Oier Lazkano vale su peso en aceite

Oier Lazkano, ciclista del Movistar, consigue la victoria en la Clásica de Jaén 2024. Fueron 115 kilómetros de barbaridad, de escapada, de clase. En el día que todos señalaron para ver ganar a Van Aert, distraído regalando asistencias a unos y a otros, era el día de un vitoriano cuyo potencial sólo los ciegos no aciertan a ver. No es Induráin, no es Chente, no es Erviti… ¡es Lazkano! Ni más ni menos, que dirían Los Chichos. Esta ‘bala que busca un mote novelesco y legendario puso la mirada en la línea de meta y hacia ella que voló. Nadie pudo pararle, y fueron buenos galgos los que salieron a su encuentro.

Si hablamos de llover sobre mojado (¿Fito Páez?), de tractores, de olivos y de recortes, no hablamos de política, sino de la Clásica de Jaén. Su edición 2024 no podía sufrir más contratiempos. En los tiempos convulsos de Charles Dickens y no tan lejos de las Cubres Borrascosas, el agua de estos días cumplió su amenaza de hacer impracticables algunos de los tramos. De 60 kilómetros a menos de 20. ¿O acaso estaba preparando Pascual Momparler el mar de olivos? Los tractores amenazando y un cartel de absoluto lujo que quedó cuarteado con tanta restricción diminutiva. Wout Van Aert en liza y mostrándose, Flecha diciendo en televisión que Jaén es mejor que Strade, todo salió rodado.

El ganador, que es el primer español en inscribirse en esta prueba, no es una casualidad. Ni una circunstancia que pasaba por allí. 2023 fue un síntoma, una pista clara de quién estamos tratando. Si en Movistar no se dan cuenta del tamaño de Oier, tal vez tengan ambos un problema. Si es así y el vasco va a quedar en un buen ciclista con un motor brutal que sirva sólo para tractorear grupos en busca de top-5 en la general de las Grandes Vueltas, pónganlo en libertad, por favor. Ya advirtió Unzué (hijo) que el espacio dejado por algunos corredores lo aprovecharían otros. Y no es ninguna mentira. Cuatro victorias en apenas un mes de competición para los telefónicos.

Tras Pelayo Sánchez, Will Barta, Fernando Gaviria y ahora Oier Lazkano. Esta vez en una clásica que ha venido para quedarse y que en un tiempo será valorada como se debe. Así pasó en las primeras ediciones de Strade, ahora llamada por muchos ‘el sexto Monumento‘. Y no es para menos, aunque eso es un club cerrado donde es imposible entrar. Aunque con la UCI y los gurús del ciclismo, a saber qué vueltas da la vida. Los ‘Pájaros de Barro’ (de nuestro ‘compañero’ Manolo García) afrontando tramos de tierra como si fuesen pistas de Rolland Garros. En realidad, como jugar contra Djokovic, que el partido parece bien cuesta arriba si no eres Nadal o Federer.

En esos terrenos se han exhibido hombres de la talla de Cancellara, Sagan, Van der Poel, Pogačar y ahora Lazkano. El hermanamiento entre La Toscana y Jaén debería producirse. Dos zonas buscando lo mismo, que no es otra cosa que un hueco y sello propios en un mercado absolutamente saturado. Las fechas en ciclismo están como el aceite, bien cotizadas. Los olivos daban sombra, por suerte, de un sol que resplandecía en suelos mojados esta vez. Batallas con Kuss, Kwiatkowski, Wellens, y Van Aert, que se clasificó el último, a más de seis minutos y medio del ganador.

Con este aviso, hay que sacar varias conclusiones. Una: que el señor Lazkano está para grandes cosas. Esperemos que ni la presión ni la presunta falta de ambición de su equipo perjudiquen el viento a favor. Dos: que Movistar ha empezado como un rayo la temporada. Así, sí. Tres: que esta carrera debe permanecer en el calendario, aunque a poder ser y buscándole tres pies al gato, merece ser celebrada en fin de semana. Para verla en televisión o para acercarse a disfrutar del mar de olivos in situ. No todos los años pasarán temporales, pero sí ciclones como Lazkano. Disfrutemos.

Y otro aviso: este ciclista finaliza su contrato en diciembre de 2024. Anoten culebrón como en la casa navarra no se anden raudos y veloces.

Fotos: Movistar / Getty