¿Debe Juan Ayuso cambiar de equipo?

⁷Llevo un tiempo defendiéndolo en círculos privados. Juan Ayuso, del equipo UAE, es uno de los grandes talentos del ciclismo actual, algo que sabe todo el mundo. En este ciclismo de etapas cortas, morales relativas, de lo precoz y de los niños que viven como los hombres, el español es un tiburón más en un océano de criaturas gigantes. UAE es uno de los megaproyectos del World Tour, una nave nodriza que da cabida a varias de las mejores piernas del ciclismo, puestas en fila en una plantilla que da pánico como rival y como fuego amigo. Porque no hay peor enemigo que encontrarse de bruces con el techo de cristal: ese que te permite ver el cielo y te hace al mismo tiempo incapaz de tocarlo con los dedos.

Ésa es, a mi juicio, la posición de Juan Ayuso. Va camino de los 22 años, tiene mucho que aprender y sudar aún para ganarse el derecho a ser considerado una estrella. Está en ello, es esta mañana se levanta líder de la Tirreno-Adriático. Y en algún sentido ya lo es. Porque en la Vuelta le dio para ser el primero de los ‘no Jumbo-Visma’. Porque en cualquier ocasión que tiene demuestra sus ansias de crecer, de luchar por alcanzar y superar sus límites.

Esa ambición que ha mamado en las filas del UAE, gran responsable del éxito de este ciclista, le llevará tarde o temprano a plantearse una pregunta: ¿debo seguir en el equipo toda vez que Tadej Pogačar siempre estará por delante en el escalafón y siempre habrá ciclistas disputándome el sillón? Si se piensa que el orden de salida en esa contrarreloj particular por ser líder del potente UAE es el de llegada o el rango de edad, se equivoca. No hay reglas en lo incierto. El futuro lo es. Nadie quita que un ciclista todavía más joven acabe por explotar más que tú. Ejemplos hay mil.

Hablamos de un corredor que tiene contrato hasta 2028. Restan cuatro temporadas de formación, o espera, según se quiera ver. En un ciclismo de consumo rápido y altas velocidades, cuatro años son un mundo. Si nos retrotraemos cuatro años, nadie hablaba de Juan Ayuso. Era un ciclista ambicioso y ahora lo es más, gracias al UAE evidentemente. Pero tiene límite, tiene techo y tiene rivales primero dentro del seno de su escuadra. No una rivalidad insana, ni mucho menos, todo lo contrario. Sino natural. Cuando los gallos se acumulan en el corral, no hay más remedio que amontonar sus intereses particulares. Más aún cuando hablamos de grandes talentos aunados con el fin de ejercer una hegemonía total sobre el ciclismo. Para alcanzar el más allá, hay que recurrir al más allá. Líderes como gregarios, futuras estrellas como púgiles condicionados.

Es ahí, en ese punto, donde quizás a Juan Ayuso le lleguen los tiempos de empezar a pensar qué ser de mayor. Si la ambición de un campeón como este es constar en el histórico de una gran plantilla, gozar de privilegiados sueldos y vivir una buena vida profesional, está en el buen camino. Si desea lanzarse a por grandes conquistas, debería replantearse los esquemas. Es una cuestión impulsada por la lógica. Cuando observas a un potencial gran campeón frenado por la acumulación de ciclistas con capacidad de vencer, te da lástima. Lástima porque de gozar de cierta libertad bien podría plantar cara a los grandes del ciclismo actual. Ser un hombre-franquicia aporta más responsabilidad, pero también más oportunidad de lucimiento y prestigio. Cola de león es un privilegio guardado para aquellos que buscan lo fácil. Pero no parece el mundo de Ayuso.

UAE está en su papel: la concentración de talento que los grandes equipos han llevado a cabo en su guerra fría particular por alcanzar la cima del mundo. Loable, entendible y razonable. Mira por los intereses de una marca que juega fuerte. El problema viene cuando esos intereses interfieren con la trayectoria de alguno de sus ciclistas. Pero ahí no es el equipo el que debe virar sus periscopios, sino el propio ciclista, el dueño de su propio destino. Junto con los dichosos agentes que tanto daño están haciendo en el mundo del deporte. La juventud, divino tesoro para algunos. Clin, clin.

Es ahí donde Juan Ayuso tiene que hacer la reflexión. Este caso difiere del de Carlos Rodríguez en que el granadino ha acabado por apostar por Ineos. Pero es que Ineos ha acabado por apostar por él. La no marcha a Movistar, un destino que, como todos, tiene sus ventajas e inconvenientes, le brindó la oportunidad de liderar a una de las escuadras más potentes, en la que aspira a que sus ambiciones personales manden. Ayuso sería un fichaje brillante para Movistar, dicho sea de paso. Con el riesgo de que habría una lucha primaria e interna por imponer su forma de correr o la marca de la casa.

Y para cualquier otro World Tour que tenga la opción de aportarle un equipo de garantías y un contrato a la altura de las circunstancias. DSM o Lidl-Trek, por poner dos ejemplos emergentes, están formando plantillas con potencial y vacantes para aventureros que quieran probar suerte como jefes de fila. El problema con el ciclismo son los contratos de larga duración, que entran en conflicto con los planteamientos deportivos.

Igualar ofertas tan longevas y competitivas se averigua difícil. También romper esos compromisos tan largos, claro. Comisiones y gestiones delegadas, ahí vienen los problemas. Problemas para quien ansía escribir su biografía disputada a tope día tras día, no a remolque de otros ni a expensas de eternas esperas que nunca acaban de convertir las ilusiones en realidad. UAE tiene la sartén por el mango en este caso. Y seguro que valorará lo mejor para su pupilo, en el que tienen fe ciega, en combinación con lo mejor para la formación emiratí. Pero es una plaza en la que ya hay un toro, que finaliza contrato sólo un año antes. Está por ver que el esloveno resista a tales niveles para entonces, pero ante la duda, mejor plantearse ser cabeza de ratón en lugar de cola (o abdomen) de león.

Juan Ayuso vivirá el Tour, por ejemplo, supeditado a los ataques, puntos fuertes y carencias de su equipo. Si el líder está en plena forma, es indiferente que el español lo esté. Cuando no dependes de tu buen hacer, sino de que las circunstancias se den, mal asunto. Cuando tu carrera estará siempre esquivando las preferencias de otros que tienen prioridad a la hora de elegirlas, mal asunto. Y eso en UAE, por el momento y durante un tiempo, pinta a que será así.

Un caso inverso bastante reciente fue el de Cian Uijtdebroeks. Está por ver la funcionalidad de su fichaje por Visma. Querer huir del cerco a tus ambiciones por tener que subordinarlas a las de otros para subordinarlas a otras distintas y aún más ambiciosas, es una decisión cuanto menos cuestionable. Querer triunfar en un conjunto top es también digno de aplauso y supone una gran autoconfianza de base. Pero, seamos honestos, tirar ciertas puertas abajo requiere de arietes que en determinados casos no se han fabricado aún.

Superar a un campeón histórico para sustituirle te convierte automáticamente en otro. Lo cual no es sencillo, quiero decir. Esa altura de vuelo sólo está al alcance de estos ciclistas por la vía de la rebelión interna, con todo el riesgo que entraña. Y eso suele acabar bastante peor, con retención contra su voluntad, con castigos y cautiverios que beneficien al más fiel en lugar de al mejor.

Así que las alternativas se extienden más bien sobre dos opciones: seguir en convivencia con la sala de espera o tomar las riendas, tomar decisiones valientes y apostarlo todo. La ausencia de decisión ya es una decisión en sí. No se sabe si Juan Ayuso se planteará algún movimiento o no. La cuestión es que ese movimiento se puede hacer necesario cuando a lo mejor sea demasiado tarde. Cuando el brillo de sus pedaladas supere los permisos de libertad. Ahí la única opción será contentar a la delgada línea que separa el futuro del recelo. La ocasión de encabezar una parte de la historia del ciclismo español también está ahí, vacante y esperando.

Para cualquier planteamiento habrá que esperar al Tour de Francia. Juan Ayuso fue el ‘primer no Jumbo’ en la pasada Vuelta a España, pero el medidor oficial de la entidad ciclista es el mes de julio. Si responde a las expectativas y vive en el freno, habrá pensamiento. Por el camino, en pequeñas campañas la convivencia con otras alternativas en su propia casa no ha resultado de la mejor forma, perdiendo ocasiones por esa falta de centralización de la apuesta en la persona de Juan Ayuso. Serán tres campañas en el profesionalismo, donde su caché es elevado, siendo podio de inicio en una Gran Vuelta y un 4º puesto. Pas mal.

Y aún le queda recorrido, dice la teoría. Pero los años de esplendor no son tantos y cuando una flor florece tan joven, marchita también antes y de forma casi definitiva. Ejemplos célebres hay. Juan Ayuso debe ganar galones y subir en el escalafón para marcarse objetivos personales que el equipo deba poner en paralelo a los suyos. Si es así, perfecto. En caso contrario, la cuestión sobre la migración hacia tierras más fértiles podría empezar a tomar fuerza. Y luego está eso del querer es poder. Primero hay que querer. Después estará por ver que te dejen poder. Veremos…

Fotos: UAE / Sprint Cycling Agency / RCS