de equipo. Ocho victorias parecen un capital insuficiente para un ciclista de tanto renombre, más aún si en el mundo postpandémico simplemente ha cosechado tres.

Bien es cierto que las cuatro primeras se corresponden con triunfos en Vuelta y Tour, y que otra es el Nacional francés, que en Francia aporta mucho prestigio y publicidad. Etapa en Tirreno Adriático, el GP Miguel Induráin y la general del Tour du Limousin. ¿Es un mal palmarés? Seguramente, no. Muchos lo firmaría con los ojos cerrados. Pero la clase que posee y la evolución que se le presuponía no era para ser un ciclista del montón, con más nombre que victorias, sino al contrario. Arrancar tan fuerte es en ocasiones una piedra que se arrastra durante toda una carrera.

Barguil vuelve a casa, donde al abrigo de otros líderes como Tom Dumoulin podría haber crecido a la sombra, sin demasiada exposición al sol. Aunque su salida, a decir verdad, se produce el mismo año que el holandés firmó su victoria en el Giro de Italia. Por tanto, el rendimiento ya había dejado de crecer en las filas del equipo en el que va a ingresar ahora. Siempre es un corredor incómodo para sus rivales, que es capaz de ganar protagonismo cuando la carretera apunta al cielo. En ese rol, ya mucho más asentado y sin esperar de él otra clase de ciclista, es una muy buena incorporación.

Fotos: ASO / López