El sábado 7 de septiembre de 2024 la Vuelta a España regalará a los aficionados y al pelotón que aún resista una de las etapas más duras de su historia con meta en Picón Blanco. Las ha habido con más desnivel, con mayor longitud y con más fama. Pero pocas más esperadas. Los valles pasiegos, los verdes paisajes de Lunada y una etapa con dientes de sierra atravesando las provincias cántabra y burgalesa era para muchos una reivindicación del sentido común. Durante décadas se esquivaban estos puertos para asistir a uno u otro lado de la frontera intercomunitaria. O bien se ascendían por sus vertientes más suaves, casi siempre la sur, para finalizar en etapas donde estas montañas tuviesen nula trascendencia.
Salvo el final, los ciclistas no encontrarán porcentajes realmente duros, es cierto. Pero no es menos verdad que el terreno se las trae, que no hay un metro llano a lo largo de los 177 kilómetros del día, y que nos encontraremos a final de Vuelta, cuando las fuerzas empiezan a escasear. Y recta final de temporada, apunte también a tener en cuenta. Tópicos aparte, la etapa se va por encima de los 4.800 metros de desnivel. El recorrido de la ronda española acumula montañas por doquier. Será la edición que más puertos de primera o especial acumule de toda su historia, lo cual es mucho decir. Y síntoma del gran esfuerzo que espera a las estrellas del ciclismo internacional.
Siete puertos, siendo los cuatro (puede que los cinco) últimos la clave de la jornada. Incluso de la Vuelta. Se parte de Villarcayo, localidad natal del conocido Íñigo Cuesta, cuya marcha cicloturista ha inspirado el trazado de la etapa reina de la próxima Vuelta. El pelotón se encarama al terreno de subida desde la salida. Eso garantiza una escapada de calidad. Zafarrancho que se intensificará de nuevo (si es que remite) conforme se acerquen las primeras estribaciones de Estacas de Trueba, primer puerto puntuable del día. Lo interesante es que es terreno pestoso, pero no excesivamente duro (en cuanto a rampas). Fugas tácticas, en busca de victoria de etapa… El ciclismo de ataque y defensa en marcha.
Diferentes puntos de ruptura
A poco que el ritmo sea elevado, el gran grupo se estirará en la bajada, que tiene su miga. Más aún si la carretera está húmeda. Por el bien de los telespectadores, esperemos que el día salga despejado y así poder disfrutar de los paisajes de ensueño de esta zona. Se suben varios de los puertos más bonitos del norte peninsular. Si en la mañana ha habido algo de niebla, las carreteras en bajada tendrán su miga porque los descensos son técnicos todos. A excepción de la penúltima subida, cuya bajada es más rápida que otra cosa. Y por buena carretera. Lo demás, como el mal tiempo haga aflorar los chubasqueros y la ropa de abrigo, sálvese quien pueda. Los descensos, en caso de lluvia, pueden ser pistas de patinaje. Oportunidad de muchos para intentar voltear una clasificación general.
Llegue como llegue la carrera, tanto escaladores como rodadores tienen oportunidades de buscar la gesta. Si la clasificación llega en segundos, el final en Picón Blanco debería bastar. Pero si la distancia por recuperar es mayor, la cosa se complica. El escenario permite esta vez probar las fuerzas desde lejos. Las rampas de Lunada, por ejemplo, no son precisamente leves, pero tampoco son el Angliru. La Sía tiene un punto más de porcentaje (sin exageraciones), pero es mucho más corto. Por ello, las estrategias para romper al equipo del líder, sea el que sea, deberían tender a poner ritmo y endiablarlo en el duro ascenso al Caracol. Este puerto, puntuado de segunda para la ocasión, entraña más peligro del que aparentemente muestra.
Son rampas sostenidas que salvo un descanso una vez se afronta el primer tramo no permite respiro. Si el ritmo es alto ahí y se mantiene la limpia en Lunada, la etapa cobrará un cariz diferente y mucho más épico. Los paisajes enternecen a los cicloturistas que pasan por la zona, pero no deben confiarse los ciclistas profesionales. Lunada es largo y muy traicionero. Como haya batalla (y es probable por tratarse del último día), el pelotón llegará disgregado totalmente a la línea de meta. 14 kilómetros sin tregua. Cima y bajada donde los cinco sentidos serán más que necesarios. Típica carretera vieja, parcheada. No se baja hasta Espinosa de los Monteros porque se gira a mano izquierda y de nuevo mirando al cielo. Cima de La Sía y de nuevo bajada, con mucha más miga.
Los Tornos, el siguiente obstáculo montañoso, espera como antesala de Picón Blanco. Clave el papel que juegue. El estreno de esta vertiente, además afrontada por Fresnedo, más estrecha y escénica, añade dureza y continuidad. El único trozo cortarrollos tendrá lugar entre penúltimo y último puerto. Es terreno favorable, sí. Pero por buena carretera, donde un grupo puede frenar la ofensiva de algún insurrecto peligroso. Es llegar a Espinosa de los Monteros 17 kilómetros más tarde y afrontar lo más duro del día. Rampas de dos dígitos y viento. Mezcla explosiva que puede deparar cualquier tipo de espectáculo. Si todo va bien, pocos serán los miembros del pelotón que lleguen en el primer vagón. Última oportunidad para los favoritos, último tren.
La estrategia, la protagonista
Todo lo que no haya sucedido en la dupla (increíblemente inédita en el ciclismo profesional) de Lunada y La Sía tendrá que esperar con casi toda seguridad a Picón Blanco. Los Tornos es un puerto para echar un pulso al líder. Pero si el movimiento se inicia ahí, apenas serán unos segundos los que se puedan conseguir en la cima. De ahí al inicio de la subida final, de gran dureza, el terreno perjudica a un escapado en solitario. Debería ser un movimiento junto al equipo, desarbolando primero al enemigo y después noqueándole hasta que sus fuerzas se rindan.
Conociendo el terreno, lo más efectivo si se quiere dar la vuelta a la tortilla, lo más evidente sería buscar un movimiento en Lunada. Si no resulta, entonces guardar fuerzas para el inicio de Picón Blanco y como si de una contrarreloj se tratase: hasta la cima. Quedaría la sensación de haber dejado pasar una oportunidad en esta etapa si el plan no sale del modo esperado. Por eso, es más recomendable aprovechar las ventajas que permite, como es buscar los diferentes escenarios posibles.
La bendición de estas dos subidas es que se mueven en porcentajes medios. No son puertos-Tour, con ese 7-8% que revienta las piernas de quien osa sobrepasar su umbral de esfuerzo. Pero van un punto por debajo. Ese 5-6-7% permite el ataque de escaladores, pero también de rodadores que necesiten hacer daño para recuperar tiempo. Estos dos puertos serán la clave del día. Sobre todo si se quiere vivir una jornada épica con movimientos de los favoritos desde lejos. Cualquier movimiento debe ir acompañado de un descenso fuerte e intenso, sin dejar respiro. Impedir que otros coman es una estrategia interesante. El resultado se vería más en la última subida, pero ese trabajo de fondo puede ser fundamental.
Las escapadas cobrarán vida e interés. No sólo por la victoria parcial, sino también para que los equipos acumulen hombres en la fuga del día de cara a afianzar un ataque o responder al mismo. Como el trazado es duro, ningún ciclista que vaya con problemas de salud o no esté en una gran forma resistirá el ritmo de cabeza de carrera. Esas dos primeras subidas permitirán a los equipos organizar el trabajo. Si algún hombre peligroso se filtra, directamente puede ser una tortura para todos. Las bajadas tienen miga, por lo que comer y beber en esas circunstancias puede ser el hecho diferencial. En cambio, también hay que pensar en la estrategia de endurecimiento que puede suponer el Alto del Caracol.
Esta montaña puede considerarse en concatenación con el Portillo de Lunada. Entre los dos acumulan 24 kilómetros de subida con apenas 5 de descenso intermedio. Punto clave de la etapa. Si algún equipo quema las naves aquí, sobre todo en Caracol, los demás puertos serán un vía crucis. Lo interesante arranca ahí. Después, el final con Los Tornos y Picón Blanco recuerda a esas duplas finales tan clásicas de la Vuelta a España. Puerto de los Villares + La Pandera, Monachil + Sierra Nevada, aunque con más terreno fácil intermedio. Lo normal es que en el primero de ellos se vea ritmo intenso, quizás ataques en la escapada para poner nombre y apellidos a la etapa.
Pero los favoritos que no lo hayan intentado antes, difícilmente lo harán desde las rampas de Los Tornos. En caso de animarse a ello, la mejor zona es la anterior a la localidad de Fresnedo, mediada la subida. Desde ahí, habrá terreno, pero con menor pendiente. Y siempre con un terreno de fácil control para un grupo bien organizado. Antes de comenzar el último puerto de la Vuelta a España 2024 seguro que habrá zafarrancho para coger la posición y también para endurecer o perseguir. En resumen, se irá rapidísimo.
Es un puerto que muchos conocen de la Vuelta a Burgos o de la propia Vuelta a España. En esta última, se ha estrenado en 2021 y está esperando una nueva visita, que se producirá en 2024. Es un puerto abierto, ventoso, y eso puede contener los ataques y jugar un papel a la hora de administrar fuerzas y diferencias. Dependiendo del resto de la etapa, los errores tácticos pueden cometerse en una u otra dirección. Con más cansancio acumulado, las decisiones a tomar tenderán a ser menos sensatas. Será sábado, se esperará mucho público por tratarse de zonas con una alta tradición en este deporte. Cuanta más gente en esta última ascensión de la Vuelta, mejor, puesto que así los ciclistas tendrán parapeto frente al viento.
El ciclista que resulte ganador de etapa no puede ser un cualquiera. Tenga o no fama, lo que sí habrá demostrado tener son piernas. La etapa es durísima, permite muchos escenarios cambiantes y si los ciclistas lo aprovechan y dan un gran espectáculo, esperemos que la zona se convierta en un clásico de la Vuelta a España en sus visitas a Burgos y/o Cantabria. Aún siendo una gran etapa de montaña, existen varias alternativas que hubiesen mejorado (o no) la etapa original.
Otras variantes para esta etapa
La zona es una auténtica mina de puertos. El límite provincial entre Burgos y Cantabria acumula en apenas unos kilómetros de coincidencia seis puertos de montaña. Todos combinables en una etapa de alta montaña como la que se va a celebrar. En realidad, en la versión que propone la Vuelta en 2024 sólo deja fuera de la terna el durísimo Escudo y La Matanela. Una de las variantes más comentadas en algunos foros implicaba colocar La Sía como puerto previo a la ascensión a Picón Blanco. Afrontada por el norte, es también y en batalla siempre con Lunada, uno de los puertos más bellos. Su trazado a través de las cascadas del Asón conforma un puerto de unos 20 kilómetros de longitud. La pendiente media rondará el 6%. Un puerto-Tour en toda regla.
Existe la opción de continuar desde la cima hasta el propio Picón Blanco por un apéndice que comunica ambas cimas. De reciente asfaltado, permite mil combinaciones e incluso un doble paso a Picón Blanco. Otra subida alternativa, en este caso al Caracol sería Estranguada, que también se ascenderá en la próxima edición de la Vuelta a España. Sus rampas mortíferas destrozan pelotones por el mero paso por él. Aunque, de nuevo, es una montaña inédita en el ciclismo. Alisas, este sí un clásico de la Vuelta, Los Machucos (que tiene doble vertiente), el propio Picón Blanco de paso…
Después de casi 100 años de historia, por fin la Vuelta ha pensado llevar su caravana a estos puertos de forma importante. Una apuesta por una zona que tiene mucha relevancia turística, gastronómica y paisajística. Sólo en 1993 y 1996 se había ascendido la cara norte de alguna de montañas tan importantes como Lunada y La Sía. Si se regresa no tardando mucho por los valles pasiegos, seguro que estas otras combinaciones ven la luz. Y, lo que es mejor, los aficionados y los ciclistas los disfrutan por igual. Bueno, los ciclistas también lo sufren, que horas dando vueltas a estos puertos es bien cansado. Más aún cuando son elegidos como el último esfuerzo en línea de la Vuelta a España 2024.
Fotos: 1001puertos.com
Gráficos: Cyclingcols.com
Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.