Independientemente de sus cifras, o precisamente ligado a ellas, el recuerdo que quien escribe tiene de Txomin Perurena es el de su constante presencia en la prensa deportiva de aquellos años. Cuando apenas había retransmisiones ciclistas televisadas en directo, más allá de las puntuales de Vuelta a España o Tour de Francia (cómo no recordar la caída en directo de los “La Casera” en el Circuito del Jarama aquel 1 de Mayo de 1974, con precisamente Perurena vestido de amarillo). Los niños y adultos de la época seguíamos el ciclismo mediante los resúmenes radiofónicos, en el mismo día, o al día siguiente a través de la prensa en papel.
Y, excepcionalmente, en la cuneta de una carretera cuando la carrera era muy cerca de casa. Ahí los veías en vivo. Vestidos con aquellos preciosos maillots. Morenos. Sin casco. Por aquellas carreteras descarnadas y repletas de baches. Sus gritos. “¡¡¡¡¡¡Palo!!!!!!!” cuando un rival demarraba a escasos kilómetros de meta. Los comentarios de aquellos señores mayores apostados también en la cuneta y que parecían saber tanto…Recuerdos de niñez… Los sábados y domingos, que no había escuela, te levantabas y mirabas la prensa que ya había traído la madre. Y… ¡ahí solía estar él! Con las manos en alto en la foto. Con su maillot de KAS. En la sección de declaraciones de los protagonistas, habitualmente como vencedor.
En Internet podéis encontrar multitud de reseñas referidas a sus 158 victorias y sus días de amarillo. Y de los diferentes récords que suponen. Pero nosotros nos centraremos en cosas más desconocidas de la carrera deportiva de Txomin, basándonos en una magnífica entrevista que el querido compañero Yon Suinaga le realizó para la revista Planeta Ciclismo.
Como, por ejemplo, la anécdota de la moneda de oro que se ganó el periodista Chico Pérez durante un Giro de Italia, en una etapa con final en Orvieto. Fue el mismo periodista quien, antes de la etapa, se acercó a Txomin para decirle que había apostado por él como ganador de etapa. Y el propio ciclista, sorprendido, le vino a decir que por qué. Entonces Pérez le explicó que su final en subida se le adaptaba como anillo al dedo. A partir de eso, Txomin “estuvo atento” y finalmente ganó. Lo que le supuso aquella moneda de oro para Chico en su quiniela con el resto de periodistas.
Pero la cosa de la victoria de Orvieto no finalizó tras cruzar la meta. Contaba Txomin que se encontraba “exuberante de alegría” tras la victoria… Algo que le debió resultar sospechoso al inspector del control antidopaje, que decidió registrarlo e incluso inspeccionarle la boca… En Orvieto, en 1971, había quedado claro que Txomin no había estudiado el final de aquella etapa. Pero, durante la Vuelta a Suiza de 1973, pareció que tampoco. En aquella ronda helvética, en la que su compañero Tarangu llevaba días arrasando, había un final de etapa en Schupfart que otra vez le era pintiparado.
Y nuestro Txomin volvía a no saberlo. Otra anécdota que demostraba también, por otro lado, la costumbre que había en aquel tiempo de comerciar y traficar con victorias. Contaba Txomin que, antes de la salida de aquella etapa, en La Chaux de Fonds, se le acercó un ciclista italiano “potente y rápido, sobre todo en finales en subida, como yo” y le propuso a Txomin que trabajase para él en el final de etapa a “cambio de no sé qué”, porque su final en cuesta le favorecía. Peru rechazó la propuesta, calló… y pensó: “Si a éste le viene bien, a mí también”. Y Txomin que se adjudicó la etapa gracias al anónimo corredor italiano que le puso en sobreaviso.
Txomin prefería el Giro de Italia al Tour: “tiene más encanto”. Aunque fue en el Tour de Francia de hace 50 años, en el que consiguió uno de sus triunfos más reconocidos: el del Gran Premio de la Montaña, antes incluso de que la empresa de chocolates Poulain se hiciese famosa por patrocinar el premio con el maillot de lunares. Sin embargo, su mejor puesto en la general final de la ronda gala fue el conseguido en la edición de 1966. Se coló décimo octavo con solamente 22 años, corriendo para el equipo guipuzcoano Fagor. Una escapada camino de Pau, fue el momento decisivo para Txomin lograse aquella importante clasificación en la general.
Pero también, para quedarse con la espinita clavada, para siempre, de que nunca obtendría ninguna victoria en la ronda gala. Durante aquella edición, Perurena padeció fuertes dolores de rodilla. De hecho, le efectuaron una infiltración para poder llegar a París. Fue en la antedicha etapa de Pau, donde escapado con el luxemburgués Eddy Schültz, no pudo aguantar, precisamente debido a los dolores de rodilla., el ritmo del luxemburgués. Fue su gran oportunidad de victoria. Algo que nunca llegó a tener tan claro como aquel día en Pau.
Para Txomin, lo de ganar la Montaña del Tour de 1974 fue “una anécdota”. El año anterior, Pedro Torres había ganado ese premio por delante del mismísimo José Manuel Fuente, superando al Tarangu en los puertos pequeños. Así que, al año siguiente, Txomin se tomó la revancha haciendo básicamente lo mismo. Añadía además en aquella entrevista, que Campagnolo había sacado unos productos de titanio que aligeraban la bici: pedales, eje de pedalier, dirección…
Le comentaron en el equipo que, si quería disponer de aquellas “ganancias marginales”, debía disputar el G.P. de la Montaña. Así que lo comenzó a disputar desde el primer día; su única opción para ganarlo. Venció en casi todas las cotas de cuarta, en muchas de tercera, en alguna de segunda, y también en La Bonaigua, que se calificó de primera. No existía por entonces la categoría especial. Según Perurena, aquello no agradó en absoluto a Félix Lévitan. El mandamás de la ronda gala modificó a partir de entonces el sistema de puntuación. No quería que, un ciclista del tipo de Perurena, que en nada podía encuadrarse como un escalador típico al uso, pudiese ganar “su” Gran Premio de la Montaña.
Una de las fotos más famosas donde aparece Perurena, es en la que remolca, junto a sus compañeros de Fagor, a un Luis Ocaña que había caído y ya era incapaz de pedalear durante la ascensión al Ballon d’Alsace. Más desconocida es la foto en la que Txomin rueda con un ramo de flores en su mano derecha, después de haber obtenido la victoria de la clasificación de la montaña. Lo hace en velódromo parisino de La Cipale. Y es que, según aseveraba el propio Txomin, él fue el único ciclista que logró finalizar el Tour de Francia en tres lugares diferentes: el velódromo del Parque de los Príncipes, el velódromo de La Cipale, y los Campos Elíseos. Foto que ilustra este artículo gracias a la cortesía de Urtekaria, a través del también querido compañero Javier Bodegas.
Sin embargo, donde realmente Perurena forjó su leyenda fue en el calendario nacional, con numerosos triunfos en pequeñas vueltas y carreras de un día. Como hemos escrito anteriormente, su presencia y sus victorias en la década que va desde 1966 a 1976 en el calendario nacional es apabullante.
En la Vuelta a España consiguió victorias de etapa en doce oportunidades. Ya en su debut en 1966, Perurena disputaba las clasificaciones secundarias. Obtuvo la victoria en la clasificación de las metas volantes, batiendo a Tarzán Sáez. Y se quedó a dos puntos del triunfo en la de la montaña, en la que fue batido por Gregorio San Miguel.
El recuerdo quizás más amargo que se llevó Perurena del ciclismo sucedió en la Vuelta a España de 1975. En aquella lluviosa tarde de mayo, en Donosti, Perurena salió vestido de amarillo en la contrarreloj que ponía final a la carrera. Pero lo perdió, por 14 segundos. Y eso que el propio Txomin ya estaba mentalizado de que podía quedar incluso quinto, por la entidad de sus rivales: Lasa, Tamames, Kuiper… Pero ser finalmente segundo, y ante su propio público… Sobre el silencio con que fue acogida su entrada en el velódromo de Anoeta, decía el propio Txomin: “Siempre se me quedó grabado el silencio impresionante de la gente a la entrada del velódromo. Aquello ya quería decir mucho, era un mal agüero. Aquel silencio, y el recuerdo, son inolvidables. Todavía hay veces que aún me viene en forma de pesadilla”.
Txomin Perurena. Todo un referente de aquel ciclismo. Un mito.
Fotos: Urtekaria
Raúl Ansó es pamplonés y cumple más de una década en proyectos como Road & Mud, Urtekaria, Desde la Cuneta, Planeta Ciclismo, High-Cycling y ahora Le Puncheur. El espíritu crítico y una visión siempre interesante sobre la actualidad, además de gran historiador del ciclismo.