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Con el inicio de la temporada del 86, comenzaba quizás la aventura más arriesgada de Perico Delgado. Desde la prensa se tranquilizaba a la afición, asegurando que en Holanda mejoraría en las contrarrelojes (en las llanas, específicamente, ya que en las otras era uno de los mejores del mundo) y en las etapas llanas. Un sueño sería ver a Perico bien posicionado en carrera, sin verse perjudicado por los abanicos y las montoneras. Como siempre, dos retos: uno, defender la victoria en la Vuelta, y otro, intentar acercarse al podio o incluso ganar el Tour… No iba a ser un gran año.
En la Vuelta, el aparente rival sería el mismo, Millar, con un nuevo duelo en Lagos de Covadonga, aunque esta vez con victoria para el escocés. A partir de ahí, comenzó un lento declive que se confirmó en la subida a Sierra Nevada, donde perdió todas sus opciones mientras Millar y Pino protagonizaban un gran duelo, y Mínguez desde el coche del BH animaba sin descanso al gallego. Décimo en la general, Perico afrontaba un Tour en el que parecía que tendría un papel secundario ante el regreso de Fignon y el duelo fratricida que se cocía en el equipo Vie Claire entre Hinault y LeMond.
En el Tour, Perico sería protagonista de una de las etapas más recordadas de la historia, en un Tour que tiene muchas. Camino de Pau, Perico, atento, logró escaparse con Hinault, sorprendiendo a LeMond (en un día en que Fignon y Roche decían adiós a todas sus opciones). Después de subir en grupo el rompepelotones Burdinkurutxeta y con el Marie Blanque de por medio, Perico y Hinault se entendieron a la perfección, con Perico ganando en Pau y Hinault vistiéndose de amarillo, sentenciando el Tour con una ventaja de más de 5 minutos sobre LeMond. Sin embargo, Perico sintió el esfuerzo al día siguiente, al igual que Hinault, aunque este había protagonizado una hazaña en solitario desde el Tourmalet hasta las faldas de Superbagneres, donde su cuerpo dijo basta y LeMond recuperó casi toda la desventaja.
En los Alpes, camino del Granon, además de Chozas (ganador de la etapa), el espectáculo lo protagonizaba Zimmermann con LeMond a rueda… mientras Hinault cedía y perdía el maillot amarillo. Perico hizo una gran subida, que, sin embargo, quedó empañada por el fallecimiento de su madre, lo que le llevó a abandonar antes de la siguiente etapa, la del Alpe d’Huez.
Estaba claro que los Tours pares no parecían estar del lado del segoviano, cuya primera temporada con el PDM fue decepcionante. Su temporada 87 sería diferente, aunque no por la Vuelta a España. Su cuarto puesto (y eso que Kelly abandonó yendo líder) no auguraba que el Tour cambiaría todo. El que probablemente fue el Tour más duro de la historia, con salida desde Berlín Occidental, encumbraría para siempre al segoviano entre sus tiffosi. Un Tour en el que faltaban Hinault, ya retirado, y LeMond, a quien su cuñado estuvo a punto de matar accidentalmente en una cacería. Stephen Roche, ganador del Giro, Lucho Herrera, ganador de la Vuelta y excelente escalador, y la nueva promesa francesa, Jean François Bernard, parecían los rivales más serios. Además, la superstición parecía estar del lado de Perico, que luciría el dorsal de los campeones (el de Merckx, Ocaña, Thevenet…) y, por si fuera poco, en la prensa española circulaba otra superstición: Bahamontes había ganado en el 59, 14 años después Ocaña ganó, y 14 años después estábamos en el Tour 87…
Tras un año y algo de decepciones en el PDM, Perico demostró desde el principio del Tour estar muy concentrado y lo remató con una gran actuación en la contrarreloj de 87 km en Futuroscope, en la que ganó Roche y Mottet, otro de los outsiders, se puso líder. Antes de los Alpes, Perico dejó claro, bajo el diluvio de Blagnac y en la subida a Millau, que el podio y la victoria no eran imposibles (Merckx llegó en plenos Alpes a decir que el segoviano era el favorito).
Ya en la última fase de la carrera, la locura se apoderó de la competencia y cada día parecía que había un ganador diferente. Mottet llegó como líder a la cronoescalada del Ventoux, pero una de las mejores contrarrelojes de la historia del Tour le dio a J.F. Bernard la etapa y el liderato, solo para perderlo horas después debido a una trampa del Systeme U, de la que se aprovecharon Delgado (etapa) y Roche (liderato) camino de Villard de Lans. 24 horas después, Roche sufrió las altas temperaturas en Alpe d’Huez y Perico consiguió el maillot amarillo, mientras un país entero se paralizaba literalmente para ver al segoviano escalar los puertos alpinos.
Con las etapas de La Plagne y Morzine, junto a la contrarreloj de Dijon, parecía que Perico podría traer el Tour de vuelta a España… Y vaya si estuvo cerca… La etapa de La Plagne cumpliría con todos los requisitos: con subidas al Galibier y a la Madeleine como «aperitivos» antes de la subida final. Roche se escapó en el descenso del Galibier en un grupo que obligó al líder a ponerse serio, protagonizando una dura lucha en la subida a la Madeleine. Posteriormente, hubo un reagrupamiento entre los dos puertos finales, con un ataque de Fignon junto a Fuerte en el puerto final. Perico atacó desde abajo, soltó a Roche y, cuando todo parecía ganado, entró en crisis en los últimos kilómetros, cruzando la línea de meta con solo 4 segundos de ventaja sobre Roche (quien sería sancionado con 10 segundos por un avituallamiento indebido). Roche se desvaneció al cruzar la meta y fue trasladado en helicóptero, mientras un Perico, que apenas se mantenía en pie, recogía su maillot amarillo. La ventaja de Perico era de 39 segundos, pero no parecía suficiente.
Se hablaba de un posible abandono de Roche o al menos de una debacle en la Joux Plane al día siguiente, pero el irlandés no estaba tan mal… (desde España siempre se sospechó de ayudas recibidas por parte de Loro y de posibles agarrones al coche, ya que no se vio a Roche en toda la subida). El día de Morzine, ya no quedaban muchas fuerzas, pero sí las suficientes para que Roche arañara unos segundos en el descenso de la Joux Plane, acercándose a solo 21 segundos de Perico con la contrarreloj de Dijon por delante… La suerte parecía echada a favor de Roche, y así fue.
40 malditos segundos nos privaron de ver ganar a Perico, quien se convirtió en el auténtico protagonista e ídolo del deporte español. Roche consiguió el doblete Giro-Tour y posteriormente se convirtió, junto a Merckx, en el único ciclista en lograr la triple corona (Giro-Tour-Mundial). Parecía el momento de volver a casa…
De Sevilla, Pedro García Redondo es una auténtica referencia en cuanto a historia del ciclismo se refiere. Una auténtica enciclopedia de la historia ciclista, es toda una autoridad en la materia, siendo uno de los historiadores de ciclismo más certeros y respetados. Ahora dirige la sección histórica en Le Puncheur, además de escribir artículos que nos hacen viajar a épocas pasadas y revivir las gestas de ciclistas que ya no están en activo.