Itzulia 2024: Cuando la destreza no compensa la insensatez.

No hace falta ser un experto en ciclismo para analizar algunos sucesos con claridad. Diría que basta con usar algo que muchas veces ignoramos, llamado sentido común. Posiblemente se lleguen a conclusiones certeras sobre cosas, a priori tan simples, que normalmente nosotros mismos nos empeñamos en complicar.

La Vuelta al País Vasco, conocida actualmente como Itzulia, se celebró la semana pasada con gran entusiasmo y expectación por parte de la afición, teniendo en cuenta que era la primera competición de la temporada en la que los mayores aspirantes al triunfo y conquista del maillot jaune en el Tour de Francia se veían las caras antes del mes de julio.

Durante la tarde del Domingo de Resurrección éramos muchos los que nos congregábamos en el centro de Irún para disfrutar de la presentación de los equipos participantes en la carrera. Ni la lluvia ni el frío arruinaron la fiesta. Los ojos estaban puestos principalmente en tres personajes muy concretos: Primoz Roglic, Jonas Vingegaard y Remco Evenepoel que además estaría acompañado de Mikel Landa.

Primoz Roglic volvía a la competición con su nuevo equipo, el Bora Hansgrohe, tras una discreta actuación en París Niza. Al esloveno se le veía radiante. Saludos, guiños, bromas y mucho contenido digital de primera para las redes sociales fueron lo que el esloveno aportó con su carácter jovial. Se le veía confiado, y en buena forma, hay que decirlo.

Más comedido apareció Jonas Vingegaard, del equipo Visma Lease a Bike, acompañado de su ángel de la guarda Steven Kruijswijk, ya que el neerlandés no se despegaba del dos veces campeón de Francia en ningún momento. Por otro lado, la curiosidad era inmensa por ver cómo encajaban el campeón belga, Remco Evenepoel, con el héroe local, Mikel Landa, quien venía con la intención de trabajar para el primero, en el equipo Soudal Quickstep. Como siempre, el Landismo se dejaba notar en cada rincón con pancartas, fotos y otros motivos que decoraban el lugar. Bonita estampa.

A primera vista, otros equipos como UAE Team Emirates, Ineos Grenadiers, Trek o Bahrain Victorious parecían estar un escalón por debajo de los tres favoritos en la lucha por la clasificación general de la carrera, aunque en ningún momento se podían descartar. Ya se sabe, en una carrera de ciclismo todo puede pasar. Y posiblemente en esta Itzulia se dieron muchos acontecimientos que resultaron en un desenlace poco esperado.

Aunque UAE aparecía en Guipúzcoa sin el extraterrestre de Tadej Pogacar, quien arrasó durante la semana anterior en la Volta Catalunya, venía con un conjunto joven pero muy potente. Sin atisbo de duda, cualquiera de los integrantes de ese equipo podía luchar por la clasificación general. Nunca hay que subestimarlos. Por algo son uno de los mejores equipos del mundo. Juan Ayuso, Brandon McNulty, Jay Vine, Marc Soler, Isaac del Toro, Igor Arrieta y Sjoerd Bax. El más veterano, Marc, apenas cuenta con 30 años. Menuda «bomba de relojería» nos presentaba Joxean Fernández Matxin.

Precisamente el tercer día de carrera hablé con Isaac del Toro y le pregunté quién venía como jefe de filas. ¿Juan Ayuso, Brandon McNulty, Jay Vine? Toda una incógnita. Ni él mismo me pudo dar un nombre único. Para qué apostar a una carta si tienes varias con las que poder jugar a ganar. La carrera misma establecería la jerarquía en el conjunto emiratí.

El andaluz Carlos Rodríguez, del equipo Ineos Grenadiers, también estaba allí, con la intención de resurgir y volver a brillar con su mejor ciclismo tras un inicio de temporada anodino. Afortunadamente, logró su empresa con el triunfo en la última etapa de la prueba.

En el equipo Bahrain Victorious comparecía Pello Bilbao. Me resulta curioso cómo el de Guernica puede pasar tan desapercibido en muchas ocasiones para la afición, dada su calidad. Mediáticamente no mueve las masas ni suscita el interés que imperecederamente ha generado Mikel Landa, pero es un hombre que siempre está en la «pomada», porque clase le sobra, y que, como vimos estos días una vez más, se caracteriza por una visión y una sensatez de la que después hablaremos.

David Gaudu apareció como líder absoluto en el Groupama FDJ. Seguramente el francés echa de menos el buen hacer de su ex compañero de equipo, Bruno Armirail, quien en esta temporada ha pasado a correr para el equipo Decathlon AG2R La Mondiale. Y es que el de Bagneres de Bigorre era un gregario excepcional para Gaudu.

Hablando de franceses, aunque lejos del nivel para luchar por la clasificación general, también pudimos ver al pizpireta Warren Barguil con su nuevo equipo, el Team DSM-Firmenich, y a Kevin Vauquelin de Arkéa-B&B Hotels, quien firmó una gran actuación terminando la carrera en octava posición.

En Lidl-Trek las miradas estaban puestas en Mattias Skjelmose. El campeón danés venía de firmar una cuarta posición en París-Niza y con muchas intenciones de plantar cara a los grandes favoritos de la competición.

Tras una primera jornada, donde lo más destacable fue la «jumbada» de Primoz Roglic al equivocarse en el circuito de la crono por las calles de Irún, perdiendo tiempo pero manteniéndose como líder de la competición, los contratiempos comenzaron a aparecer durante el segundo día de la carrera.

Antes de llegar a la meta, en la localidad de Kanbo, uno de los ciclistas favoritos para ganar la competición, David Gaudu, decía adiós a sus aspiraciones al caer y lesionarse la muñeca. Au revoir al francés. Ya no salió a disputar la tercera jornada.

En ese segundo día otros cayeron sin demasiadas complicaciones: Ben Tullet, Romain Gregoire, quien se impuso al sprint en la quinta jornada todo sea dicho, y Xabier Berasategui, del Euskaltel Euskadi.

En la tercera etapa, el susto vino con la caída del líder de la carrera, Primoz Roglic. Parece que al esloveno le ha mirado un tuerto con esto de las caídas. Justo esa misma mañana, en redes sociales, los aficionados ya adelantaban el triunfo del esloveno en la competición. Sosegad, pensé. No hay que vender la piel del oso antes de cazarla. En ese momento me vino a la cabeza la popular frase que Forrest Gump formulaba en la película “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que vas a conseguir”. Así, igualmente, se podría aplicar en esto del ciclismo. Una caja de bombones. A veces dulces, a veces un tanto amargos.

Y Primoz cayó. Y ya nada fue tan bonito y pastel como había sido al inicio de la competición. También dio un susto Juan Ayuso que se fue al suelo a escasos kilómetros de la meta. Un pequeño susto, aunque buen golpe se llevó el de Jávea. Ahí ya se empezó a cuestionar la propuesta de recorrido de la organización. Nada nuevo. La tónica habitual cuando ocurren sucesos de este calibre.

Y llegó la cuarta etapa. Salida en Etxarri Aranatz. Llegada a Legutio. Una cuarta etapa que muchos recordaremos por largo tiempo. Una etapa con consecuencias fatales para los protagonistas. Y no, los protagonistas no fueron los que entraron en posiciones de honor o el que ganó la misma, que fue el sudafricano del Intermarché, Louis Meintjes, desde el grupo escapado por cierto. Los protagonistas fueron los ciclistas implicados en una dura caída bajando el puerto de Olaeta tras el sprint especial por meta en la localidad de Legutio.

El panorama era desolador. Tras la trazada de una de las curvas por el pelotón encabezado por Mikel Landa, Natnael Tesfasion perdió el rumbo y salió del recorrido hacia uno de los lados de la calzada. En la misma línea le siguieron Primoz Roglic, Remco Evenepoel, Jonas Vingegaard, Sean Quinn, Jay Vine, Steff Cras y Alexander Cepeda. Lo increíble fue que cada uno cayó de forma independiente, no encadenada, ni por colisión ni a consecuencia de la pérdida de equilibrio del anterior.

Las cámaras de televisión enfocaban a los ciclistas sangrando, algunos como Jonas, sin moverse. Incluso varios habían ido a parar a una acequia que no había sido tapada. Un fallo por parte de la organización en ese detalle de la acequia, sin duda. Y sí, una situación horrible que se vio agravada por la insuficiencia de ambulancias para atender a los ciclistas heridos. Por precaución, se decidió parar totalmente la carrera, grupo de escapados incluido, que no entendían nada de lo que había pasado en el grupo principal. Tras poder atender a todos los ciclistas heridos, de los cuales solo Alexander Cepeda fue capaz de continuar en carrera, el resto tuvo que abandonar.

En un abrir y cerrar de ojos, el particular atractivo de la carrera, la presencia de los tres grandes favoritos, se esfumó de la peor manera posible. Primoz se subió a un vehículo por su propio pie, algo resignado teniendo en cuenta que era la segunda caída en la que se veía implicado, en dirección al hospital de Vitoria. Esa misma tarde, el esloveno salió de ahí de la misma forma, según fuentes cercanas que así lo vieron. No tuvo la misma suerte su ex compañero Jonas Vingegaard, quien tuvo que ser evacuado de la carrera entubado y en camilla con una ambulancia. Su estado era muy preocupante.

Según el medio digital belga Domestique, se daba a conocer que el CEO de Safe Cycling había expresado su frustración por lo sucedido, teniendo en cuenta que Jonas había comentado en el mes de enero a los organizadores de la carrera el estado mejorable de algunas carreteras. L’Équipe, en cambio, negaba la veracidad de todo ello.

La carrera se reanudó, al menos para poder disputar la etapa por parte del grupo escapado. El resto de ciclistas llegaron de forma neutralizada, sin poder creer lo que había pasado.

En ese momento nos acercamos a hablar con Pello Bilbao en la línea de meta. El ciclista del Bahrain Victorious se mostró muy sincero en sus declaraciones. Sincero y muy sensato. No echó balones fuera. No arremetió contra la organización, cosa que muy frecuentemente se suele hacer como vía fácil para salir del paso. Asumió que los mismos ciclistas eran quienes creaban el peligro en muchas ocasiones, llamando a reflexionar a corredores y equipos sobre esta cuestión. La reacción a estas palabras no se hizo esperar. Muy aplaudida la visión del ciclista en redes.

El ciclismo no es un deporte exento de riesgo. Pero hay peligros que pueden evitarse siempre que uno tenga la disposición de hacerlo.

Para confirmar la correcta señalización del recorrido durante la salida de la jornada siguiente, desde Le Puncheur, preguntamos al mánager del equipo UAE Team Emirates, Joxean Fernández Matxín. El director, en ningún momento, atribuyó el incidente a este hecho, posibilidad que descartamos automáticamente. El circuito estaba bien señalizado y se sabía de antemano que era una zona complicada.

Mikel Bizkarra, ciclista del Euskaltel y conocedor de la zona, comentó que el asfalto era irregular. Raíces subterráneas de árboles próximos al asfalto. Era una posibilidad para explicar tal angustiosa situación. En caso de que así fuera, ya sería un tema de los responsables del estado de la calzada de la localidad.

Sin embargo, posiblemente la explicación de Pello era la más ajustada y cercana al motivo originario de este suceso. Y es que en los últimos años se ha mejorado la mecánica de las bicis de tal manera que se consigue llegar a unas velocidades mucho más elevadas, que dan más espectáculo pero que implican mayor peligro.

Aparte, desde los equipos, hay más presión por ganar. La victoria es golosa. Esto hace que se intenten buscar huecos casi inexistentes para pelear posiciones delanteras cuando el circuito real no alberga suficiente espacio para tantos ciclistas. Donde hay espacio para cinco no pueden caber diez. Matemática pura.

Y hay que tener en cuenta lo más evidente. A menudo, la destreza y la habilidad de manejar una bicicleta no es suficiente para compensar factores que juegan en contra y que implican peligrosidad, como una carretera en mal estado, una falta de espacio o unas velocidades que dificultan el control. Es ahí donde se debe actuar con cabeza, por mucho que, en ocasiones, por la inercia de la misma competición, cueste hacerlo. Al final son los mismos ciclistas los que deben pensar en ello, como animaba a reflexionar Pello. Encima de una bicicleta, los ciclistas van totalmente desprotegidos ante las caídas. El chasis de los “vehículos” son sus propios cuerpos.

Horas después empezaron a llegar los partes médicos desde cada uno de los equipos de los ciclistas implicados: Jonas acabó con neumotórax, una contusión pulmonar, clavícula y costillas rotas; Remco con rotura de clavícula y omóplato derecho; Roglic, algo más leve, con heridas y abrasiones en la piel, Sean Quinn una conmoción cerebral, fractura de esternón y abrasiones;Steff Cras sufría un neumotórax, varias fracturas costales y fracturas vertebrales dorsales; y Jay Vine una fractura del cuerpo vertebral cervical y en la columna torácica sin implicaciones a nivel neuronal.

Podría haber sido peor, pero no quita la gravedad de las consecuencias. Evidentemente esto no solo cambió el panorama de la prueba, sino el plan y aspiraciones de cada uno de ellos durante esta temporada en los próximos meses. Ahora todo se pone en duda. Incluso la llegada en condiciones de algunos de ellos a la disputa del Tour de Francia, especialmente la de Jonas Vingegaard. Sin embargo, considero que la parte deportiva es casi lo de menos en lo que pensar. La salud personal siempre va por delante.

El día posterior, con pesadumbre, el pelotón tomaba la línea de salida. Sin embargo, la calma duraría poco. Mikel Landa, que parecía ahora asumir el papel de líder en las filas del Soudal, sufrió una caída que lo dejó también fuera de juego con rotura de clavícula, antes de la subida al puerto de Urkiola. Lamentablemente, se añadía a la lista de los ciclistas que habían quedado fuera de esta Itzulia.

Finalmente, Juan Ayuso ganó la competición, tras una actuación magistral en la última etapa en Eibar por parte de todo el equipo UAE Team Emirates. Una etapa donde la afición vasca y la marea naranja dieron lo mejor de sí y donde la organización, a pesar de todos los contratiempos acontecidos durante la semana, estuvo a la altura de las circunstancias.

Tras la finalización de la competición, me vino a la mente esta cuestión tras recordar las palabras de Pello Bilbao. ¿Puede compensar el hecho de asumir ciertos riesgos para la salud e integridad de una persona por una situación específica de carrera que se presume favorable? ¿O, incluso, por un triunfo? Ciertamente, lo pongo muy en duda.

Seguramente, es una cuestión que muchos se han planteado más de dos veces. Aunque, por desgracia, la memoria es corta. No es la primera vez que ocurren incidentes de este estilo. Pero no, no aprendemos.

Lo sorprendente es que este tema no se haya debatido y resuelto ya por parte de la CPA (Cyclistes Professionnels Association), regulando de alguna manera estas situaciones para velar por la seguridad y la salud de los ciclistas. Y es que si vosotros fueseis ciclistas profesionales, ¿no lo veríais como un asunto prioritario?

Fotografía Laura M. Taberner




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