La historia de Primoz Roglič con Bora Hansgrohe no empieza ahora. Ocho años atrás, cuando el esloveno aún no había entrado en la famiglia del Jumbo Visma ni en el World Tour, recibió el interés del conjunto alemán. El esquiador estaba buscando un gran salto, lo encontró y 80 victorias después ha encontrado un buen aterrizaje, el mejor que tenía a su disposición. Ineos tenía la pista reservada para alguien más, así que la mejor y única opción realista y disponible era ésta. Buen equipo, con las ideas claras, disciplinado, jerarquizado. Música para los oídes de Primoz, espantado de Jumbo bastante antes de la dichosa fusión que trae de cabeza a medio ciclismo.
La salida del tercer clasificado en la pasada Vuelta a España no es casual. El malestar del ciclista ha sido una oportunidad de oro para que la dirección de Jumbo se quitase un problema de encima. No por la situación deportiva, insostenible, sino por la situación general de la estructura, ante el problema de tener que dar presunta cabida a staff y corredores procedentes de ambos lados de la frontera, una mera cuestión de números. Un dolor de cabeza menos en esa operación aún desconocida en dimensión, en naturaleza y sobre todo en certeza, con la potencial necesidad de encontrar destino a unos cuantos ciclistas. Uno ya está fuera, liberando el presupuesto de su ficha.
No sería descartable que hubiese algún otro fichaje cruzando la misma carretera para acompañar a Roglič en la aventura alemana. El juego acaba de comenzar y esta no es ni de lejos la última escena del mismo. Quedan piezas por mover en el particular dominó en el que se ha convertido esta ventana de fichajes. El espacio en Bora existe y la necesidad del resultado del matrimonio Visma-Soudal reserva aún fascículos por repartir. O no, porque según últimos movimientos Amazon habría realizado un envío urgente. El campeón en ejercicio del Giro es un líder natural y varios de sus todavía compañeros le seguirían al fin del mundo.
El plan
Roglič firma para la temporada 2024, o al menos no se han conocido detalles del más allá. «Su personalidad inspirará al equipo», dijo Ralph Denk -manager del Bora Hansgrohe-. «El factor decisivo ha sido que el equipo está muy motivado para trabajar conmigo y que tenemos las mismas ideas», dijo Primoz. La comunión es perfecta, la necesidad mutua. Bora posee una plantilla excelente, con corredores que sucederán al esloveno en algunos dientes de esa corona internacional que ostenta. Jóvenes estrellas como Cian Uijtdebroeks crecen al amparo del Bora.
El equipo ascendió a los cielos junto a Jai Hindley para ganar un Giro de Italia. Es más, coinciden en este momento los dos últimos poseedores de la maglia rosa definitiva. El australiano ha probado suerte en el Tour esta vez, pero sus opciones de podio se fueron deshaciendo cual azucarillo con el paso de los días. La buena victoria lograda en Laruns le refuerza como uno de los ciclistas a tener en cuenta en grandes vueltas, más allá del mes de mayo, donde ha demostrado sobradamente que puede responder a las expectativas. Lo lógico sería ver al ex campeón del Giro luchando por reeditar su triunfo de 2022.
Aleksandr Vlasov es otro ciclista importante dentro del organigrama de Bora Hansgrohe. Sus puertas se verían cerradas si Roglič asume los galones en solitario en el mes de julio, algo que ni cotiza, y Hindley hace lo propio con los del Giro. Hablamos de la temporada 2024, fecha en la que los tres finalizarían su contrato con el equipo germano. Quitarse presión de la cabeza puede venirle bien. Llegado el caso, reconvertirse en gregario de lujo se puede convertir en una alternativa interesante. Como jefe de filas y camino de los 28 años de edad, tendría sentido pensar que su techo está alcanzado.
Porque detrás del Tour de Francia viene el reto de la Vuelta a España. Primoz Roglič no ha escondido nunca la ambición de retirarse haciendo historia en la tercera grande del calendario. Si el esloveno renunciase a disputarla como jefe de filas en 2024, todas las piezas encajarían, porque el calendario quedaría repartido de forma equitativa. Pero no parece que en condiciones normales el recién llegado vaya a abandonar de repente la idea por la que tanto ha peleado a lo largo de las cinco últimas temporadas. Tampoco tendría razón de ser que Bora sacrificase sus propias opciones de ganar por ciclistas cuyo éxito es hasta la fecha bastante más incierto.
Uijtdebroeks, tras la notable actuación en la Vuelta, donde se ha consagrado como una de las joyas del futuro ciclístico, queda por el momento en un escalón inferior de prioridad. Su juventud mantiene márgenes de mejora que permitirían alinearle como agente libre en el Giro de Italia como parte de su aprendizaje. El colombiano Daniel Felipe Martínez, un anhelo desde hace un par de temporadas, también deberá encontrar su lugar. Se trata de otro corredor que no ha demostrado rendir en tres semanas cuando el foco apunta directamente hacia él.
Una ocho de garantías
Si la plantilla al completo está a disposición de Primoz para conformar un ocho competitivo de cara al gran objetivo del año, que será el Tour de Francia, la supuesta superioridad de Jumbo/Amazon/Visma y UAE sobre Bora Hansgrohe quedaría en entredicho. Una alineación que reúna a Roglič, Hindley, Vlasov, Martínez, Kämna, Jungels, Buchmann y Sobrero, recientemente incorporado a la disciplina teutona, no desmerecería en absoluto. Los velocistas, parece, estarán fuera de la ecuación y tendrán vacaciones durante las semanas de Tour.
El fondo de armario de la actual plantilla, sin contar con incorporaciones que estén aún por completarse en el cajón de posibles, incluye a hombres como Nico Denz, Sergio Higuita, Emil Herzog (ojo) o Schachmann, entre otros. Las garantías de conformar un equipo de total garantía alrededor de su líder serían totales. Las comparaciones son odiosas, porque todo lo que se compare al Jumbo Visma de 2023 va a palidecer, pero el nivel de Bora no está tan lejano como se podría pensar. La motivación y confianza que este líder natural podría traer a sus compañeros también jugará un papel en toda esta pelea de grandes ejércitos que son las grandes vueltas a día de hoy.
Si la determinación se mantiene también en niveles altos y se respeta una única idea, hay corredores muy válidos para la estrategia. Que le pregunten a Hindley por Kämna en plena ascensión al Fedaia. O el buen servicio que Jungels ha llevado a cabo siempre en favor de otros líderes. O la solidez de Buchmann. El plantel promete e ilusiona. El duelo estará servido, con la ventaja para el ciclista esloveno de que él es el tercero en discordia, rememorando la foto aquella del Galibier que cambió la historia del ciclismo y la suya dentro del propio equipo Jumbo Visma. Vingegaard, desde ese mismo día, era el rey absoluto e indiscutible.
Tema aparte será la adaptación al nuevo material y a la nueva bicicleta, que pasa a ser Specialized para él, con el consabido periodo de adaptación que conllevan los cambios. El protagonista de la historia reconoce que está «deseando dar este paso», aunque «cambiar de equipo es territorio inexplorado» para él. Lo dice un ciclista que pasó del Adria Mobil esloveno al entonces LottoNL-Jumbo, hoy Jumbo Visma. En este escenario inédito, falta por testar la capacidad de adaptación y de liderazgo fuera de su zona de confort. Lo más positivo, sea cual sea el resultado, es la descentralización parcial del talento, que ahora también se acumula en Bora.
Foto de portada: Photogomezsport / Unipublic
Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.